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The Jew as Pariah: A Hidden Tradition

I.IV Hipótesis y marco metodológico

3.3 El paria como paradigma del exiliado

3.3.2 The Jew as Pariah: A Hidden Tradition

En el ensayo escrito en 1944, «The Jew as Pariah: A Hidden Tradi­

tion», Arendt enumera cuatro casos exitosos de maridaje entre judío y paria. Este texto, heredero directo del concepto de paria analizado con anterioridad en la biografía de Rahel Varnhagen, fue publicado, sin embargo, catorce años antes y se convirtió, así, en una de las pri­

meras exposiciones públicas del concepto de paria de Arendt.106 De gran importancia en este artículo es el hecho de que, por primera vez, se desarrolla la faceta política del paria en relación al caso de Bernard Lazare.

El análisis minucioso de cada uno de los ejemplos de parias judíos conscientes introducidos en este ensayo ayudará a reconocer los rasgos esenciales ya considerados en la figura de Rahel Varnhagen, así como a descubrir aquellos otros resultantes del desarrollo conceptual del tér­

mino al ser aplicado a nuevos modelos vitales.

Heinrich Heine, el rey de los poetas locos

En el artículo publicado en Jewish Social Studies, Arendt comienza citando como primer ejemplo sobresaliente de judío paria a Hein­

rich Heine. El éxito de Heine estriba en haber sabido adaptar de forma excepcional su condición de paria con la labor poética. El poeta, al igual que el paria, vive por necesidad ontológica al margen de la sociedad, huyendo del encuadre de cualquier ciudadanía que pueda menguar su libertad creativa. La única casa habitable para el poeta es el texto, cada

106 Es necesario señalar aquí que, un año antes, en 1943, se publicó el artículo «We re ­ fugees!».

vez uno nuevo, pudiendo así vivir muchas vidas en diversos escenarios.

En este sentido, la existencia peripatética, nómada, es el espacio en movimiento propicio para que pueda gestarse el fruto poético.

Otra de las características que resalta en la figura de Heine como paria es su inocente joie de vivre,107 propia de los niños, de los simples y de los locos. Según aduce Arendt, el hecho de que el paria haya recibido tan escaso agasajo del mundo de los humanos durante el trascurso de su vida provoca que este no pueda dejar de mostrarse embelesado por aquello que la naturaleza le regala sin pedir nada a cambio: «For the pariah, excluded from formal society and with no desire to be embraced within it, turns naturally to of the generations only to the extent that it appears in public that which entertains and delights the common people».108 Justo por este gusto de las cosas simples, que ya apareció en la descripción de Rahel Varnhagen como eje central del sentir paria, Arendt llama a Heine «The Schlemihl and Lord of Dreams».109

El schlemihl, como ya se analizó, es el equivalente del bufón, del loco, del Hanswurst inocente al que por su escasa artería le acaba saliendo todo mal. No obstante, si se compara el retrato presentado del schlemihl en este ensayo con el ya analizado en Rahel Varnhagen, resulta más que evidente que Arendt reformula aquí el concepto vaciándolo del conte­

nido semántico negativo y aderezándolo, en su lugar, con unos rasgos más halagüeños.

En efecto, la inocencia, el fingido ateísmo y la supuesta superficia­

lidad de su humor son las armas de las que dispone el schlemihl repre­

sentado por Heine para combatir una realidad injusta que lo condena al más profundo de los ostracismos:110

It is […] from this vehement protest on the part of the pariah, from this attitude of denying the reality of the social order and of confronting it, instead with a higher reality, that Heine’s spirit of mockery really stems.111

107 Arendt, «The Jew as Pariah» (op. cit. 17, cap. i), 103.

108 Ibid.

109 Ibid., 101.

110 Ibid., 104.

111 Ibid.

Por otra parte, la ironía de Heine, heredera de la socrática, tiene como fin el cuestionamiento de un sistema fallido usando la provocación como medio para agitar a una sociedad biempensante anquilosada en sus creencias conservadoras. A fin de cuentas, siempre es el loco, el sim­

ple, el paria, como nos recuerda el discurso cervantino del loco cons­

ciente, aquel que acaba por enseñar al resto de los tenidos por cuerdos la esencia real de la que está hecho el mundo.112

Es necesario señalar que, también en el contexto místico, existen ejemplos de locos impostados portadores de la revelación siguiendo el ejemplo del apóstol Pablo, quien, a viva voz, glorificaba la divina locura desde la que hablaba.113 De entre ellos, los ejemplos más singulares son el salós114 en la tradición bizantina, el personaje del orate Mullah Nasru­

ddin del sufismo, el pásupata del hinduismo y el jurodivyi en la iglesia ortodoxa rusa. Estos locos en el nombre de Dios se hacen conspicuos por su comportamiento extremo y por su extravagante presencia. Su alteridad es siempre una provocación a la normalidad y un ejemplo del poder de perturbación de las heterologías de Bataille, que invitan a explorar aquello que queda fuera de los términos usuales de repre­

sentación; es decir, lo informe en términos formales, lo irracional en términos racionales, lo inmoral en términos morales y lo imposible en términos de posibilidad. La pretendida locura es, así, el escenario del que se sirve en ocasiones el consciente para ser objeto de mirada, en otras palabras, lograr ese momento de Exponiertheit en el que poder ser visto, oído y en el que poder desplegar, sin recato alguno, el mensaje que

112 Más que elocuente resulta la explicación de la «divina locura» que propone Miguel de Unamuno en Cómo se hace una novela y que supone un «estar fuera de sí», acción implícita a todo ex­istere, porque toda existencia es una locura y el que existe es el que está fuera de sí, el que se da, el que se trasciende. Por el contrario, la cordura, según el pensador vasco, no es sino tontería de estarse en sí, de reservarse, de recogerse. Y, así, el loco es el que ha perdido la razón, pero no la verdad, porque los locos son justamente los que dicen las verdades que las personas racionales callan. Cfr. Miguel de Unamuno, Cómo se hace una novela, Madrid 2009, 126 y 147.

113 Carta a los Corintios 2:11­17, La Biblia Latinoamérica (op. cit. 153, cap. i), 378.

114 Según Michel de Certeau, refiriéndose a la obra Histoire lausiaque de Palladios, la pri­

mera salé, o loca en el nombre de Dios, sería una monja egipcia del siglo iv considerada por sus hermanas del monasterio tabenesiota como una demente y, por ello, marginada de todas las actividades de la comunidad religiosa. Sin embargo, la aparición de un ángel manifestó que ella debía fungir de guía espiritual para todo el monasterio por ser la más cercana del amor de Dios. Cfr. Certeau, La fable mystique (op. cit. 44, cap. 2), 51.