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I.IV Hipótesis y marco metodológico

3.2 El concepto de paria

3.2.3 El judío como paria

Wandert aus durch alle Welten, Wandelt hin durch alle Zeiten Und verkündet auch Geringstem:

Daß ihn Brahma droben hört!28

La consigna que aquí se da al paria de servir de trasmisor, de heraldo de una buena nueva que merece ser anunciada al mundo entero, será de gran importancia en el discurso del exilio judío tras la Segunda Guerra Mundial, como ya quedó demostrado en el apartado anterior. También en la obra de Arendt sobre el concepto del exiliado como paria se reto­

mará esta obligación preclara del judío de convertirse en vanguardia de todo su pueblo y en trasmisor de una verdad capaz de alumbrar a toda la humanidad.

De todo lo anteriormente expuesto tras el estudio del cuento de Ber­

nardin de Saint­Pierre, La chaumière indienne, y del poema del Goethe,

«Legende», se colige que ya en los siglos xviii y xix existía en Europa una imagen clara de la figura del paria que se caracterizaba por su naturaleza híbrida, su marginalidad y su función de intermediario. Al paria del imaginario europeo se le presupone siempre una contradic­

ción intrínseca que hace de él, por un lado, un ser impuro que inspira aversión y, por otro lado, una figura misteriosa que incita a la vene­

ración y al asombro. Dicho de otro modo, una figura del límite cuya labor principal es la de servir de transmisor de una realidad alternativa.

Antike Judentum29 en la que realiza un trabajo sociológico para acla­

rar las razones que provocaron que los caminos de las religiones occi­

dentales y orientales acabasen bifurcándose y separándose de forma irremisible. Según el autor, a pesar de esta escisión, siguen existiendo elementos que, si bien modificados, aún denotan un origen común.

Debido a esta unión original, Weber toma prestado el término de paria del hinduismo para transformarlo y dotarlo de un nuevo campo semán­

tico positivo, añadiéndole una significación redentora de la historia. Así pues, el status privilegiado del judío paria en Europa está asociado a una visión escatológica de la historia y a una capacidad de actuar que no se encuentra en la sociedad de castas de la India. Como afirma Weber, la mayor manifestación del poder de autodeterminación del pueblo judío como paria se demuestra, de forma paradójica, en su capacidad para automarginarse; en otras palabras, proclamarse a sí mismo un pueblo descastado dentro de un contexto social en el que no existen las castas.30

Otra de las diferencias del nuevo concepto de paria asociado al colectivo judío estriba en la toma de consciencia de su papel primor­

dial como pueblo elegido dentro del desenlace histórico. En la sociedad estática de castas de la India no se pretende una alteración del orden social jerárquico existente, sino que se busca su pervivencia haciendo que cada uno se perfeccione dentro del lugar en el que le ha tocado nacer. El judío, según Weber, por el contrario, es consciente en todo momento de que el orden social actual está invertido y de que él, como entidad, como representación grupal, es un testigo viviente de la nece­

sidad de reposición del orden original:

29 La equiparación entre paria y judío se formula de la siguiente manera: «Das eigen­

tümliche religionsgeschichtlich­soziologische Problem des Judentums läßt sich weitaus am besten aus der Vergleichung mit der indischen Kastenordnung verstehen. Denn was waren, soziologisch angesehen, die Juden? Ein Pariavolk. Das heißt, wie wir aus Indien wissen: ein rituell, formell oder faktisch, von der sozialen Umwelt geschiedenes Gastvolk». Cfr. Max Weber, «Das Antike Judentum: Die Wirtschaftsethik der Weltreligion (1917­1919)», en:

Religion und Gesellschaft, Frankfurt a. M. 2006, 877­881.

30 Ibid.

Für den Juden war die Verheißung die gerade entgegengesetzte: die Sozialordnung der Welt war in das Gegenteil dessen verkehrt, was für die Zukunft verheißen war und sollte künftig wieder umgestürzt werden, so, daß dem Judentum seine Stellung als Herrenvolk der Erde wieder zufallen würde.31

Como se desprende de esta cita, el judío paria, en su saberse privile­

giado por la promesa de la tierra, se convence, al mismo tiempo, del peso de su actuación en relación con los acontecimientos presentes y se confiesa culpable absoluto del desorden reinante. El sentimiento de culpa es de gran importancia en el judaísmo, puesto que tiene por contrapartida la acción del arrepentimiento, de teshuvá,32 que se expe­

rimenta como el efecto catártico que suscita el retorno a la falta pasada para hacer el trabajo de remembranza y de reparación. La culpa judía, por lo tanto, no aspira al don gratuito del perdón, sino que requiere un ejercicio personal activo y consciente de expiación. Así pues, el reco­

nocimiento de la culpa, la aceptación de la necesidad de reparar la falta y la esperanza de la tierra de promisión son los elementos esenciales de la voluntaria marginalidad escatológica propia de la concepción del judío paria en la obra de Max Weber.

Otra de las características digna de mención en la equivalencia esta­

blecida por Max Weber es aquella que describe el Pariavolk como un

«Gastvolk», dotando así al paria de un contenido no solo marginal, sino foráneo. El judío paria se presenta, al igual que lo hiciera en las versio­

nes anteriores de la Ilustración, como el invitado desconocido e inespe­

rado que llama a una nueva realidad, que penetra en el espacio desde el otro lado, desde el territorio extranjero y extraño. Situado en la otredad, el paria, como judío y como huésped, es capaz de alterar con su inter­

vención la nueva realidad que le abre la puerta.

Según indica Max Weber, el paria­judío­huésped utilizará su capaci­

dad transformadora únicamente en beneficio propio, teniendo siempre presente su singularidad, que lo diferencia del resto al tiempo que lo

31 Ibid.

32 El verbo hebreo shav, que significa «retornar», «volver», está presente en el sustantivo teshuva. Cfr. James Bartley/Rubén Óscar Zorzoli (eds.), Diccionario bíblico, Colombia 1997, 164, s.v. teshuva.

aísla. Pero este aislamiento autoinfligido, como ya se apuntó con ante­

rioridad, no mana, como en el caso del paria hindú, de la sociedad al judío, sino que es el propio judío el que se encripta en su tradición impidiendo así cualquier tipo de acercamiento desde fuera. Él mismo se proclama tabú: al judío no se le puede tocar porque es inalcanzable.

Por ello, y al contrario de lo que ocurría en La chaumière indienne, el judío paria nunca desvelará su secreto al otro, incapaz de comprender la inconmensurabilidad del pacto abrahámico. Es portador de una ver­

dad que no puede ser comunicable y que se convierte, en virtud de su hermetismo, en una arcana luz que ilumina a su paso, pero que, a la vez, va dejando un reguero de sombras tras de sí.

Hannah Arendt, conocedora del concepto de Pariavolk weberiano,33 tomará para la creación de su concious pariah varios de estos rasgos, como son la capacidad de actuar del judío paria que lo convierte en agente de cambio, así como su faceta de invitado, Gastvolk, de pueblo diaspórico. Sin embargo, Arendt denunciará el actuar ensimismado del judío paria sin viso de querer intervenir políticamente en el espacio público. La politóloga se mantiene muy crítica con la postura desaten­

dida del judío paria que lo mantiene constreñido dentro de su propia marginalidad, como se destila de las últimas frases del artículo «The Jew as Pariah»:

Social isolation is no longer possible. You cannot stand aloof from society, whether as schlemihl or as a lord of dreams. The old scape mechanisms have broken down, and a man can no longer come to terms with a world in which the Jew cannot be a human being either as a parvenu using his elbows or as pariah voluntarily spurning its gifts.34

Por el contrario, Arendt hace un llamamiento al judío paria para que cobre consciencia de su diferencia y comparta los frutos de esta con aquellos que habitan en su mismo espacio público, abriendo un campo de diálogo que propicie el acto de comprensión y de aceptación de su alteridad:

33 Arendt, «The Jew as Pariah» (op. cit. 17, cap. i), 100.

34 Ibid., 121­122.

Verstanden werden ist das eigentliche Glück des Gesprächs. Je imaginä­

rer eine Existenz ist, je imaginärer ein Leiden, desto süchtiger nach Zuhö­

rern, nach Bestätigung. […] Je mehr Menschen sie [Rahel Varnhagen]

verstehen, desto realer wird sie werden.35

De esta cita de la biografía de Rahel Varnhagen se deduce que en el discurso arendtiano, el acto reflexivo va acompañado siempre de un movimiento de sístole que impele al individuo a relacionarse, a dejarse ver por los otros. La consciencia del paria debe servir para iluminar el mundo y para mostrar las nuevas sendas y, en ningún caso, debe que­

darse encajada en las profundidades de su propia definición.