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I.IV Hipótesis y marco metodológico

3.1 El exilio de Hannah Arendt

3.1.1 El exilio como segundo nacimiento

Las dos fases establecidas en el apartado anterior para el estudio del exi­

lio de Hannah Arendt se encuentran en estrecha correlación una con

5 En el coloquio celebrado en noviembre de 1972 en Toronto, Arendt afirmó con gran rotundidad que su participación en la causa sionista fue meramente de obra social y, en ningún caso, política. Al sentirse atacada por el hecho de ser judía, no como ser humano, la única manera posible y coherente de defenderse era desde la identidad judía compar­

tida con el resto de judíos exiliados. Sin embargo, en dicha entrevista aseguró que su dedicación a ese «tipo de estupideces» duró tan solo de 1933 a 1943. Cfr. Hannah Arendt, The Recovery of the Public World, Nueva York 1979, 334.

otra y no pueden ser analizadas por separado, puesto que configuran una única experiencia de vida como resultado del proceso secuencial que va de la una a la otra. En otras palabras, el exilio logrado de Arendt de la segunda etapa es resultado directo de la primera experiencia de persecución, de ostracismo y de desubicación.

En este sentido, y como se demostrará por medio del estudio de la obra del exilio arendtiana, para llegar a constituirse como paria cons­

ciente, el individuo debe sumergirse, en un primer momento, en los abismos más insondables de ser simplemente un paria, un «sin lugar»

sin derecho a tener derecho. La segunda fase en la que el paria exiliado encuentra su lugar en el mundo es resultado de esta aceptación real de su identidad y de la creciente toma de consciencia de que la diferencia que él representa es un bien añadido que debe ser compartido, puesto de manifiesto y, sobre todo, defendido.

En consecuencia, la obra The Origins of Totalitarianism debe leerse como el prefacio de una renovada postura en el mundo, como el arte­

facto político que Arendt presenta en el nuevo entorno reivindicando su derecho a expresarse y a comprender el mundo desde el límite del paria:

The conviction that everything that happens on earth must be compre­

hensible to man can lead to interpreting history by commonplaces.

Comprehension does not mean denying the outrageous, deducing the unprece dented from precedents, or explaining phenomena by such analo gies and generalities that the impact of reality and the shock of experience are no longer felt. It means, rather, examining and bearing consciously the burden which our century has placed on us, neither denying its existence nor submitting meekly to its weight. Comprehen­

sion, in short, means the unpremeditated, attentive facing up to, and resisting of, reality, whatever it may be.6

En esta cita del prefacio de la edición de 1951, Arendt presenta la pos­

tura moral, política y filosófica que acompañará toda su obra y que exige una comprensión total de los acontecimientos teniendo en cuenta todas las perspectivas y analizando, con igual rigor, todos los elementos

6 Id., The Origins (op. cit. 8, cap. 1), viii.

de la realidad, sin obviar, por pacatería o por estrechez de miras, nin­

guno de ellos. A partir de esta obra, que supone ante todo una toma de consciencia y un intento de comprensión del horror perpetrado contra el judío, contra el paria, Arendt dejará de considerarse a sí misma una filósofa alemanojudía y pasará a ser una teórica de la ciencia política.

Como se pretende hacer evidente en este estudio, para Arendt el exilio no lleva asociado un discurso de muerte, sino de vita nova, de una natalidad segunda que obliga a la posibilidad de ser, de hacerse, de consumarse en la forma definitiva del pleno acto. El paso del logos filosófico al discurso político es una muestra de la necesidad de un len­

guaje ampliado que abarque el nuevo estado de consciencia gestado en el exilio, así como marca una nueva forma de entenderse, como sugiere la siguiente afirmación en la que Arendt reconoce un proceso de trans­

formación en su identidad:

Meine Meinung ist, daß ich keine Philosophin bin. Ich habe meiner Mei­

nung nach der Philosophie doch endgültig Valet gesagt. Ich habe Philo­

sophie studiert, wie Sie wissen, aber das besagt ja noch nicht, daß ich dabei geblieben bin.7

Del mismo modo, el obligado bilingüismo de Arendt equivale a un renacer a una nueva posibilidad de expresión; es decir, una transforma­

ción vital y productiva que le permite articular su pensamiento en dos lenguas instrumentales distintas según el estilo y la materia que abar­

que.8 De esta forma, el binomio antitético handeln und denken, esencial en toda la obra arendtiana, encuentra una solución lingüística haciendo que la materia política, das Handeln, se escriba en inglés, el lenguaje pragmático por excelencia, mientras que la poesía, las anotaciones en

7 Id., Was bleibt? (op. cit. 15, cap. 1).

8 De igual manera, para la escritora Hilde Domin, el exilio en la República Dominicana supuso una suerte de segundo nacimiento. El cambio de identidad mediante la adquisición de un apellido nuevo, en clara alusión al país de acogida, Domin, es prueba fehaciente de este renacer a nuevas posibilidades de existencia. De ahí que afirme, a sus 42 años: «Ich, H. D., bin erstaunlich jung. Ich kam erst 1951 auf die Welt. [...] Es war nicht in Deutschland, obwohl Deutsch meine Muttersprache ist». Cfr. Hilde Domin, Von der Natur nicht vorgesehen.

Autobiographisches, Frankfurt a. M. 1974, 39­47.

los diarios y las cartas con sus amistades, das Selbstdenken, quedan reservadas a las finezas y profundidades del alemán: la lengua materna.