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Retórica del místico como intermediario

I.IV Hipótesis y marco metodológico

2.1 Topología de la mística

2.1.1 Retórica del místico como intermediario

Una vez establecidos los elementos del espacio místico, puede ya diluci­

darse el entramado de relaciones posibles que aparece como resultado de los acercamientos, separaciones e inclusiones ante mencionados. Así pues, a continuación se presentarán los posibles esquemas del espacio topológico místico basados en las tres modalidades de mística estable­

cidas por Zaehner43 y que son, por una parte, la pan­en­hénica antes mencionada que suele denominarse también de la naturaleza o profana;

por otra parte, la unión con un Absoluto de tipo monista que es la que se encuentra en los textos hinduistas de Los Upanishads en donde el místico se une a brahman, la esencia absoluta, originaria y única del cosmos; y, por último, la teísta que implica la unión con Dios propia del cristianismo, del islamismo y del judaísmo.

Esquema primero. Místico como intermediario

Otro

Místico

Fase I otro

Unión mística

Fase II otro

Imagen 1: Místico como intermediario, CC-BY 4.0.

En el espacio generado por este primer esquema de coordenadas rela­

cionadas entre sí, el místico se presenta como el habitante de una región intermedia entre el cielo y la tierra, como un actor ambiguo, d’une

43 Zaehner, Mystik religiös (op. cit. 9, cap. 2), 52­53.

étrangeté tierce,44 y que es, a su vez, testigo de paso de la existencia de un umbral que comunica dos realidades incompatibles: una existente y otra inexistente que necesita de su mediación para manifestarse. De esta forma, el místico se convierte en bisagra, en puente, en traductor de la palabra del Otro; dicho de otra manera, en profeta de un mensaje que no encuentra su lugar.45 Como se colige de este esquema típico de las dos mística definidas como de unión con el Absoluto y teísta,46 la figura del místico se une al Otro sin perder, por ello, su vinculación con la realidad circundante a la que ha de volver una vez pasado el trance extático.47

Un ejemplo muy esclarecedor de este tipo de relaciones topológi­

cas se encuentra en la descripción espacial de las visiones del místico Emanuel Swedenborg que tienen lugar, principalmente, en el espacio reconocido de su habitación. De improviso, el místico se enzarza en una conversación con una cohorte de seres seráficos y querúbicos proven ­ ientes del plano superior del Otro sin abandonar, para ello, el espacio otro. De igual manera, la visita de Jesús de Nazaret a la casa que Swe ­ den borg estaba ocupando en Londres durante uno de sus viajes vuelve a situar al místico en la figura de intermediario entre dos planos de

44 Michel de Certeau, La fable mystique, vol. I, París 1982, 10.

45 Ibid., 278.

46 Para los fines de este trabajo no se tendrán en cuenta aquellos casos de unión mística en los que el sujeto se diviniza y claudica de su posición de intermediario para subir al plano que ocupa el Otro, es decir, aquellos de «amada en el amado transformada». Tal presu­

puesto subyace en la formulación del «vergotteter, ein gottförmiger Mensch» de la mística renana de Maestro Eckhart, así como en la afirmación del también místico alemán Angelus Silesius: «Ich bin so gross als [sic] Gott». Cfr. James, The Varieties (op. cit. 14, cap. 2), 145.

En el esquema presentado, por el contrario, el místico y el Otro, los cónyuges, pese al des­

posorio, siguen manteniendo dos esencias dispares. Así mismo, tampoco se entrará en el estudio de los embarazos místicos en los que el espacio del encuentro es el de la propia interioridad del sujeto místico.

47 En este sentido, casi todas las visiones del éxtasis místico acaban con la consciencia dolorosa del regreso a la propia celda, a la cama, al habitáculo conocido e, incluso, al propio cuerpo tras haber cruzado las regiones celestiales. En muchos casos, el dolor ante la obliga ­ ción de tener que regresar a la realidad profana hace que el místico contemple, todavía desde un plano superior, su cuerpo con total desprendimiento antes de volver a apropiarse de él.

El viaje nocturno de Mahoma de la Meca a Jerusalén a lomos de Al­Buraq acaba con un relato semejante en el que este vuelve a la cueva de Hira y contempla, desde la distancia, como si se tratase de un despojo humano desconocido, su cuerpo todavía dormido. Cfr.

Ernst Benz, Die Vision. Erfahrungsformen und Bilderwelt, Stuttgart 1969, 169.

realidad divergentes.48 No es, pues, que el espacio del Otro se acerque y confunda con el espacio inferior, sino que el místico, en su labor de inter­

mediario, permite que la comunicación entre los dos planos tenga lugar.

Esquema segundo

Unión mística

Fase II Otro

Místico Fase I

otro

Imagen 2: El triángulo místico, CC-BY 4.0.

En el segundo espacio topológico aquí presentado, los tres elementos se encuentran en una primera fase unidos, estableciendo relaciones de proximidad y de acercamiento entre ellos. El místico es consciente en su relación con el entorno de que existe un estado superior de cohe­

sión posible. Esta es la constelación presente en la tipología de mística de la naturaleza o pan­en­hénica, en la que las fronteras entre los ele­

mentos tienden a difuminarse de manera paulatina. En este ejemplo sí que acontece una transformación del espacio inferior, que pasa a equi­

pararse y a confundirse con el plano superior. El esquema final de este tipo de unión mística presenta una contracción del espacio mediante la supresión de las distancias jerárquicas. Cada uno de los elementos tiende al otro, a la unidad integradora, y confluye no en el punto inter­

medio, sino en el espacio mismo del Otro, convertido ahora en un Todo integrador y unificador de las diferencias.

48 Ibid., 92.