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CONSECUENCIAS SOBRE LA AGRICULTURA DELTAICA

6. LA PROBLEMÁTICA ACTUAL

6.3. El caudal mínimo medioambiental del tramo inferior del Ebro 1. INTRODUCCIÓN

6.4.3. CONSECUENCIAS SOBRE LA AGRICULTURA DELTAICA

La situación contigua del delta del Ebro al Mar Mediterráneo conlleva que exista una influencia directa de la dinámica del mar sobre el expresado delta. Las condiciones hidrológicas, edafológicas, agronómicas y otras del delta del Ebro podrán verse afectadas gravemente en un futuro por la dinámica del mar y sus variaciones, como consecuencia del cambio climático.

Como ya se ha puesto de manifiesto en otro apartado de este trabajo, el cambio climático y, consecuentemente, el aumento progresivo del nivel de los mares, y en particular el del Mar Mediterráneo, influirá negativamente en las condiciones citadas del delta del Ebro.

Existe una influencia negativa añadida al aumento del nivel del mar sobre la biología, edafología, agronomía y también sobre la geología del delta del Ebro debido a que se trata de agua especialmente salada. El Mar Mediterráneo tiene una concentración de sales oscilante entre los 36 y 38 gramos por litro. Estos valores de salinidad pueden variar según las condiciones (evaporación, corrientes…). En algunos casos pueden resultar menos desfavorables, como el debido a la aportación de “agua dulce”, proveniente de las aguas del río y que desembocan en el mismo delta del Ebro.

El efecto tóxico y negativo de la salinidad sobre la biología de los seres vivos y sobre la geología y edafología de los suelos, ha sido ampliamente estudiado. El efecto tóxico del agua salada del Mar Mediterráneo sobre los cultivos, sobre la población humana y sobre las condiciones agronómicas será todavía más importante si no se adoptan medidas de protección contra la salinización del delta del Ebro.

Como efecto agronómico directo, se observa que los rendimientos medios del cultivo del arroz en el Delta, por el probable efecto de la salinización de sus aguas y suelos, a igualdad de condiciones culturales, resultan claramente inferiores a la media española (81.25%), según pueden contemplarse en la siguiente tabla:

Tabla 7. Rendimientos medios del cultivo del arroz-cáscara en España.

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Ahora bien, ¿cómo puede afectar la salinidad del agua del mar a los cultivos del Delta y qué medidas se pueden adoptar para evitarlo?

El efecto del agua del mar puede ser directo cuando penetra tierra adentro como consecuencia de los temporales cíclicos de Levante. Las olas pueden inundar amplias zonas en estos episodios. Las zonas inundadas

155 evolucionarán negativamente desde el punto de vista agrícola. Las tierras de cultivo y también otras zonas diversas del delta del Ebro (caminos, playas, zonas de recreo, construcciones, infraestructuras…) perderán fertilidad y serán progresivamente deterioradas. Este efecto resulta más acusado, en la actualidad, como consecuencia de la elevación del nivel del mar producido por el cambio climático de estos últimos años. La tendencia va en la dirección de agravarse este fenómeno por el aumento progresivo de las temperaturas medias del planeta. El agua del mar, que penetra tierra adentro, permanece en las zonas que han sido inundadas. Podría bombearse de nuevo al mar, pero esta medida resulta económicamente inviable. El agua acumulada saliniza directamente las zonas inundadas. Si el agua del mar acumulada percola hasta horizontes más profundos, parte de las sales que lleva disueltas permanecen retenidas por el suelo en las capas más superficiales, produciéndose la salinización de las mismas y sus nocivas consecuencias ya comentadas.

Pero el efecto negativo del agua del mar también puede producirse al penetrar subterráneamente a través de los horizontes permeables del delta del Ebro en contacto con el mar por el fenómeno físico de los vasos comunicantes.

Posteriormente a la penetración del agua del mar de forma subterránea, dicha agua puede extenderse todavía más, por el mismo fenómeno físico, hacia zonas interiores del delta. Este fenómeno ha sido bien estudiado por los hidrogeólogos y es conocido con el nombre de “seepage” (localmente, en el delta del Ebro, se lo conoce como “rechinfle”). Este agua salada ocupará una mayor extensión de terreno y, además, experimentará una elevación hacia horizontes más superficiales por el efecto de la capilaridad. Posteriormente, esta agua sufrirá su evaporación por la elevación de la temperatura, como consecuencia de la radiación solar, quedando las sales disueltas en forma muy concentrada o bien en forma sólida, generándose una capa superficial con una alta concentración y afloramiento de sales que afectará negativamente al hábitat y a los cultivos. Este efecto resulta muy acusado en el delta del Ebro al presentar horizontes permeables con elevada conductividad hidráulica (al contrario de lo que ocurre, por ejemplo, en los Países Bajos, con horizontes de baja permeabilidad).

Los autores de este estudio destacan que, al problema del elevado grado de salinidad del agua del mar, se une un aumento peligroso y progresivo de la salinidad del agua de riego proveniente del río Ebro. Este aumento de la salinidad del agua de riego es consecuencia de diversos factores, entre los que destacamos la contaminación del agua del río Ebro y su consecuente salinización (entre otros problemas) por el vertido industrial, en algunos tramos de la cuenca hidrográfica del Ebro, su menor grado de dilución (al disminuir los caudales circulantes) y por diversas actividades antrópicas, especialmente inducidas por la propia actividad agrícola de la cuenca. Entre otras, destacamos también el aumento en la extracción de aguas de pozos para riego, que es una actividad que conduce a una menor disolución de sales y, por tanto, a una mayor concentración de éstas.

Llegados a este punto cabría preguntarse ¿qué medidas habrá que adoptar para paliar los efectos negativos del agua del mar anteriormente descritos?

Pues bien, entre otras medidas, podría pensarse en la construcción de una barrera física, a lo largo de la costa del delta del Ebro, en contacto con el mar. Ello impediría la penetración directa del agua del mar en los temporales de Levante y así se evitarían los efectos perjudiciales señalados. Esta barrera, o conjunto de ellas, ya ha estado contemplada en otros apartados de este mismo estudio a los que nos remitimos para el logro de mayores especificaciones y detalles.

Para paliar, en la medida de lo posible, el efecto negativo del agua del mar al penetrar subterráneamente a través de los horizontes permeables del delta del Ebro en contacto con el mar por el fenómeno físico de los vasos comunicantes, y favorecida por la elevada permeabilidad de estos horizontes, deberemos adoptar una serie de medidas orientadas a afrontar este fenómeno.

Primeramente, se tendrá que estimar la penetración horizontal subterránea del agua marina en función de la profundidad del mar en los terrenos colindantes al mar, de la permeabilidad de estos terrenos y del grado de salinidad de las aguas que lindan con los terrenos objeto de evaluar.

157 Consecuentemente a este estudio, se deberá adoptar un programa de lavados que incluirá una distribución geográfica y un calendario de cultivos que impida la salinización de los terrenos afectados. Un aspecto interesante de esta medida resulta ser el hecho de que el cultivo del arroz es compatible con los posibles programas de lavados, además de resultar favorable con la infraestructura, con la tradición agronómica y con la ecología del delta del Ebro.

Lógicamente, los terrenos más próximos al mar deberán ser sometidos a un mayor lavado de las sales acumuladas. Los terrenos más alejados, contrariamente, no exigirán un programa de lavados tan riguroso.