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La alteración del equilibrio ecológico

6. LA PROBLEMÁTICA ACTUAL

6.5. La alteración del equilibrio ecológico

Cuanto más detallados y minuciosos son los estudios que se realizan para aumentar el conocimiento sobre el delta del Ebro en todas las disciplinas científicas, más se confirma la importancia trascendental de este singular espacio natural que se halla afecto al subtramo III del tramo inferior del río Ebro que es objeto de nuestro trabajo.

Las zonas húmedas son ecosistemas de transición entre los acuáticos y los terrestres. Pueden estar cubiertos por aguas someras o tener el nivel freático a ras de suelo o bien a pocos centímetros de profundidad. Ocupan superficies considerables alrededor de las aguas estancadas o de curso lento.

En nuestro país no existen comunidades forestales enraizadas en zonas cubiertas por el agua, ya que nuestros bosques de ribera no toleran la inundación permanente. En zonas permanentemente anegadas, ya sea por aguas estancadas o corrientes, solamente encontramos comunidades de plantas herbáceas. Entre estas comunidades se distinguen dos grupos: las comunidades de hidrófitos, que son aquellas constituidas por plantas acuáticas flotantes como las lentejas de agua (Lemna minor) o enraizadas en el fondo como el potamogeton (Potamotegon nodosus) o el ranúnculo acuático (Ranunculus aquatilis), y las de helófitos, constituidas por plantas enraizadas con la base normalmente sumergida y los órganos superiores aéreos, tales como las eneas de hoja ancha (Typha latifolia) y de hoja estrecha (Typha angustifolia), la platanaria (Sparganium erectum), las juncias (Scirpus maritimus

y Scirpus lacustris) o el berro (Rorippa nasturtium-aquaticum). Plantas como el carrizo o cañavera (Phragmites australis ssp. australis), la salicaria (Lythrum salicaria), el junco común (Scirpus holoschoenus), el junquillo negral (Schoenus nigricans) o Carex vulpina pertenecen al grupo de los higrófitos, formado por vegetales que requieren suelos muy húmedos, aunque no forzosamente cubiertos de agua (Franquet, 2009).

La riqueza botánica del delta del Ebro, sin duda menos popularizada que la avifaunística, no por ello deja de ser formidable. La amplia diversidad en el grado de salinidad de los suelos, en gradual transición desde las fertilísimas tierras cercanas a las riberas del río hasta las plenamente salobres que conforman la periferia deltaica, próxima al mar, da lugar, entre otros factores, a una vegetación diversa y singular. Ello viene incrementado por el hecho de tratarse de una zona fronteriza en la que muchas plantas típicas de áreas más septentrionales encuentran aquí su límite meridional, al tiempo que otras más propias de tierras del sur se hallan aquí en el extremo más norteño de su área de distribución.

La presencia en el suelo de diferentes especies de foraminíferos bentónicos o diatomeas puede resultar muy útil para caracterizar determinados hábitats y realizar una reconstrucción paleoclimática de un espacio tan vulnerable al cambio climático como es el Delta. Esta es una de las principales conclusiones de la tesis doctoral titulada Benthic diatoms and foraminifera as indicators of coastal wetland habitats: application to palaeoenvironmental reconstruction in a Mediterranean delta, citada en la bibliografía, cuyo autor es Xavier Benito, elaborada en el marco del programa de ecosistemas acuáticos del IRTA y el Centro del Cambio Climático C3 de la URV. En base a dicho estudio, se ha podido constatar también que la antigüedad del Delta ronda los 8000 años.

En definitiva, el delta del Ebro constituye una de las zonas húmedas más interesantes de toda Europa en lo que se refiere a vegetación salobre, mientras que en ningún otro lugar de Cataluña podemos encontrar una muestra tan extensa y notable de vegetación propia del litoral marino. Por citar solamente un ejemplo concreto, las islas de Buda y de San Antonio y la Punta de la Banya

159 constituyen los únicos enclaves, de todo el continente europeo, en los que vive la "sosa de flor" (Zypophillum album), una planta propia del desierto del Sahara.

Debe tenerse presente la existencia de un Parque Natural de gran importancia para las especies animales y vegetales que en él habitan y, sobre todo, por el papel que juega en el proceso migratorio de una gran cantidad de aves procedentes de la Camarga francesa que, en su singladura hacia las marismas del Guadalquivir y el Parque Nacional de Doñana, hacen su estancia en el Delta. O también las colonias de flamencos rosa que forman parte del ambiente natural protegido. En los últimos tiempos se observa que, año tras año, algunas aves ya no emigran sino que mantienen su hábitat en las lagunas durante el verano.

Ya en el terreno faunístico, lo mismo que podemos decir en cuanto a las aves, puede afirmarse también, y con igual rotundidad, en lo referente a los peces. Es decir, que en los humedales del delta del Ebro se halla la comunidad de esta clase animal más diversa del litoral mediterráneo. Concretamente, son más de 40 las especies de peces que viven en las aguas continentales del delta, una cifra muy superior a la que podemos encontrar en cualquier otro lugar del Levante español.

Todos los valores biológicos del delta del Ebro, a los que nos hemos referido, hace tiempo que fueron ampliamente reconocidos entre los especialistas europeos, como lo demuestra el hecho de que en 1962 fuera una de las pocas áreas que el Bureau MAR incluyó en la máxima categoría de las zonas húmedas euroafricanas de importancia internacional (Franquet, 2009).

Más recientemente, como antes hemos citado, el Consejo de Europa39 lo declaró zona de importancia europea por la vegetación de ambientes salobres, mientras que la CEE lo incluía también como una de

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las primeras zonas de especial protección para las aves de todo el continente. Además, según la directiva europea para la Protección de las Aves y el convenio de Ramsar40, antes referenciado, el delta del Ebro resulta de importancia internacional para 8 especies de plantas y 69 de vertebrados, sin duda una de las cifras más elevadas que pueden alcanzarse.

Últimamente, como también antes hemos citado, el delta del Ebro ha sido catalogado por la UNESCO como Reserva Mundial de la Biosfera desde mayo de 2013, estando integrado en el conjunto de las Terres de l’Ebre, con una superficie global de 367729 hectáreas y que cuenta con una población aproximada de 190000 habitantes.

La llanura de aluvión es la fuente de mucha de la comida requerida por los peces en los grandes ríos, tales como el Ebro. Existe una relación general entre la diversidad de los peces o la biomasa y la superficie del terreno de aluvión. La mayor parte de los comentarios que aquí se realizan se refieren al terreno de aluvión río arriba del Delta, puesto que la mayoría del terreno de aluvión del propio Delta se utiliza para el cultivo del arroz. La llanura de aluvión existente a lo largo del río Ebro es necesaria puesto que los ríos son sitios pobres para la producción primaria porque resultan demasiado fangosos, abrasivos y revueltos como para promover el crecimiento de las algas o de micrófitos, aunque los nutrientes están naturalmente acrecentados en los tramos medios y bajos de los ríos en relación con las cabeceras. En cambio, el terreno de aluvión proporciona una buena fuente de nutrientes de alta calidad para los peces, que pueden encontrar insectos trenzados así como semillas y

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161 otra vegetación. La franja ripícola proporciona una menor cantidad de comida que el terreno de aluvión, pero tiene otras aplicaciones igualmente importantes, como por ejemplo la disposición del hábitat de las anátidas y las raíces.

Las numerosas presas existentes a lo largo del río Ebro reducen el suministro de sedimento inorgánico a las gravas del río y al propio Delta.

Las presas, especialmente las tres presas grandes productoras de hidroelectricidad del tramo final (sistema Mequinenza-Ribarroja-Flix) bloquean, además, la migración de peces e invertebrados. Finalmente, la calidad del agua de las salidas de gran calado de las presas es pobre y posiblemente tóxica.

El río Ebro está contaminado, como muchos ríos que tienen numerosas ciudades e industrias a lo largo de sus orillas (en el caso del río Ebro, prácticamente todas ellas situadas aguas arriba de los tres embalses) y se ejerce la agricultura y la ganadería de manera más o menos intensiva en su llanura de aluvión. La contaminación procede de fuentes puntuales, tales como la descarga de las aguas residuales tratadas y semitratadas, los depósitos de residuos de la fábrica electroquímica de Flix, junto a la presa del mismo nombre (cuya descontaminación estaba programada para el año 2009 y que actualmente se halla en su estadio final), los residuos industriales diversos y una cierta radioactividad aérea. Los efectos de esta contaminación se traducen en la eutrofización y las bajas concentraciones de oxígeno disueltas por la noche o bien en el agua profunda. La contaminación puede también observarse en las substancias químicas potencialmente tóxicas (metales pesados como Fe++, Fe3+, Hg++, Cu+, Cu++, Cr++, Cr3+, Cr6+, Pb++, Pb4+, o compuestos orgánicos tóxicos de derivados humanos, incluso antibióticos) ahora presentes en el agua del Ebro y en sus sedimentos (especialmente los sedimentos de depósito). Las fuentes difusas de contaminación o no puntuales incluyen pesticidas y nutrientes, tanto de origen agrícola (herbicidas, insecticidas, fungicidas, acaricidas, nematocidas, limacidas, abonos químicos y orgánicos) como urbano41.

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El aumento de la contaminación difusa, que ya sufre toda la cuenca hidrográfica y el Delta, que procede de los fertilizantes y productos fitosanitarios, puede producir un empeoramiento del estado ecológico del río Ebro. Los niveles actuales de contaminación se verán agravados por la adición de nuevas zonas regables, la disminución de caudales (menor dilución) y el incremento de la regulación. Tal como ha sucedido en Cataluña con el correspondiente Plan de Saneamiento42, pese al considerable esfuerzo inversor de la Administración actuante en depuradoras, el estado ecológico del río puede no mejorar por culpa de la presencia de fosfatos, nitratos, nitritos, amonio, metales pesados, materia orgánica y sales diversas procedentes de la contaminación difusa de origen agrario, industrial y humano.

Extensivamente, la situación en los humedales del delta de Ebro y la franja análoga de humedales de agua salobre a lo largo de toda la costa mediterránea española tiene muchas semejanzas a la del río Ebro y su estuario. La alta producción en estos humedales-deltas (piscícola, faunística, etc.), depende de la mezcla de agua dulce y agua marina, de la misma manera que ocurre en la cuña salina principal del Ebro a la que nos hemos referido con anterioridad. La contaminación por nutrientes y pesticidas reduce el oxígeno disuelto en las aguas semi-estancadas, lo que supone una situación potencialmente peligrosa para ciertas especies animales tales como los camarones y los pequeños peces, así como para las aves que se alimentan de ellos. La pequeña variabilidad de las mareas en el Mar Mediterráneo exacerba la anoxia en los aguas de los humedales costeros, puesto que la limpieza que tiene lugar con las aguas de marea es mucho menor comparada con otros humedales existentes en Inglaterra o en los Países Bajos, por ejemplo, barridos por las mareas del océano Atlántico. Los pequeños animales acuáticos no

163 pueden huir del nivel bajo de oxígeno en los humedales y tomar refugio en las aguas completamente oxigenadas del mar abierto, puesto que una fauna oceánica más grande las depredaría casi con total seguridad.

Después de todo lo dicho, cualquiera podría suponer que este extraordinario espacio natural, calificado como Parque Natural, zona PEIN, zona RAMSAR y Reserva Mundial de la Biosfera, que es motivo de orgullo para sus habitantes, para la Cuenca del Ebro y para todo el país, gozaría de una protección ejemplar, en cumplimiento del ordenamiento legal. Lógico sería pensar que el renombre internacional y la responsabilidad adquiridas ante el mundo de preservar tal acumulación de valores, harían de este enclave un auténtico escaparate de la política de conservación de la naturaleza de cualquier Administración competente en el territorio. Pues bien,

¿cómo corregir en estos singulares ecosistemas la variación substancial del régimen hidráulico del río Ebro que ha tenido lugar como consecuencia inmediata de todas las actuaciones y aprovechamientos realizados y previstos a lo largo y ancho de su cuenca hidrográfica?