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TRES: El arte pospaleolítico en el levante de la península ibérica

. . . .121 Historiografía . . . .124 Características del arte pospaleolítico levantino . . . .132 arte macroesquemático . . . .134 arte lineal-geométrico . . . .135 arte esquemático . . . .136 arte levantino . . . .137 Características internas: representaciones . . . .138 Características externas: estaciones . . . .146 Interpretaciones . . . .149 Problemas formales e interpretativos de la secuencia artística tradicional . . . .154 Naturalismo y esquematismo . . . .154 Problemas generales de adscripción de motivos . . . .156 Los problemas del estilo lineal-geométrico . . . .158 La evidencia parietal . . . .159 El arte parietal de Cueva de la Cocina . . . .160 Las plaquetas grabadas . . . .161 Discusión: el arte parietal lineal-geométrico en duda . . . .164 Paralelos muebles . . . .166 Superposiciones . . . .168 Conclusiones . . . .170

CUATRO: El contexto histórico-arqueológico

. . . .177 Conceptos . . . .180 Cazadores-recolectores y cazadores-recolectores complejos . . . .180 Sociedad primitiva . . . .184 El caso levantino . . . .190 El modelo dual . . . .190 Un modelo alternativo . . . .192 La evidencia arqueológica: el mesolítico-neolítico en el levante . . . . .193 Condiciones medioambientales . . . .193 Diversificación económica . . . .195 Continuidad en las industrias . . . .196 Redes de intercambio . . . .197 Agricultura y ganadería tempranas . . . .198 Asociación de prácticas predadoras y productoras . . . .199 Manejo del entorno . . . .201 Estacionalidad . . . .202 Intensificación y almacenamiento . . . .203 Agricultura . . . .204 Los cazadores-recolectores complejos del Levante: modelo

arqueológico-antropológico de la transición Mesolítico-Neolítico . . .205 Conclusión . . . .209

Parte DOS lugares comunes

"La otra elección -y creo que es la que corresponde más al estilo de Lévi-Strauss- con-sistiría, para evitar lo que pudiera tener de esterilizante el primer gesto [la salida ‘fuera de la filosofía’], dentro del orden del descubrimiento empírico, en conservar, denun-ciando aquí y allá sus límites, todos esos viejos conceptos: como instrumentos que pue-den servir todavía. No se les presta ya ningún valor de verdad, ni ninguna significa-ción rigurosa, se estaría dispuesto a abandonarlos ocasionalmente si parecen más có-modos otros instrumentos. Mientras tanto, se explota su eficacia relativa y se los utiliza para destruir la antigua máquina a la que aquellos pertenecen y de la que ellos mismos son piezas. Es así como se critica el lenguaje de las ciencias humanas." (Jacques Derrida 1966 "La estructura, el signo y el juego en el discurso de las ciencias humanas", confe-rencia pronunciada en el College International de la Universidad Johns Hopkins (Baltimore) sobre ‘Los lenguajes críticos y las ciencias del hombre’, el 21 de octubre de 1966. Traducción de Patricio Peñalver).

Parte DOS

lugares

comunes

En este apartado, a la exposición de los lugares comunes que han florecido en los estudios de arte rupestre del Levante, uniremos la crítica. Lo haremos desde la perspectiva interna al arte, o desde dentro, intentando buscar las inconsistencias e irregularidades de la visión tradicional con sus pro-pios medios. Simplemente mostrando cuáles son las posiciones y logros de esta investigación se pue-den poner de manifiesto sus limitaciones.

Por ello comenzamos con un capítulo específico cuyo interés se centra en estilo, tipología e in-terpretación del arte rupestre pospaleolítico levantino. La crítica en este apartado a estas cuestiones es formal y teórica. La primera representa las dificultades prácticas de la definición estilística. La se-gunda, las limitaciones de los conceptos teóricos normativistas omnipresentes de estilo, arte y cul-tura. De ellas deriva la crítica metodológica, que exige el empleo de otras aproximaciones que com-plementen a las tradicionales (tercera parte de la tesis).

El interés que nos movió a escribir este capítulo tres es el asunto de un párrafo muy ilustrativo de Aura y Fortea (2002: 136-137): "En los últimos treinta años se encuentran numerosas citas sobre la dificultad de definir lo Levantino-Esquemático, sobre la necesidad de acotar una perspectiva re-gional -tanto en lo referido a su estudio como a su contextualización arqueológica- y sobre la inci-dencia que han tenido el listado de superposiciones cromáticas sobre los modelos evolutivos -de Macroesquemático sobre Levantino y de Esquemático sobre Levantino y a la inversa- (Hernández et al. 1988, 1998; Alonso y Grimal 1994). Todo ello converge en relativizar cualquier propuesta ge-neral de evolución y alarga una discusión de ‘grano grueso’ sobre su cronología". En principio nos pareció sorprendente por su paralelismo con nuestro propio esquema de presentación, pero no hay casualidades. Los temas enumerados en este párrafo son prioritarios si se quiere emprender una in-vestigación que vaya más allá de la "discusión de ‘grano grueso’ sobre [la] cronología". Las citas bi-bliográficas no son tantas, ni han tenido desgraciadamente, creemos, una repercusión tan impor-tante como para alargar discusiones. Los modelos e intereses de los investigadores son en gran parte los mismos que eran, y en cualquier caso todos los que plantean Aura y Fortea son problemas que están por resolver, por lo que no está de más ocuparse de ellos.

No podemos dejar de citar aquí, cambiando ligeramente de tema, el trabajo de Martí y Juan-Cabanilles (2002), sorprendente, desde nuestro punto de vista, por la trayectoria de ambos autores.

Proponen que el arte levantino de los Abrigos de la Sarga fue hecho por una población neolítica.

"Pot dir-se, doncs, amb tota convicció, que el territori de la Sarga, des del moment de la implantació cardial, passarà a ser el territori d’una sola tradició cultural, és a dir, l’es-pai vital d’un poblament neolític ferm i de clar arrelam. La conseqüència de tot açò és bastant clara: no pot atribuir-se cap art, en aquesta zona almenys, a un poblament epi-paleolític que deixa de tindre vigència prou abans de l’aparició de les primeres manifes-tacions artístiques, rupestres o mobiliars, i que res no permet considerar la seua reapari-ció o retorn en un territori neolític que cada vegada s’eixampla més a expenses, precisa-ment, dels espais ocupats per les poblacions epipaleolítiques. No fa falta recordar que la Sarga es troba al bell mig d’un des nuclis amb major nombre de jaciments neolítics del Mediterrani peninsular" (Martí y Juan-Cabanilles 2002: 162).

"...no és necessari quest recurs explicatiu, que fa perviure per més d’un mil·lenni aque-lla dualitat cultural dels primers moments neolítics, ço és, que apel·la a la persistència de la tradició epipaleolítica en àrees veïnes. Ni molt menys pensem que l’Art Llevantí haja pogut revestir la condició d’arcaisme, quelcom que perdura al si dels grups neolítics sense

cassa diacronia" (Martí y Juan-Cabanilles 2002: 166).

Efectivamente esta correlación entre sociedad neolítica y surgimiento del arte rupestre es uno de los puntos más importantes de esta tesis, pero no podemos negar que causa cierta perplejidad leer este argumento en autores que hasta la fecha habían sostenido principios aparentemente opuestos1. Es por ello que Martí y Juan-Cabanilles insisten en que solamente pretenden cambiar una adscrip-ción cultural sin modificar el resto de su modelo explicativo... Este trabajo nos llegó demasiado tarde para tenerlo como referencia en la elaboración del capítulo tres2, así como también el de Fairén (2002), donde se dice que "la correspondencia en cuanto a voluntad de visibilidad entre el Arte Esquemático y el Levantino, sumado a los datos que proporciona el resto del registro arqueológico, sugiere la idea de que ambos puedan formar parte de una misma realidad, aunque reflejando esa dualidad ya men-cionada que existiría también en sus bases de subsistencia (...). Así, aunque la presencia en un mismo espacio y tiempo de dos modos de expresión artística e ideológicamente tan diferentes sugiera la po-sibilidad de la coexistencia de dos grupos de población distintos, a nivel de poblamiento el registro arqueológico es unitario (...) [d]ebiéndose las diferencias que podamos encontrar entre los distintos yacimientos más bien a una diferenciación funcional de éstos" (Fairén 2002: 95). Ambos trabajos presentan una extraña posición historiográfica desde nuestro punto de vista porque se fundamentan en el modelo dual. Sus zonas de estudio son limitadas, pero los dos sostienen la creencia, expresada en el capítulo tres, en la necesidad de un replanteamiento profundo de las bases, razonamientos y procedimientos que se están empleando en el estudio del arte rupestre pospaleolítico del Levante.

Para acabar esta sección y dar consistencia a la hipótesis histórica que proponemos, ha sido nece-sario introducir un capítulo de contextualización arqueológica en el que el estudio del primer neolí-tico ocupa el lugar central.

1 Martí continúa con este argu-mento en la introducción a Fairén (2002: 14), donde pondera si las pinturas levantinas superpuestas al macroesquemático reflejan "la consolidación del poblamiento y su expansión fuera del espacio ini-cial [de colonización neolítica]".

2 Debemos la referencia a la Dra.

Carmen Cacho.