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Los enfrentamientos

Im Dokument La huella invisible de la guerra (Seite 123-127)

Según la base de datos construida para este informe, entre 1996 y 2010 se registran en la Comuna 13 al menos 70 eventos de violencia relacionados con ataques a bienes o infraestructura y enfrentamientos armados. 46 de ellos (64%) ocurrieron en el año 2002. Los barrios El

Salado, Independencias, 20 de Julio, Belencito, Independencias, Villa Laura figuran como principales epicentros de estas acciones (véase Anexo 10). Esto indica la situación de alta vulnerabilidad y desprotec-ción de los residentes de estos sectores.

Los enfrentamientos militares ocurridos en el 2002 fueron una fuente de temor constante para la población de la Comuna 13. Su larga duración, el hecho de que sucedieran a cualquier hora y del-ante de la población, el inevitable confinamiento en las viviendas y, sobre todo, la probabilidad de que las balas perdidas impactaran las viviendas e hirieran o mataran a las personas fueron algunos de los factores que cimentaron un clima de terror y que profundizaron un sentimiento generalizado de miedo.

[…] las balas pasaban porque yo hay veces me sentaba ahí en las es-calitas de mi casa a mirar para la cancha cuando las balaceras que caía la gente y nos pasaban las balas silbando, entonces ya nosotros nos res-guardábamos. La hija mía tenía una ventica ahí de arepas y de por allá a veces escuchaba que le decía que se metiera y cuando ella no entendía era porque la bala pasaba silbando. Y ahí en seguida de la casa mía, que era la casa del presidente de la Junta de Acción Comunal, daban plomo para la cancha, ahí estaban toda la noche y parte del día porque ya usted entraba al barrio y era tristeza todo el mundo encerrado, las calles vacías y la gente que iba a trabajar muchas veces se tenían que tirar al piso o devolverse porque no podían pasar, las balas no los dejaban pasar. En mi grupo hubieron [sic] varias señoras que fueron salidas de allá. (Taller de memoria, testimonio de mujer adulta, 2010).

Durante el 2002, los combates por la confrontación entre los actores armados forzaron al desplazamiento a algunas personas.

Ellas comentan que su desplazamiento se dio por motivos de se-guridad, es decir, para evitar el impacto del fuego cruzado, para escapar al horror que generó la contundencia de los enfrenta-mientos en las calles de sus barrios. Las personas hablaron de “la verdadera guerra” y de que tuvieron que salir “como arriaos por las balas”. La relación directa entre la magnitud del desplazamien-to y la intensidad de los combates es explícita en cualquiera de las notas de prensa publicadas durante dicho período:

En los últimos seis meses la Comuna 13 de Medellín ha visto un des-plazamiento “gota a gota” de 500 familias que han tenido que abando-nar sus casas por el terror a los combates entre paras y guerrillas. Según el Sistema Municipal de Prevención y Atención de Desastres (SIMPAD), diariamente han salido entre tres y dos grupos familiares en ese lapso. Y en la última semana, tiempo de combates por la recuperación de la zona a cargo de la Fuerza Pública, unas 2002 personas han estado entrando y saliendo, de acuerdo con la intensidad de las ráfagas. También hay va-rios casos de padres que prefirieron mandar a sus hijos donde allegados mientras se sabe con certeza qué va pasar en el vecindario. (El Tiempo, 19 de octubre del 2002, 1-4)

Aunque estos desplazamientos afectaron principalmente a los habitantes de la periferia de la Comuna se extendieron posterior-mente a los conjuntos residenciales y urbanizaciones en los que se conocieron casos de balas perdidas que habían causado heridas o la muerte a varias personas de apartamentos localizados en el centro de la comuna. Estos hechos obligaron a la población a marcharse “[…]

por el ambiente tan pesado de los enfrentamientos”. Precisamente en ese tiempo se registra una alta desocupación de viviendas: 50 apar-tamentos en Villas de Aragón durante los primeros meses del 2002, 57 en Abedules, 150 en San Michel. Se registra, además, la desocu-pación de la urbanización Citará y una cifra global según la cual

“de 1507 apartamentos, un total de 768 habían sido desocupados o abandonados por sus propietarios o moradores”71.

La Operación Mariscal y La Operación Orión marcaron una enorme diferencia con respecto al miedo experimentado en los días anteriores a octubre de 2002. La prolongación de los comba-tes, el tipo de armas usadas y la aparición de dispositivos de gue-rra como el helicóptero artillado, o la muerte de personas de los barrios y urbanizaciones en medio del fuego cruzado indican la profunda vulnerabilidad a la que fue sometida la población civil.

En la memoria de los pobladores de la Comuna 13, la relación

71 Véase El Colombiano, 27 de julio del 2002; El Colombiano, 6 de marzo del 2002; El Co-lombiano, 15 de octubre del 2003; El CoCo-lombiano, 24 de enero del 2002; El CoCo-lombiano, 29 de octubre del 2002; El Colombiano, 31 de enero del 2003.

Operación Orión-miedo-éxodo es explícita, y describe el momento más fuerte en lo que se ha denominado “la guerra urbana”. Un joven por ejemplo, describe cómo, en ese momento, “eso por allá se volvió como un pueblo fantasma. Las casas llenas de rotos” y también al ho-rror vivido por los pobladores en el centro de los combates:

Hubo gente que se enloquecía, me cuentan de un muchacho como de 26 años que no paraba de reírse, cuando sonaba la tanqueta se reía. A mí me cayó tierra por la explosión de granadas. Hubo gente que sufrió mucho. (Testimonio de hombre joven, 2010)

En ese momento, el éxodo dejó de ser la imagen con la que los medios de comunicación asociaban la salida forzada de los cam-pesinos de sus tierras para describir esta nueva modalidad de des-plazamiento en un contexto urbano,

En San Michel, por ejemplo, la urbanización más grande de la zona, de 299 propiedades que comprende su tercera etapa, sólo hay ocupadas 75. En versión de los voceros de la administración, la mayoría de los tras-teos masivos se han presentado los días de los operativos y enfrentamien-tos grandes, pero aclaran que durante todo este año la deserción ha sido gradual y en ascenso. (El Mundo, 20 de octubre del 2002, B5)

Una habitante de San Michel confirma lo anterior. Para ella, moradora de uno de los apartamentos de esta unidad residencial el desplazamiento de sus vecinos aparece asociado de manera di-recta con las operaciones militares que inician en 2001:

En esa Operación salieron muchos carros con trasteos, y los que te-nían carros particulares fueron saliendo dejando el apartamento con sus cosas y salían con ropa, maletas y dejaban sus electrodomésticos, muchos vendían sus apartamentos baratos, en la primera Operación fue poco el desplazamiento, ya en la segunda Operación fue mucha la gente que se fue pero no se iban porque los afectara a ellos directamente el conflicto, sino porque estaban cansados de la problemática alrededor. Por ese mis-mo tiempo entró una bala perdida al cuarto piso del bloque y les daño

la nevera, siquiera que no había nadie ahí en ese momento porque de lo contrario habría ocurrido una tragedia. Pero uno tenía que tomar precauciones. Las escalas del bloque, por ejemplo, teníamos que subir-las agachadas para evitar que cualquier bala nos diera. (Testimonio de mujer adulta, 2010)

En el mismo relato, esta mujer cuenta que los vecinos salieron y le ofrecieron también a ella la posibilidad de irse, no obstante, ella permaneció y pudo observar la salida de casi la totalidad de los residentes de su bloque de apartamentos:

El conflicto en San Michel se vivió muy fuerte en mi bloque que es de diez apartamentos sólo quedaron dos ocupados, porque los de-más propietarios se fueron durante un tiempo muchos dejando sus electrodomésticos y otros sí se llevaron todas las cosas y pusieron el apartamento en venta. (Testimonio de mujer adulta, 2010)

El número de enfrentamientos registrados en la Comuna 13 (véase Anexo 2) la convierte sin lugar a duda en un campo de batalla y permite entender el ambiente de miedo y terror que fi-nalmente conduce al desplazamiento.

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