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5. Medios de comunicación, televisión, noticias y discurso

5.5 La interacción mediática

En segundo lugar, en los textos informativos televisivos se observan dos temporalidades, el de la transmisión del texto y el del acontecimiento mediático, los cuales se deben distinguir al momento del análisis.

En tercer lugar, se encuentra el recurso de las conexiones en vivo, las cuales son enlaces en el momento de la transmisión del texto con el periodista en el lugar del acontecimiento. Estos enlaces “son la expresión de inmediatez informativa y aportan un plus de credibilidad al [noticiero]” (Gimeno y Peralta 2008: 16).

Por último, se menciona el uso de cifras como acontecimientos o con fines explicativos, sin embargo, se sugiere no recurrir a ellas, porque es difícil que el televidente pueda retenerlas, sólo quedaría una “idea”, la impresión (Gimeno y Peralta 2008: 42).

los participantes de las “reglas” que “regularían” la interacción comunicativa se le denomina (Charaudeau 2003; Lochard 2004) el contrato comunicativo (o contrato de comunicación). El contrato comunicativo mediático establecería cómo se da la interacción (condicionamientos internos y externos), los actos y procesos llevados a cabo por cada instancia y, especialmente, la relación entre las instancias. Con anterioridad, se han desarrollado las particularidades de cada instancia y las características generales de la interacción, por lo que falta la relación entre las instancias. En esta interacción se presenta una situación en la que la instancia de producción posee un saber que desconoce la instancia de percepción/interpretación, que se lo exteriorizará y que esta última lo usará (en un sentido amplio).

El hecho que la instancia de producción sea la única encargada de producir el texto informativo y que posea un saber desconocido por la instancia de percepción/interpretación manifiesta que hay una relación de poder entre las instancias. En esta relación la instancia de producción se encuentra en una posición superior, es decir, con la capacidad de ejercer el poder492 sobre la de percepción/interpretación. Como el texto informativo es el centro de la interacción, los medios tienen la capacidad de ejercer el poder simbólico, es decir, lograr que las redes de representaciones y sus asociaciones exteriorizadas sean “aceptadas” por la instancia de percepción/interpretación y, como consecuencia, ésta modifica o confirma su conocimiento previo.

En los textos informativos los medios construyen acontecimientos mediáticos, a partir de procesos de transformación y traducción de acontecimientos en bruto ocurridos en el espacio social. De esta forma, a partir del conjunto de esos acontecimientos mediáticos, se arma una realidad social mediática (Keppler 2006: 313). Esa realidad social mediática (o parte de ella) corresponde a ese saber que la instancia de percepción/interpretación desconoce y está dispuesta a aceptar como real y verdadera. Si esto último sucede, esa realidad social mediática deja de ser mediática para ser simple y llanamente la realidad social. Así, esa disposición inicial y la posterior aceptación posicionan a la interacción mediática en un lugar central en el espacio social, porque gracias a ella las personas de la instancia de percepción/interpretación, en primer lugar, se sienten miembros de una comunidad. Para ser más precisos, se sienten miembros de dos comunidades que se sobreponen o una incluye a la otra: la comunidad de la instancia de percepción/interpretación, en nuestro caso, los televidentes; y la comunidad de ciudadanos que interactúan en el espacio social y que, como tales, pertenecen a esa realidad social escenificada en los textos informativos. En segundo lugar, se transforman en individuos capacitados para

492 Nos referimos a la relación entre instancia de producción e instancia de percepción/interpretación, sin embargo, también se dan relaciones y luchas por el poder entre la instancia de producción como actora del campo periodístico y actores de otros campos (por ejemplo, político, jurídico), las cuales no se asemejan a las descritas aquí. Por esto, hay quienes (como Charaudeau 2003) afirman que los medios manipulan (a parte de la instancia de percepción/interpretación) y son manipulados (por actores de otros campos, especialmente, político, económico y jurídico).

interactuar en el espacio social, por cuanto poseen los conocimientos necesarios básicos para actuar como miembros de ese espacio, por ejemplo, para “moverse” en su interior o para establecer diálogos (conversaciones) sobre el mismo espacio social493. En último lugar, actúan como miembros del espacio social, debido a que la misma participación en la interacción mediática constituye una actuación dentro del espacio social, ya que esta interacción es una de las tantas que se dan en éste.

Hasta el momento se han utilizado diferentes términos asociados con el adjetivo público (espacio público, sector público, interés público), pero no hemos explicado qué se entiende por cada uno de esos conceptos. Hay varios intentos de delimitar, definir, explicar o aplicar alguno de estos términos (Habermas 1990; Peters 2007; Wessler et al. 2008; Eilders 2008; Thompson 1998; Noelle-Neumann 1996, por nombrar algunos), por lo que, para no caer en confusiones o malos entendidos, a continuación presentaremos el uso que damos a sector público, interés público, público, esfera pública y opinión pública494, y sus relaciones con la interacción mediática. En primer lugar, usaremos sector público495 para referirnos a la administración del Estado (en todas sus divisiones), a sus organizaciones económicas (empresas estatales), organizaciones estatales que prestan servicios y organizaciones casi estatales (beneficencia) (Thompson 1998: 165). El sector público se opone al sector privado que se compone por las personas individuales (en su no ejercicio de un cargo en el sector público) y por las organizaciones de propiedad privada (empresas privadas, clubes privados). De esta manera, se observa que el sector público se utiliza para designar las prácticas y las interacciones (con todo lo que ello conlleva) que llevan a cabo personas u organizaciones relacionadas con la administración del Estado. De hecho, ‘público’ funciona casi como sinónimo de ‘estatal’, el matiz que los diferencia es que público hace referencia a que es de todos los ciudadanos496, en cambio, lo estatal es sólo del Estado, por lo cual se pierde esa acepción. Ahora bien, ¿qué relación tiene el sector publico con la interacción mediática o con alguno de sus componentes?

Consideramos que se dan cuatro relaciones generales: a) la instancia de producción puede ser una empresa pública, así sucede cuando los medios se financian en parte o totalmente con fondos estatales y, en algunos casos, es el gobierno de turno quien decide a sus autoridades497

493 Nótese la diferencia entre “sentirse” miembro y “actuar” como miembro de una comunidad. La primera se refiere a la percepción de sí mismo (plano interno) y la otra, a sus actuaciones (plano externo).

494 No analizamos los distintos usos del adjetivo “público/a”, sino términos, en menor o mayor medida, fosilizados (palabras compuestas), en los que uno de sus componentes es público (o pública). Esto se debe a que nos interesa mostrar la utilización que, en general, se hace de esos términos respecto a los medios de comunicación y cómo los entendemos dentro de nuestro trabajo.

495 En la traducción al español del libro de Thompson (1998) se usa el término “dominio público”.

496 Por ejemplo, unas de las acepciones de la RAE para el adjetivo público/a es “[p]erteneciente o relativo a todo el pueblo” (http://buscon.rae.es/draeI/SrvltConsulta?TIPO_BUS=3&LEMA=publico extraído el 23/04/2009).

497 Así, por ejemplo, sucede en Chile con la empresa televisiva TVN (Televisión nacional de Chile) y en Costa Rica con Sinart (Sistema nacional de radio y televisión). No es comparable el papel de cada una de ellas, por cuanto TVN es uno de los canales con mayor alcance en Chile con un 22% (segunda ubicación)

(directores); b) los acontecimientos en el sector público constituyen una de las más importantes fuentes para la producción de textos informativos, de manera tal que los medios estarán atentos a todo lo que sucede ahí498, ya que, siguiendo las lógicas sociales y políticas, son hechos de interés público499; c) dentro de la lógica política se encuentra que una de las funciones de los medios es controlar las actuaciones del sector público500 y así evitar los excesos y errores por el bienestar de los ciudadanos501; y d) el sector público usa los textos mediáticos como plataforma para informar a los ciudadanos sobre decisiones, restricciones, ordenamientos, medidas, sucesos, por lo cual se le hace fundamental el trabajo de los medios.

En segundo lugar, tenemos el concepto de interés público. Este concepto lo utilizan, principalmente, los medios para referirse a lo que les interesa a las personas como miembros de una comunidad. Se parte de la base de que hay un interés cognitivo o afectivo502 común entre los miembros de una comunidad, lo cual tiene sentido si se considera que entre las personas que pertenecen a un grupo social existe, por lo menos, un discurso común el cual hace que el grupo se identifique como tal y se acepte a sus miembros. No obstante, lo anterior se dificulta en la práctica, por cuanto en una comunidad amplia como un país coexisten diferentes grupos sociales con sus propios intereses (discursos) lo que vuelve complejo poder hablar de “un” interés en común. Por esto, afirmamos que tal interés público corresponde al interés de un grupo social (o de algunos grupos sociales), pero no de todas las personas. Si aceptamos esta afirmación, afloran las preguntas de cómo se establece la relación entre instancia de producción y la de percepción/interpretación y la delimitación de ese interés público: ¿quién define qué es de interés público? ¿La instancia de percepción/interpretación real (grupo social determinado)

en el año 2008 (Tapia 2008: 150), mientras que Sinart (Canal 13) apenas alcanza un 3,6% en el año 2006 según la encuesta del Proyecto estructuras de la opinión pública realizado por la Escuela de Matemáticas de la Universidad de Costa Rica (Poltronieri 2006: 14).

498 Ya hemos señalado que con la reducción del Estado en las últimas décadas su papel en la sociedad ha disminuido y, por lo tanto, cada vez tiene menos sentido focalizarse casi exclusivamente en los acontecimientos en el sector público y dejar de lado los del sector privado. Esta concepción concuerda con la idea burguesa (y neoliberal) de separación entre la propiedad privada y propiedad pública (Habermas 1990; Peters 2007), en la que lo privado no es de interés público, de forma que no preocupa a los medios (principalmente, a la televisión).

499 En el siguiente párrafo abordaremos a qué se refiere “interés publico”.

500 En una lectura superficial se podría considerar que esta relación se incluye o sobrepone con la relación anterior (b)) entre sector público y los medios, sin embargo, los roles de los medios en ambas relaciones son distintos: en la primera buscan en el sector público cosas sobre que informar y en la segunda vigilan al sector público.

501 De aquí viene la idea de que los medios son el cuarto poder según la división de poderes del Estado , sin embargo, hoy cuando la mayoría de los medios son empresas privadas y, como tales, responden a intereses privados y no de los ciudadanos, esa consideración como cuarto poder no tiene más fundamento (Voltmer 2008). A pesar de que los medios señalen estar del lado de los ciudadanos y defender sus intereses, se ha demostrado repetidamente que interpretan y presentan los acontecimientos según una perspectiva particular (generalmente de los grupos dominantes) y, por ende, no de la mayoría de los ciudadanos, ya que tales términos como neutralidad, objetividad, imparcialidad no son aplicables a los productos mediáticos (a no ser desde parámetros de los mismos medios).

502 Desde nuestra perspectiva, todo lo cognitivo es afectivo y viceversa, por lo cual no se pueden presentar por separado, sin embargo, cuando lo hacemos es para señalar la posible preponderancia de las sensaciones (representaciones afectivas) sobre otros tipos de representaciones.

delimita e informa a la instancia de producción qué les interesa? ¿O acaso los medios construyen lo que podría interesarle a una instancia de percepción/interpretación blanco? ¿O simplemente los medios deciden qué le debe interesar a la instancia de percepción/interpretación? Consideramos que, en general, se da una combinación de las tres posibilidades, debido a la variedad de temáticas y tipos de acontecimientos que se presentan en los textos informativos de mayor alcance (noticieros, periódicos, revistas), ya que se parte de la idea de que hay que presentar la mayor variedad de información para llegar a un mayor número de consumidores (según la lógica comercial). Así, se afirma que un producto informativo tomado en su totalidad no se guía por un único interés público, sino por intereses públicos, es decir, de varios grupos sociales. Para delimitar esos intereses públicos, primero503, los medios se basan en estudios de audiencias, en los que se busca conocer los gustos, intereses de las personas (posibles consumidores), con el fin de ofrecerles el producto que se acerque más a sus necesidades (del tipo que sean). Segundo, también se puede dar un proceso de construcción de lo que posiblemente le interesa a una particular instancia de percepción/interpretación blanco sin tomar en cuenta encuestas de audiencia. Tercero, los trabajadores de los medios pueden considerar conscientemente sus propios intereses para definir qué se presentará en los textos informativos, en estos casos esas personas se consideran a sí mismas como representantes de un grupo social determinado. Por último, los medios pueden decidir lo que le debe interesar a (lo que debe saber) una instancia de percepción/interpretación blanco, o sea, según criterios propios (ideológico, comercial, político, social) delimita qué deben saber los consumidores504. En resumen, el interés público respecto a una noticia específica corresponde al interés de un grupo particular, mientras que el interés público referido al conjunto del texto informativo (noticiero, periódico) son los intereses de distintos grupos sociales particulares.

Ahora bien, para hablar de un interés público se parte del presupuesto de que el acontecimiento mediático es el acontecimiento en bruto, ya que no se considera que lo presentado es una reconstrucción de una interpretación de un acontecimiento en bruto, y cuando se habla de interés público se refiere a que el acontecimiento en bruto -y no su interpretación- es el objeto de interés. De esta manera, cuando los medios argumentan que lo mostrado en sus productos semióticos es de interés público (o defender el interés público), anulan (ignoran) la distinción entre acontecimiento en bruto y acontecimiento mediático.

En definitiva, el supuesto interés público que sirve de argumentación para el proceso de producción (selección, montaje) de los textos informativos constituye una estrategia discursiva de autolegitimación (Vergara 2006) que utilizan los medios (y los políticos) para justificar su

503 Esta enumeración no sigue ningún tipo de orden.

504 De manera breve, la teoría de la agenda-setting postula y analiza de qué manera los medios deciden qué temas y acontecimientos se presentan en sus textos informativos y cómo aquellos se transforman en temas de discusión en la esfera pública.

trabajo y existencia. A lo sumo, se le puede otorgar a tal interés público la acepción ‘interés de un grupo social particular’.

En tercer lugar, se encuentra el uso del adjetivo público para referirse a objetos (ideas, hechos, opiniones) que son de conocimiento de los ciudadanos, es decir, a aquello que se le ha

“comunicado” o presentado a un gran número de personas. Debido a que los medios tienen la capacidad de llegar a muchas personas, el uso de este adjetivo se ha visto asociado a lo que se muestra en sus textos. De esta manera, se considera un acontecimiento como público505 cuando ha aparecido en esos productos semióticos. Asimismo, como bien afirma Thompson (1998), con el auge de las imágenes y, en particular, de la televisión se ha transformado “visible” en sinónimo de “público”, por lo cual los acontecimientos públicos son aquellos que son o han sido visibles para un amplio sector de la sociedad. Esta relación de sinonimia implica y genera que aquello que no es público es invisible, está oculto o, sencillamente, no existe. De esto se deriva la tensión que se produce entre los medios y distintas fuentes (actores), ya que, por ejemplo, en ocasiones las fuentes quieren mantener ocultos (invisibles) acontecimientos y hacen todo lo posible para que los medios no tengan acceso a ellos, mientras que en otras ocasiones son las fuentes las que desean acceder a los medios para transformar algo o a alguien en público506.

En cuarto lugar, la esfera pública la entendemos como un lugar de discusión abierto y visible para todos, es decir, donde se llevan a cabo interacciones comunicativas entre los miembros de una comunidad. Como bien se explica en Wessler et al507. (2008), la esfera pública se puede describir como una arena y un foro.

En una arena hay un número de hablantes que se comunican entre sí, observados por una audiencia sentada en la galería. Además de los hablantes y la audiencia, hay mediadores [...] que organizan el intercambio entre los hablantes y al mismo tiempo introducen sus opiniones e interpretaciones, de manera que se vuelven también en hablantes. En las catacumbas debajo de la arena se encuentra el área de bastidores donde los hablantes y mediadores preparan sus comunicaciones [...]. Todo el conjunto de la arena, la galería y el área de bastidores puede llamarse foro508 (Wessler et al. 2008: 4).

505 Aunque en algunos usos se asemejan, no estamos utilizando la acepción de público respecto a eventos ya sean gratuitos o pagados a los que cualquier persona puede ir (eventos o actos públicos). Estos eventos sociales se oponen a los que sólo un grupo determinado de personas puede asistir (eventos o actos privados).

506 A partir de esto se comprende la importancia que distintos actores sociales (políticos, artistas, deportistas) le otorgan al hecho de aparecer en los productos mediáticos.

507 Estos autores siguen la propuesta de Ferree et al. (2002) en el libro Shaping Abortion Discourse.

Democracy and the Public Sphere in Germany and the United States (Cambridge: Cambridge University Press).

508 Traducción nuestra de “In an arena a number of speakers communicate with each other, observed by an audience seated in the gallery. Apart from speakers and members of the audience there are mediators […] who organize the exchange between speakers and at times inject their own opinions and interpretations, thereby partly acting as speakers themselves. In the catacombs below the arena is a backstage area in which speakers and mediators prepare their communications […]. The entire complex of arena, gallery and backstage area can be called a forum” (Wessler et al. 2008: 4).

Dentro de esta descripción los medios son esos mediadores quienes, a su vez, se transforman en hablantes y la esfera pública se compone de muchos de esos foros. Sin embargo, no cualquier lugar es visible para todos509 y es aquí donde aparecen los medios de comunicación y sus productos semióticos, ya que ellos sí poseen la capacidad de hacer visible y de llegar a un amplio sector de la sociedad. Es así como el “foro” de los medios de comunicación (toda la máquina de la interacción mediática) se constituye en el principal foro de la esfera pública (Wessler et al. 2008: 4), el cual, a su vez, se compone de otros (sub)foros más específicos.

Consideramos que en la esfera pública se entrelazan y enfrentan los discursos en su manifestación semiótica, por cuanto es el lugar de interacción comunicativa entre los ciudadanos como tales. En el “foro” mediático también se dan las afinidades y tensiones entre los discursos, pero, en cuanto a los textos informativos respecta, se encuentran mediatizados, es decir, pasados por el filtro de la interpretación y la reconstrucción de los medios. La preponderancia del “foro” mediático ha hecho que, a veces, se lo conceptualice como la misma esfera pública. Esto ha generado que se subestimen otros foros, con la consecuente exclusión de discursos y actores. De hecho, esta reducción, afirmamos, provoca que la instancia de percepción/interpretación considere que existen (es decir, son públicos en la acepción de

‘visibles’) sólo los discursos (y los actores) que aparecen en los textos informativos (además de los propios), con lo que se excluye a los otros; y, asimismo, se muestra una homogeneidad discursiva, cuando en la realidad hay una multiplicidad.

Por último, la opinión pública ha tenido dos usos respecto a los medios de comunicación: como opinión colectiva más o menos homogénea (Park 1999: 13; Charaudeau 2003: 113); y como la suma de opiniones que se presentan en la esfera pública (Noelle-Neumann 1996, Eilders 2008), donde las opiniones del “foro” mediático sólo serían una parte de esa opinión pública. Ambas acepciones se utilizan para referirse a lo que producen los medios (generan opinión pública) y a lo que se presenta en sus productos semióticos (se presenta la opinión pública). Sin embargo, para Charaudeau (2003: 113-114), “definir la

“opinión pública” desde el punto de vista de los medios no es cosa fácil, [ya que sería] el resultado de un cruce entre “conocimientos” y “creencias” por un lado, y “opiniones” y

“apreciaciones”, por el otro.” Compartimos la postura de este autor y preferimos no utilizar esta expresión dentro de nuestro trabajo, principalmente, por los significados asociados a “opinión”

(ver Charaudeau 2003: 111-113).

509 No cualquiera puede tener voz en los productos de los medios, por lo cual no se le puede considerar como un lugar abierto, no obstante, pareciera que este aspecto no es tomado en cuenta, ya que se utiliza la metáfora de la arena y el foro, en los que tampoco cualquier persona puede hacer de hablante, ni mucho menos de mediador.

Otro concepto importante es espacio social. Proponemos entender el espacio social510 como el lugar en el que se llevan a cabo las prácticas y las interacciones entre miembros de una comunidad, las cuales organizan, regulan, discuten, comunican, reproducen, su vida social. De esta definición cabe precisar algunos puntos. En primer lugar, esas prácticas e interacciones pueden ser de cualquier tipo, es decir, no se reducen a aquellas semióticas (o comunicativas). En segundo lugar, al hablar de una comunidad se deja abierto el tamaño y la ubicación del espacio social. Por esto, el concepto de espacio social se puede aplicar a distintas comunidades y dependerá de éstas para su delimitación511. Al abordar los medios de comunicación y, particularmente, aquellos de alcance nacional (Costa Rica y Chile), los límites del espacio social coinciden con los de esa comunidad: nuestro espacio social corresponde al espacio social de la comunidad de Costa Rica y Chile. Ahora bien, se debe tener en cuenta que con la globalización y los avances tecnológicos (más facilidades para las telecomunicaciones) el espacio social nacional siempre tiene la posibilidad de ampliarse (claro ejemplo la UE), sin embargo, por la temática de nuestro corpus (criminalidad) y por el alcance de los medios analizados hemos realizado esa reducción. En tercer lugar, ¿quiénes son los miembros de la comunidad?

Entendemos como miembros de la comunidad de este espacio social a los ciudadanos en su rol de ciudadanos. Los ciudadanos son todas aquellas personas que tienen deberes y derechos dentro de la comunidad. Estos deberes y derechos no se reducen a términos legales (por ejemplo, quienes pueden votar o quienes poseen permiso de residencia), sino a todos los posibles actores dentro del espacio social. Ahora bien, estos usos de espacio social, comunidad y ciudadano generan que (casi) todas las interacciones llevadas a cabo en Costa Rica sean consideradas dentro del espacio social, por lo que no tendría ninguna particularidad. Lo anterior es cierto, sin embargo, la particularidad es la organización jerárquica que se hace de las prácticas, interacciones y agentes (actores) del espacio social. Es ahí donde los medios de comunicación con sus productos informativos desempeñan un rol fundamental. Ellos poseen un discurso sobre el espacio social, a partir del cual establecen los límites, la organización, las jerarquías de este espacio. Ese discurso se manifiesta en los textos informativos y puede ser compartido o apropiado por la instancia de percepción/interpretación, lo que generaría que un grupo mayor de personas posea ese discurso y, en consecuencia, actúe según éste. Esta

510 Algunos autores utilizan la categoría "espacio público", sin embargo, preferimos utilizar "espacio social", por cuanto "público" implica (en el uso cotidiano y académico del término) una oposición con

"privado". Esta oposición se da a partir de la acepción: "público" como `de todos los ciudadanos´, en contraposición con "privado", `propio de uno o unos pocos ciudadanos´. Consideramos que esta oposición (ya sea implícita o explícita) no es acertada al momento de abordar sobre qué informan los medios, ya que en tal caso "espacio público" se referiría a aquel lugar común a todos los ciudadanos. No obstante, como ya se señaló, hay acontecimientos que afectan a los ciudadanos que ocurren en lugares privados (no comunes a todos los ciudadanos) como empresas, casas, sobre los cuales "informan" los medios (por ejemplo, en las noticias sobre criminalidad).

511 Por ejemplo, la familia, amigos, redes sociales, barrio, ciudad, país...

actuación tiene repercusiones en la vida social, por cuanto el discurso sobre el espacio social engloba las interacciones sociales de las personas.

Finalmente, cabe señalar que es cierto que nuestra preferencia por el uso de "espacio social" en lugar de "espacio público" implicaría que se acepta que los medios de comunicación invadan la vida íntima (privada) de las personas e informen sobre esos acontecimientos, por cuanto pertenecen al espacio social. Sin embargo, ese problema (invasión de la vida privada) no es producto de la categoría "espacio social", sino de los discursos periodísticos y sobre el espacio social que tiene la instancia de producción. El primero guía el quehacer periodístico, es decir, las prácticas de los periodistas, mientras que el segundo divide, organiza el espacio social.

De ahí se deriva que si un actor y los acontecimientos en que se involucra se ubican en un lugar inferior de la estructura jerárquica del espacio social (del discurso sobre el espacio social), difícilmente los medios se interesen por su vida íntima y, en consecuencia, que informen sobre ellos.

5.6 ¿Sensacionalismo o periodismo sensacionalista?

Cuando se trabaja con textos informativos sobre la criminalidad inmediatamente aparecen términos como "noticias de sucesos", "sensacionalismo" o "periodismo sensacionalista". Todas estas categorías han sido construidas según parámetros propios. De esta manera, la etiqueta "noticias de sucesos" se basa en el criterio del tema central del texto informativo. A partir de este criterio se distingue tradicionalmente entre noticias nacionales (sobre el sector público y actores políticos), internacionales (sobre actores políticos internacionales y otros acontecimientos internacionales que no se incluyan en deportes o espectáculo), deportes, espectáculo (cultura y entretenimiento), el tiempo (informe metereológico), economía, judiciales512 y sucesos (sobre criminalidad, accidentes de tránsito, desastres naturales, entre otros). Esta clasificación es utilizada por muchos medios para estructurar el desarrollo del texto informativo televisivo, el noticiero. Como ya se afirmó, la forma en que un medio organiza el contenido de su producto semiótico informativo, manifiesta una división del espacio social y, por lo tanto, aspectos del discurso sobre ese espacio que poseen.

En las "noticias de sucesos" se incluyen noticias sobre distintas temáticas que, siguiendo a Imbert 2003, tendrían en común "el suceso -la transitividad del suceder y del «a mí también me puede suceder513»" (93). A partir de esto, se observa que los criterios son características del acontecimiento y su posibilidad de que le suceda a cualquiera. Sin embargo, estos criterios no se

512 Esta categoría a veces se incluye en sucesos.

513 Imbert (2003) incluye más temáticas dentro de los sucesos, por ejemplo, noticias sobre relaciones amorosas de famosos (divorcios, peleas, infidelidades). Sin embargo, esta temática normalmente se aborda en la sección sobre espectáculo y entretenimiento.

aplican a todas las noticias, por ejemplo, no se valora si una noticia internacional presenta un acontecimiento que le pueda suceder a cualquiera, sino que se clasifica como tal por ocurrir en el extranjero (exceptuando, en general, las noticias sobre deportes y espectáculo o sobre las relaciones exteriores del país del medio de comunicación). Por esto, en lo que respecta a nuestro trabajo, esta tipología no tiene utilidad como clasificación temática, ya que si bien agrupamos las noticias según su temática, lo hacemos de forma más precisa, por lo que no existiría una categoría tan amplia como las noticias de sucesos y, además, aplicamos los mismos criterios a todas las noticias. No obstante, al momento del análisis será relevante si en los noticieros en estudio se ha recurrido a esta clasificación para organizar su desarrollo.

Tradicionalmente los términos "sensacionalismo" y "periodismo sensacionalista" se han utilizado como sinónimos para referirse a una clase de periodismo "que busca generar sensaciones –no raciocinios- con la información noticiosa, tomando en consideración que una sensación es una impresión que se produce en el ánimo de las personas al impactar sus sentidos y sistema nervioso con algún estímulo externo” (Torrico 2002). Los fines de este periodismo serían económicos -mayores ventas y menor gasto- y políticos –mantener el orden (Torrico 2002; Seaton 2005: 33; Dulinski514 2003: 77-78). En general, se ha dicho que este periodismo recurre a diferentes recursos semióticos para provocar esas sensaciones y atraer la atención del público (Dulinski 2003: 72-74; Wykes 2001: 191; Bourdieu 2003: 22; Seaton 2005; 2002) entre ellos: predilección por determinados temas como enfermedades (graves o mortales), mala fortuna (suerte), accidentes (principalmente de tránsito), catástrofes, sexo y delincuencia;

utilización de imágenes explícitas (denotativas), en las que se ve la sangre, los cadáveres, desnudos, el sufrimiento; uso de colores llamativos como el rojo515.

Esta delimitación general tiene algunos puntos cuestionables. En primer lugar, consideramos que los términos "sensacionalismo" y "periodismo sensacionalista" no se deben usar como sinónimos, debido a que es una reducción, por cuanto "sensacionalismo" se puede aplicar a otros tipos de textos y no exclusivamente a textos informativos o prácticas periodísticas. En segundo lugar, decir que el "sensacionalismo" busca generar sensaciones en el público no es suficiente como criterio para identificar los textos sensacionalistas, por cuanto existen textos (por ejemplo, casi todo el arte) que poseen el mismo objetivo y no se los clasifica como sensacionalistas. En tercer lugar, reducir sus finalidades a aspectos económicos y políticos tampoco nos parece acertado, ya que, en el caso de los medios de comunicación, esos fines económicos (mayores ventas y menor costo) son compartidos por (casi) todos, por lo que no son exclusivos de unos medios ni un tipo particular de texto informativo, sumado a que esos fines mueven a todas las empresas de hoy. Lo que sí compartimos es que en la creación de ese tipo de

514 El trabajo de Dulinski (2003) es una revisión detallada de estudios en inglés y alemán sobre el periodismo sensacionalista.

515 Más adelante se presentarán los principales recursos utilizados en los textos informativos sensacionalistas.

producto mediático la lógica comercial sea más importante que la social o la política. Por otro lado, el fin político (mantener el orden) sólo se podría aplicar a los medios con mayor alcance y cercanos al poder político, por cuanto en muchos países existen o han existido medios y sus productos considerados sensacionalistas que atacan o atacaban a los grupos socioeconómicos dominantes (por el ejemplo, El Clarín516 de Chile). Finalmente, como se verá más adelante, no se puede caracterizar este tipo de textos a partir de los recursos semióticos utilizados, por cuanto también se presentan en textos no considerados sensacionalistas.

A pesar de lo anterior, el "sensacionalismo" y, en particular, el "periodismo sensacionalista" son conceptos de utilidad y que se relacionan con nuestro trabajo, por lo que precisaremos el uso que haremos de estos términos. Por "sensacionalismo" entendemos, siguiendo a Chalaby (1998), una estrategia comunicativa. Esta estrategia busca, por medio de la generación de sensaciones en los perceptores, la captación de destinatarios. Esto significa que hay un conjunto de prácticas que se realizarán y recursos que se utilizarán para lograr ese fin.

Las prácticas pueden ser verbales o de otros tipos (por ejemplo, todo el proceso de selección de un acontecimiento como noticiable, en el caso del periodismo) y entre los recursos, los semióticos tienen un rol principal, por cuanto esta estrategia busca una respuesta en los otros, en otras palabras, debe lograr una comunicación. De esta manera, el "sensacionalismo" no se reduce a textos periodísticos, sino que es una estrategia que puede recurrir a otros tipos de productos semióticos, por ejemplo, textos políticos (discursos, propaganda, campaña electoral), textos publicitarios, textos jurídicos (cuando se intenta apelar a las sensaciones del jurado), entre otros.

Por su parte, el adjetivo "sensacionalista" se aplica, consecuentemente, a aquellas prácticas o productos que son parte o resultado de esta estrategia. Así, un texto es considerado sensacionalista cuando se observe en éste una clara predilección por la generación de sensaciones con el fin de captar destinatarios. Ahora bien, para "observar" esa clara predilección se necesitan parámetros que permitan distinguirla de lo "no sensacionalista". De esto se infiere que "sensacionalista" es un concepto esencialmente contrastivo. Consideramos que en la base del proceso de construcción de este calificativo, relacionado con el periodismo, se encontraba (y encuentra) una oposición valorativa respecto a otros tipos de textos informativos y prácticas periodísticas: el periodismo serio (Cohen 2000: 8; Charaudeau 2003; Seaton 2005: 31). Este tipo de periodismo se basaría principalmente en la lógica social o política. De esta manera, el carácter contrastivo es evidente desde el "nacimiento”517 del término.

Ahora bien, este contraste, en cuanto a los textos, se da en dos dimensiones: una externa y otra interna. La externa se refiere a la oposición entre textos similares, el sensacionalista y el

516 El diario Clarín existió entre 1954 y 1973, se caracterizaba por lo lúdico y sus ataques a la clase alta y grupos de derecha. Fue clausurado durante el gobierno militar presidido por Augusto Pinochet (Sunkel 2001: 61-63).

517 Por "nacimiento" se entiende desde sus primeras aplicaciones sobre el periodismo.