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Directora y Representante de la UNESCO en México

Prefacio

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Innovación y cooperación social, científica e intelectual para el Desarrollo Sostenible 2030: una apuesta desde la UNESCO México

Nuria Sanz, Directora y Representante de la UNESCO en México

Gracias al Gobierno de Guanajuato, la Oficina de la UNESCO en México celebra la oportunidad que ha hecho posible un diálogo de saberes que, sin duda, es un referente de cómo una política subnacional afronta enteramente el compromiso de implementar un proyecto de innovación en el marco de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas. Entre las razones por las que el Foro tuvo lugar después de un año de estrecha y fructífera colaboración se encuentran las siguientes:

• la valentía de un Gobierno Estatal que había decidido pensar sus formas y sus maneras de entender la innovación en una escucha activa de otros modelos, experiencias y paradigmas nacionales e internacionales, a partir de una ciudadanía comprometida con sus formas de desarrollo;

• el interés y mandato de una agencia especializada de las Naciones Unidas como lo es la UNESCO, que asume de manera decidida el papel de presidenta del Comité Científico Asesor de Ciencia para el Secretario de la ONU, en concierto con el resto de agencias del sistema,

• y la convicción de que “ciencias” son todas las que nos guían al definir nuestra conducta, nuestra conciencia y nuestro bienestar.

El Foro estuvo construido con la convicción de que, tanto básicas como sociales, todas las ciencias y sus disciplinas deben pensar juntas qué clase de humanismo necesitamos para el siglo XXI, en el entendido de que, desde hace ya 70 años, desde nuestro nacimiento, seguimos impulsando ese mismo anhelo.

Cada una de las mesas de trabajo sirvió para el diálogo constructivo entre saberes disciplinares, geográficos, profesionales y personales muy diversos; para la UNESCO, la diversidad, y principalmente la diversidad cultural, es un requisito para el desarrollo. Nos acompañaron, además, representantes de las 25 Cátedras UNESCO mexicanas, una estupenda plataforma de pensamiento y acción a favor del mandato de nuestra organización en ciencia, cultura, educación y comunicación

La serie de entrevistas de las que da cuenta esta publicación, las visitas por los stands del Foro, los intercambios intra e interdisciplinarios, toda una profusión de ideas que han sido recogidas en lo que hemos venido llamando una

“declaración final”, resumen y asumen nuestro compromiso con la innovación para el desarrollo.

Formalizamos la invitación y nos reunimos en torno a un concepto de innovación que:

• se ha visto obligado a salir de sus lugares de confort en los departamentos de ingeniería o de economía en las universidades, o de los bien delimitados sectores de las políticas públicas y de los institutos especializados en investigación básica;

• que se guía y busca en las necesidades de la sociedad cuál es la mejor forma de convergencia entre academia, mercado y política pública; es decir, aquella innovación que además estudia e investiga sobre la pertinencia de las formas de desarrollo en sus contextos de aplicación;

||||||||||||||| 26 ||| de una innovación que asegura el diálogo constructivo social comunitario para el cambio en los procesos de toma de decisiones;

• sin duda en un concepto de innovación que no se entienda como prerrogativa de los países de renta media y alta;

• una innovación que piensa en los patrones de consumo y en los patrones de transmisión de conocimiento;

• una innovación capaz de formular nuevos modelos que monitoreen la implementación de la Agenda 2030, modelos que puedan servir de intercambiadores de información y de aproximación entre los sectores, entre los actores sociales y entre todos los países de alto, medio y bajo ingreso;

• una innovación que incluya en sus recetas el capital cultural, el social, el económico, el humano, el construido, lo producido y lo político, y que sea capaz de pensar sus pasos y asegurar su práctica y su medida al menos en periodos de 25 años; innovamos cuando pensamos en planeación, en investigación y en desarrollo asegurados institucionalmente en el mediano tiempo;

• una innovación que genere una adecuada y veraz información sobre lo genéticamente modificado y sobre las implicaciones en una mejoría de las condiciones nutritivas y de salud, sin dejar de sopesar los dilemas éticos; en realidad, nos hace falta también mucha innovación para combatir la desinformación;

• una innovación preocupada por cómo la información circula y se comparte en distintos contextos culturales y una innovación que se interrogue y analice las reacciones ideológicas y culturales de las tecnologías emergentes;

• una innovación para promover el discurso razonado, reflexivo, más allá de la emoción y de la imagen;

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• una innovación que se interrogue sobre la apropiación social del conocimiento y de las tecnologías; sobre la aceptación social de las biotecnologías; sobre la naturaleza y el carácter de los contextos de cambio tecnológico;

• una innovación que ve en la biotecnología, en la bioindustria y en sus regulaciones, nuevas formas de bioeconomía que necesitan repensar sus culturas empresariales;

• una innovación que nos sirva para repensar la naturaleza social y no sólo política o económica de los tratados de libre comercio y sobre el papel de la cooperación internacional en ello;

• una innovación preocupada por el uso y apropiación local de tecnologías globales;

• una innovación apegada a una academia que provea de análisis rigurosos socialmente comprometidos, pertinentes a la diversidad de los contextos sociales y culturales, que se dote sistemáticamente de un ejercicio riguroso de evaluación independiente;

• una innovación preocupada por sus formas de creación y por la protección de su valor y de su patrimonio intangible;

• una innovación preocupada por los efectos, quizá perversos (o no) de las patentes, y su manera de proteger (o no) los derechos humanos fundamentales en sociedades democráticas;

• una innovación para repensar la empresa, para impulsar el pensamiento creativo de las corporaciones gracias al capital creativo de cada uno/a de sus empleados/as;

• una innovación que quiere desenmascarar ciertas formas de ecologismo que actúan ideológicamente;

• una innovación sincera que entiende que la universalidad de acceso a energías limpias es una de las dianas más difíciles y lejanas de la humanidad;

• una innovación para la salud, para lo preventivo y lo terapéutico, preocupada por personas diversas funcionalmente con capacidades especiales físicas o intelectuales;

• una innovación que sabe que tiene que enfrentar desafíos éticos respecto al uso y aplicación de

tecnologías emergentes, sin dejar de garantizar el desarrollo armónico de la libertad y dignidad humanas.

• una innovación preocupada por definir las posibilidades de una ética global transhumanista para la inteligencia artificial, para la nanotecnología, para la robótica o para la vida sintética;

• una innovación que acerque a las epistemologías sociales y a la educación superior al conocimiento científico, que no pierde de su mira la condición humana;

• una innovación que se preocupa por analizar las mejoras o los empeoramientos del aprendizaje de la mano de las ciencias cognitivas y de los avances en neurocienca;

• una innovación que se interrogue por el ejercicio contemporáneo de una filosofía, sociología y antropología comprometidas; interesada en el ejercicio de etnografías colaborativas propiciadoras de cambio y movilidad sociales; una innovación que alerte por la desaparición de las lenguas menos escritas y menos habladas, y que genere una alerta social que beneficie su recuperación;

• una innovación comprometida con la articulación de los acercamientos entre lo público y académico, pero también entre los públicos y lo público, y entre todos estos y la industria;

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una innovación que piense en el ejercicio global del e-waste y de las políticas de reciclaje en los países de pequeños y medianos ingresos y que calcule e informe sobre sus efectos en términos de salud ciudadana y medioambiental;

• una innovación que exija estadísticas desagregadas por género, sensible a la diferencia de respuestas ante las crisis climáticas;

• una innovación que se preocupe por propender a formas de evolución adaptativas de corto plazo para enfrentar el mayor cambio laboral de la humanidad en los próximos 10 años;

• una innovación que sabe reconocer lecciones sociales y culturales en las mal llamadas formas de economía informal y que considera que son un capital social indiscutible.

Todas y cada una de las propuestas anteriores nos llevaron a formular algunos interrogantes: ¿podemos pensar en mejores índices de bienestar con la nuevas tecnologías, pero con el mismo modelo social?, ¿necesitamos gobiernos promotores o facilitadores de la innovación?, ¿cómo la gobernanza multinivel puede convertirse en mejor estimulador para la innovación?

El grupo de científicos sociales que nos acompañó se ha preguntado en su quehacer de décadas sobre los beneficios del acceso universal a la ciencia, sobre la transferencia tecnológica sur-sur, sobre los protocolos de investigación en genética en poblaciones contemporáneas, sobre los liderazgos tecnológicos mundiales capaces de hacerse con el control de masivo de los mercados de producción y distribución de conocimiento, sobre la re-conceptualización de las identidades y de los sentidos de pertenencia, sobre los aspectos éticos de la investigación social y sobre la formación de nuevos profesionales en ciencias sociales, capaces de dotar de forma y de fondo a una academia comprometida con el ejercicio de los derechos y libertades mutuamente correspondido entre el investigador y el/lo investigado, sobre formas de conciencia cívica global, sobre la contribución genuina de la ciencia social en el debate mundial de las diásporas y de la interculturalidad buscada o forzada.

Durante estos días, además, doce de las Cátedras UNESCO de México sesionaron y reconocieron el significado del Foro para impulsar el conocimiento y entendimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) y subrayar la responsabilidad científica y social de participar. Las cátedras reforzaron lazos para reflexionar sobre el valor colectivo de esta extraordinaria plataforma de análisis multidiciplinar y convinieron en el interés de propiciar la interacción entre ellas para desarrollar propuestas útiles en términos de innovación social. Las Cátedras se responsabilizan de la tarea de sensibilizar sobre costes ambientales, sociales y culturales de todo tipo de explotación, de recursos que impliquen impactos negativos de corto y largo plazo para las comunidades y para la naturaleza. Se comprometen asimismo a alinear sus investigaciones en curso a una investigación demostrativa del beneficio de la sostenibilidad, alineado al ejercicio de los derechos sociales, culturales y económicos, y a monitorear cómo estos análisis sirven a la implementación de los ODS de las Naciones Unidas. Las Cátedras expresaron su voluntad de contribuir a la innovación educativa, en el entendido de que el sujeto de análisis es la comunidad educativa en senso lato y no la comunidad pedagógica en stricto sensu. En este sentido, la educación para el desarrollo sostenible debería vertebrar la curricula a lo largo de toda la vida. Es entonces cuando la educación superior se convierte en un espacio social orientador de políticas científicas comprometidas con las mejoras de vida de los ciudadanos en el corto, medio y largo plazo, y con la voluntad tradicional y creativa del territorio. Los representantes de las Cátedras incluyeron en su discusión las formas de aprendizaje y de sociabilidad para nativos y no nativos digitales y las formas de movilidad social que propician. Subrayaron la necesidad de propiciar formas de emprendedurismo que vinculen al sector productivo y a la investigación de una forma más proactiva y sistemática, conocedora de los avances científicos y de las ventajas de asociarlos con conocimientos tradicionales en visiones de largo plazo.

La necesidad de generar una forma de conciencia social más universal es lo que alienta el ejercicio de la cooperación internacional. El trabajo desarrollado por Guanajuato y la UNESCO en México da buena cuenta de este propósito y hace de la innovación el principal recurso para lograrlo.

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Innovation and social, scientific and intellectual cooperation for the 2030 Agenda for Sustainable Development: the efforts of UNESCO Mexico

Nuria Sanz, Head and Representative of the UNESCO Office in México

Thanks to the Government of Guanajuato, the UNESCO Office in Mexico celebrates the opportunity that has enabled a dialogue between spheres of knowledge that establishes an example of how a sub-national policy can fully embrace the commitment to implement an innovative project in the framework of the 2030 Agenda for Sustainable Development of the United Nations. The reasons why the Forum took place after a year of close and fruitful collaboration include the following:

• the courage of a State Government that had decided to think about its ways of understanding innovation by actively listening to other models, experiences and national and international paradigms, grounded in a citizenship committed to its forms of development;

• the interest and mandate of a specialized agency of the United Nations such as UNESCO, which assumes the role of chair of the Science Advisory Scientific Committee for the Secretary of the UN, in concert with the rest of the agencies of the system;

• and the conviction that “sciences” include all those areas of knowledge that guide us in defining our behaviour, our conscience and our well-being.

The Forum was established with the conviction that all sciences – both pure and social – should reflect together on what kind of humanism we need for the twenty-first century, with the understanding that, for more than 70 years, since we were created, we continue to promote that same aspiration.

Each of the working tables served to establish constructive dialogue between very diverse disciplinary, geographical, professional and personal areas of knowledge. For UNESCO, diversity, and especially cultural diversity, is a basic requirement for development. We were also accompanied by representatives of the 25 Mexican UNESCO Chairs, a wonderful platform of thought and action supporting the mandate of our organization in science, culture, education and communication.

The series of interviews presented by this publication, the visits to the Forum’s stands, the exchanges within and between disciplines, a whole profusion of ideas that have been brought together in what we have been calling a

“final declaration”, summarize and present our commitment to innovation for development.

We formalized this invitation, and gathered around a concept of innovation that:

• has been forced to leave its comfort zone in the departments of engineering or economics in the universities, or the well-defined sectors of public policies and the specialized institutes in basic research;

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• is guided by and seeks in the needs of society the best form of convergence between academia, the market and public policy; that is, the innovation that also studies and investigates the relevance of forms of development in their contexts of application;

• ensures constructive social and community dialogue for change in decision-making processes;

• is not understood only as a prerogative of middle- and high-income countries;

• thinks about consumption patterns and knowledge transmission patterns;

• is capable of formulating new models that monitor the implementation of the 2030 Agenda, models that can serve as sites for exchange of information and closer coordination among sectors, among social actors and among all high-, medium- and low-income countries;

• includes cultural, social, economic, human, built, produced and political capital among its solutions, and is able to think about the steps it needs to take and to secure its practice and its measures for periods of at least 25 years; we innovate when we think about planning, research and development that are institutionally secure in the medium term;

• generates adequate and truthful information on genetic engineering and on its implications for an improvement to nutritional and health conditions, without failing to weigh up the ethical dilemmas; in fact, we also need a lot of innovation to combat misinformation;

• is concerned with how information circulates and is shared in different cultural contexts, and interrogates and analyses the ideological and cultural reactions to emerging technologies;

• promotes reasoned, thoughtful discourse, beyond emotion and images;

• questions the social appropriation of knowledge and technologies, the social acceptance of biotechnologies, and the nature and character of the contexts of technological change;

• sees in biotechnology, in bioindustry and in their regulations new forms of bioeconomy that need to rethink their business cultures;

• serves to rethink the social and not only political or economic character of free trade agreements and the role of international cooperation in this;

• is concerned with the local use and appropriation of global technologies;

• is involved with academia to provide rigorous and socially committed analysis, relevant to the diversity of social and cultural contexts, that is systematically provided with a rigorous independent evaluation exercise;

• is concerned with its forms of creation and the protection of its value and its intangible heritage;

• is concerned with the potentially perverse (or not) effects of patents, and their way of protecting (or not) fundamental human rights in democratic societies;

• rethinks the form of the company, in order to promote creative thinking in corporations drawing on the creative capital of each of their employees;

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• seeks to unmask certain forms of environmentalism that act on an ideological basis;

• sincerely understands that universal access to clean energies is one of the most difficult and distant targets of humanity;

• an innovation for health, for both prevention and cure, concerned with functionally diverse people with special physical or intellectual capacities;

• knows that it has to face ethical challenges regarding the use and application of emerging technologies, while guaranteeing the harmonious development of human freedom and dignity;

• is concerned with defining the possibilities of a global transhumanist ethic for artificial intelligence, for nanotechnology, for robotics or for synthetic life;

• brings social epistemologies and higher education closer to scientific knowledge, without losing sight of the human condition;

• is concerned with analysing the improvements or worsening of learning together with the cognitive sciences and advances in neuroscience;

• questions the contemporary and committed practice of philosophy, sociology and

anthropology; is interested in the exercise of collaborative ethnographies propitiating social change and mobility; and is alert to the disappearance of the least written and spoken languages, generating social awareness to foster their rescue;

• is committed to the articulation of approaches between the public and academia, but also between the public and different audiences, and between all of these and industry;

• thinks about the global exercise of e-waste and recycling policies in low- and middle-income countries and that calculates and reports on their effects in terms of citizen and environmental health;

• demands statistics disaggregated by gender, sensitive to the difference in responses to climate crises;

• is concerned with moving towards short-term adaptive change in order to confront the greatest labour change humanity faces over the next 10 years;

• knows how to recognize social and cultural lessons in the misnamed informal economy, and considers these to be indisputable social capital.

Each and every one of the above proposals led us to formulate questions: Can we think of better welfare indexes with the new technologies, but with the same social model? Do we need governments that are promoters or facilitators of innovation? How can multilevel governance become a better stimulator of innovation?

In their decades-long work of research, the group of social scientists who accompanied us has interrogated the benefits of universal access to science, on south-south technology transfer, on genetic research protocols in contemporary populations, on global technological leadership able to take control of the massive markets of production and distribution of knowledge, on the re-conceptualization of identities and sense of belonging,