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Líneas de acción planteadas

Universidad de Nebrija / UNISCI

4. Líneas de acción planteadas

Entre las acciones planteadas por España para reforzar esta relación se incluyen tanto las bilaterales como las que quieren aprovechar el marco de la UE, una opción esta última que no parece desacertada, ya que España no puede ni debe mantenerse al margen de los planteamientos de sus socios europeos, pero que desde luego tampoco es nueva y que debe traducirse en acciones concretas que supongan una mayor implicación española en la definición de los objetivos de la UE en la región de Asia-Pacífico18 –de forma que sean más coherentes con los intereses españoles- y en el desarrollo de las políticas y acciones orientadas a la consecución de esos objetivos19.

15 "Livre Blanc…", op. cit., pp. 10.

16 Molina, op. cit., pp. 85.

17 El Libro Blanco francés introduce una clara definición/distinción de unos y otros; ver: "Livre Blanc…", op.

cit., pp. 10.

18 Molina, op. cit., pp. 85.

19 Informe Elcano, “Hacia…”, op. cit., pp. 48.

Junto a ello, tampoco se puede pasar por alto en relación con esta cuestión, la falta de una presencia sólida de la Unión Europea en Asia –tanto por ausencia de capacidad como de voluntad-, ni la preferencia por las aproximaciones nacionales y fragmentarias a la región en detrimento de una aproximación europea de conjunto. Y es que, si en hay algún ámbito donde se hacen especialmente evidentes las debilidades de la Política Exterior de la UE, ése es Asia.

Una falta de presencia que, por otra parte, deja aún mayor espacio en la región a unos Estados Unidos que, como apuntábamos más arriba, sí están apostando decididamente por la región.

Por otra parte, se echa en falta una valoración más detallada de qué relaciones bilaterales se consideran prioritarias o, dicho de otro modo qué Estados de la región de Asia-Pacífico deben ser objeto de especial atención, bien por su valor como socios para garantizar nuestra seguridad, bien como elementos que puedan contribuir a ponerla en riesgo.

Una valoración que, por otra parte, debería acompañarse de un análisis realista de las capacidades y la voluntad de España para profundizar en esas relaciones que tuviera en cuenta, entre otras cuestiones, la tradicional falta de presencia española en Asia-Pacífico20.

A diferencia de esta situación, en la National Security Strategy de Reino Unido, por ejemplo, se indica que “a key feature of this change will be the rise of China and India as global powers” y se afirma “the importance of enhancing our bilateral relationships with these countries and other emerging powers”21.

En una línea similar en el Libro Blanco de Defensa y Seguridad Nacional francés se señala claramente que “…dans un contexte d’augmentation continue des budgets de défense de la región et de la montée de tensions interétatiques en Asie du Nord-Est et du sud-Est. Le réequilibrage en cours du dispositif militaire américain vers l’Asie-Pacifique devrait donc être porsuivi. Il constituera un facteur dimensionnant pour la France”22.

Por otra parte, en la Estrategia Española se indica que España “debe fomentar la consolidación de las estructuras asiáticas de seguridad”, pero no queda claro que tenga capacidad para hacerlo realmente ni cuáles serán las estrategias para tratar de actuar en esa dirección, más allá de ignorar la notable falta de una lógica de conjunto existente en la actualidad en las “estructuras asiáticas de seguridad” así como la clara falta de medios de que en muchos casos adolecen tales estructuras que, como ya se ha indicado, les impide dar respuesta a los problemas de seguridad presentes en el área.

En ese mismo sentido, se habla (p19) de que se debe “aumentar la ya intensa colaboración con los organismos de seguridad de los países estratégicos…” sin que quede claro qué se entiende por organismos de seguridad ni se precise cuáles dentro de la región son considerados países estratégicos.

Por lo demás, esa apuesta por los canales multilaterales y los organismos de seguridad haría pensar que se está ante problemas de carácter transnacional que no se puede abordar eficazmente desde un marco estrictamente estatal, pero como ya se ha dicho más arriba, este extremo no queda claro en la determinación de los riesgos y amenazas.

20 Abad Quintanal, Gracia: “La Política Exterior Española hacia Asia-Pacífico: de inexistente a insuficiente”, UNISCI Discussion Papers, nº 27 (Octubre 2011), pp. 151-161.

21 “A Strong Britain in an Age of Uncertainty: The National Security Strategy”, HM Government (October 2010), pp. 15 y ss.

22 Livre Blanc...", op. cit., pp. 29 y ss.

En otro orden de cosas, el texto también menciona la conveniencia de “contribuir a la inserción de esas potencias (entendemos que las de la región de Asia-Pacífico) en el orden global” (p18) sin que quede claro por qué se considera que están al margen del mismo.

También resulta llamativo que el texto es en su mayor parte una reiteración de las reflexiones que ya se hacían en la Estrategia Española de Seguridad en relación con Asia, tanto en lo que hace a la determinación de la importancia de la región, como a los principales desafíos para la seguridad presentes en ella, como al papel que debe juega y debe jugar en la zona.

5. Conclusiones

La Estrategia de Seguridad Nacional que ve la luz en 2013 resulta escasamente novedosa respecto a su predecesora Estrategia Española de Seguridad en relación con los planteamientos hacia Asia-Pacífico, pese a incluir esta área entre los “entornos estratégicos”, asigna una muy baja prioridad a la región, pasando con ello por alto la principal dinámica presente en el sistema internacional actual: el cambio del centro de gravedad de los asuntos internacionales desde el Atlántico al Pacífico y, con él, la creciente atención de los Estados Unidos a esa área. En esa línea, la Estrategia apenas si hace una reflexión seria acerca de los riesgos y amenazas para España que podrían provenir de la zona de Asia-Pacífico.

Por lo demás, y como no podía ser de otro modo, la pobre descripción de los riesgos y amenazas de que hablábamos se acompaña también de una muy vaga definición de las estrategias a seguir, tanto en el nivel bilateral como en el multilateral, que tampoco se detiene a analizar las limitaciones y fallos evidenciados hasta el momento en ambos niveles.

Frente a ello, habría sido deseable que la estrategia analizara la región de Asia-Pacífico a partir de planteamientos más novedosos y que, sobre la base de la creciente importancia de la región, pero siendo consciente de las limitaciones que tanto la política exterior española como de la Unión Europea, han presentado siempre en relación con Asia, hubiera propuesto estrategias concretas y potencialmente efectivas con vistas a hacer frente a las amenazas y desafíos procedentes de la región por los que España pueda verse afectada.

LA ESTRATEGIA DE SEGURIDAD NACIONAL: LA PERSPECTIVA Y