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El único plebiscito que Hugo Chávez perdió, en 2007, dejó fracasar su intento de cambiar la Constitución de 1999 a través de una reforma es-crita apresuradamente. Este intento se encontró no sólo con la espe-rada resistencia de la oposición de derecha, sino también con críticas de izquierda de las filas del chavismo y sus simpatizantes. La reforma prevista tenía por objeto una concentración aún mayor del poder en la figura del presidente de la república y habría reducido los derechos de los ciudadanos a la participación democrática.

La constitución adoptada al inicio de la presidencia de Chávez mantuvo las características básicas de una democracia representativa.

Las reservas en contra tuvieron algo que ver con la experiencia de la

14 Consúltese en http://media.cubadebate.cu/wp-content/uploads/2019/01/Constitu-cion-Cuba-2019.pdf.

15 En 2009, Boaventura de Sousa Santos quiso estimular tal discusión con un artículo notable. Su bien fundamentado ataque al concepto de partido de vanguardia quedó sin eco (De Sousa 2009).

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87 Cuarta República: en ese momento, incluso en elecciones libres

regula-res, el ejercicio del poder en el Estado podía organizarse de tal manera que los partidos políticos en competencia estuvieran igualmente al ser-vicio del sistema del capitalismo dependiente, con la exclusión de facto o incluso formal de las fuerzas políticas que buscaban un cambio social fundamental. Sin embargo, la crítica justificada a este modo de gobier-no, que no sólo se practicaba en Venezuela, no debe pasar por alto el he-cho de que incluso una democracia meramente representativa contiene elementos que alguna vez fueron conquistados desde abajo contra un gobierno arbitrario desde arriba: entre ellas figuran las elecciones libres periódicas, la separación de poderes, la garantía de los derechos de las minorías y otras características del pluralismo político. En América La-tina en particular, la democracia, aun en este sentido limitado, tuvo que ser conquistada una y otra vez en la lucha contra las dictaduras militares y los regímenes autoritarios.

En cualquier caso, tras la victoria electoral de los políticos de iz-quierda, algunas instituciones de una democracia representativa pare-cen ser un obstáculo para la implementación de cambios progresivos.

Por ejemplo, las fuerzas conservadoras que todavía están presentes en un poder judicial independiente pueden obstaculizar deliberadamente las políticas gubernamentales progresistas. El viejo aparato estatal de Venezuela tampoco quedó en absoluto destrozado cuando Hugo Chávez asumió el cargo y su personal fue muy capaz de sabotear las medidas de reforma. En sus primeros años de gobierno, Chávez reaccionó ante esta constelación de tal manera que evitó las confrontaciones directas y pre-firió tomar desvíos, por ejemplo, con las recién creadas misiones, que lograron mejoras notables en áreas importantes de la vida de la mayoría de la población con campañas a gran escala que involucraban a los inte-resados, lejos del aparato estatal viejo. Todo esto se logró en el marco del orden constitucional de una democracia representativa.

Por lo tanto, los derechos civiles garantizados en una constitución democrática no deben entenderse de ninguna manera como un com-promiso temporal, como concesiones forzadas a las preferencias de una burguesía liberal orientada hacia los modelos occidentales, más bien

lacrisisdelosregímenesprogresistas

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representan las bases indispensables para toda política de izquierda con-cebible. Su erosión o incluso su abolición no es un progreso revolucio-nario, sino una recaída en las aberraciones estalinistas.

En este sentido, una plataforma para la defensa de la Constitución de 1999, tal como la lanzaron algunos intelectuales independientes en Venezuela en 2016, parece ser de fundamental importancia.16 Es más que una maniobra táctica para evitar una inminente guerra civil y ofrece la oportunidad de referirse a una fase inicial positiva del chavismo, en la que la Constitución fue respetada y actualizada en su contenido.

Los acontecimientos en Bolivia en 2019 muestran que el descono-cimiento de los derechos civiles garantizados por la Constitución también puede dañar y hacer colapsar un régimen que se consideraba particu-larmente estable debido a sus éxitos económicos y sociales. Mientras que Evo Morales y Álvaro García Linera se creían seguros en manos del aparato de control y represión, surgió un movimiento de protesta demo-crática muy amplio contra el abuso de poder y el fraude electoral, inclu-yendo a los decepcionados seguidores del partido estatal. Precisamente debido a que se había ido eliminando una oposición comprometida con objetivos progresistas, se proporcionó a las figuras de la extrema dere-cha la oportunidad de presentarse como paladines de la democracia y de intervenir en los acontecimientos con métodos manipuladores para convertirse ellos mismos en la fuerza determinante. Esto no se produjo mediante un golpe de Estado por parte de generales ultrarreaccionarios y/o comprados, que entonces habrían establecido un régimen militar duradero basado en el modelo chileno, sino bajo el disfraz de salvar la democracia formal de supuestos estafadores electorales, que podrían ser destronados y expulsados al exilio.

No cabe duda de que Estados Unidos acogió con agrado el derro-camiento de Evo Morales, y ciertamente no se han quedado de brazos cruzados antes de armar a sus oponentes, incluso con los métodos sub-versivos que han caracterizado la política estadounidense en América Latina durante décadas. Pero en lugar de presentar a Evo

exclusiva-16 Consúltese en Plataforma por la Defensa de la Constitución Bolivariana (2016).

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89 mente como una víctima de las intrigas imperialistas, como se ha

pro-bado a menudo, no debemos evitar cuestiones cruciales: ¿cómo pudo suceder que la base social original se perdiera parcialmente? ¿Fue la política de asegurarse despiadadamente de poder según el modelo del socialismo estatal la que finalmente preparó el camino hacia la pérdida de poder?17

17 También hay que tener en cuenta los cambios en la estructura social como resultado de la política gubernamental económicamente exitosa, especialmente el crecimiento de las clases medias cada vez más seguras de sí mismas, incluso en el sector indígena.