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la misma decisión que los Foulkes; más tarde aceptaron puestos de enseñanza en Nicaragua y Cuba y, desde América Latina, también se comprometieron en los EE.UU. para propagar una teología de la li-beración de corte protestante.

Algún tiempo después, también el movimiento evangelical expe-rimentaría un desarrollo semejante que, sin embargo, estaría caracte-rizado de rupturas más bruscas.

Confraternidad Evangélica Latinoamericana (CONELA) En esta línea, la fundación de la organización ecuménica Consejo Latinoamericano de Iglesias, CLAI (decidido de manera oficial, en 1978, en un importante encuentro protestante en México, y concreti-zado en Perú, en 1982) fue respondida el mismo año con la fundación de una contra-organización conservadora. La idea de fundar la Con-fraternidad Evangélica Latinoamericana (CONELA)45 provino de un grupo de activistas en un congreso de Billy Graham en Pattaya, Tai-landia, bajo la dirección de dos colaboradores de Luis Palau, el evan-gelista de masas argentino-estadounidense. Palau financió la funda-ción de CONELA en 1982 en Panamá y puso a disposifunda-ción al primer Secretario General. Pero esta nueva organización no consiguió reclu-tar un número significativo de miembros importantes de la sólida Fra-ternidad Teológica Latinoamericana (FTL) de tendencia liberal con-servadora. CONELA denunció al CLAI por comunismo, radicalismo y todas aquellas cosas que se suelen mencionar en estos casos; la po-larización que resultó de esta controversia, era tema o, por lo menos, se podía percibir entre 1980 y 1990 en casi todas las conversaciones con protestantes latinoamericanos. No obstante, CONELA como or-ganización es menos conocida que CLAI. Los interlocutores que per-tenecían a ella se caracterizaban por una fuerte posición fundamenta-lista y su orientación en la estrategia del “Iglecrecimiento” (Church Growth) de Donald McGavran, así como también en el protestan-tismo misionero de los Estados Unidos. Esto corresponde – tal como lo señala David Stoll – , a que CONELA es apoyada por la clase di-rigente de las misiones de derecha en los EE.UU., entre ellos Billy Graham, Campus Crusade for Christ (Cruzada Estudiantil y Profe-sional para Cristo), Overseas Crusade y Luis Palau. Además la ma-yoría de sus líderes y rostros mediáticos están estacionados en EE.UU. Entonces, aquí estamos frente a un modelo de cooptación y control del entrelazamiento transnacional: una organización

45 Una interesante descripción de CONELA se encuentra en Stoll 1990, 132ss.

mericana, creada y controlada desde los EE.UU., representa las posi-ciones del movimiento misionero conservador estadounidense y de la derecha religiosa como “latinoamericanas”.

Fraternidad Teológica Latinoamericana (FTL)

Algo similar había tenido anteriormente en mente el misionero y agitador estadounidense C. Peter Wagner con el primer Congreso La-tinoamericano de Evangelización (CLADE I) y la Fraternidad Teoló-gica Latinoamericana (FTL).46 Wagner fue misionero en Bolivia, más tarde gurú de la estrategia del Iglecrecimiento para la misión estadou-nidense orientada cuantitativamente y, finalmente, inventor neopen-tecostal de finezas demonológicas, como los espíritus territoriales (te-rritorial spirits). Wagner sabía cómo atribuirse a sí mismo el papel de protagonista. Los antagonistas eran, pars pro toto, tres líderes evangelicales jóvenes muy bien preparados: René Padilla de Ecuador, Samuel Escobar de Perú y Orlando Costas de Puerto Rico.

Como continuación del Congreso Misionero Mundial de las “In-dustrias” Billy Graham en Berlín, en 1966, algunos latinoamericanos evangelicales organizaron el primer Congreso Latinoamericano de Evangelización I (CLADE I) en Bogotá, en 1969. Por lo demás, uno no puede dejar de lado la presunción de que este congreso era una respuesta evangelical a la Tercera Conferencia Evangélica Latinoa-mericana (CELA III) que el Consejo Mundial de Iglesias había reali-zado ese mismo año. La respuesta fue en casi todos los aspectos es-tadounidense, excepto por el hecho de que estaban presentes muchí-simos delegados de las iglesias latinoamericanas, quienes diaria-mente tenían que luchar contra la miseria, la violencia y la represión.

Wagner dispuso que se repartiera gratuitamente a todos los asistentes un tratado escrito por él, Latin American theology: radical or evan-gelical? (Teología latinoamericana: ¿radical o evangélica?). En él distingue tres tipos de cristianos en Latinoamérica: protestantes con-servadores, jerarquía católica conservadora, y radicales de izquierda con una teología secularizada. Wagner argumentó que dado que en el

46 Salinas 2009; Swartz 2012; Clawson 2012; Gutiérrez 2015b.

protestantismo latinoamericano no se escuchaba nada sensato sobre la relación iglesia y mundo, solo podía enfrentarse la inundación iz-quierdista con su modelo de crecimiento de la iglesia. Así tan entu-siastas como reaccionaron algunos estadounidenses, así de indigna-dos estaban los latinos. Samuel Escobar, quien según el programa de-bía hablar sobre los beneficios de la economía de libre comercio de los EE.UU. en América Latina, pronunció un discurso sobre la res-ponsabilidad social de la Iglesia, la venta del evangelio a una ideolo-gía de la clase media, la imposición de una agenda estadounidense, la necesaria renuncia a la ayuda extranjera y la confrontación con las teologías “anglo”.

Un año más tarde, en diciembre de 1970, un grupo de teólogos latinoamericanos evangelicales fundó en Cochabamba, Bolivia, la Fraternidad Teológica Latinoamericana (FTL). En esa oportunidad, Wagner no tuvo éxito con su papel como pelmazo. Apareció en la sesión inaugural con un proyecto, escrito por él, con los estatutos de la FTL y exigió que fuera aceptado oficialmente. Wagner no solo deseaba imponer la infalibilidad de la Biblia, sino también subordinar la viabilidad financiera de la FTL a la observancia de condiciones teológicas. Por supuesto que no pudo salirse con la suya. Dos años después la organización paraguas Evangelical Foreign Missions As-sociation amenazó con retirar la promesa de financiación, si la FTL invitaba a un encuentro al teólogo liberal José Míguez Bonino. La carta respuesta de la FTL afirma que “Uds. no nos van a decir a quién invitamos ni a quién no invitamos. Somos la FTL (con énfasis en la

‘L’).” (Swartz 2012,120) La FTL representa en muchos aspectos po-siciones evangelicales, pero toma en serio la manera de trabajo her-menéutica de la Teología de la Liberación, respeta su exégesis, critica el imperialismo estadounidense y la identificación de la fe con el ca-pitalismo y asigna alta importancia a la responsabilidad social de las iglesias. La tentativa de reconciliar la Teología de la Liberación y la identidad evangelical se realiza hermenéuticamente, estableciendo la contextualidad de todo conocimiento; una comprensión que el inge-nuo positivismo de la teología evangelical estadounidense contradice

diametralmente. Finalmente, la FTL se presenta como un camino in-termedio entre el marxismo y el anticomunismo militarista.

Efectos en los EE.UU.

Un aspecto particular de estas actividades ha sido su efecto re-troactivo sobre el evangelicalismo en EE.UU. Importantes represen-tantes de la FTL estudiaron en los EE. UU y mantienen buenas rela-ciones, siendo invitados a charlas y seminarios. El boletín de la Fra-ternidad se publica también en inglés y así puede ejercer influencia en el ámbito estadounidense. Especialmente efectiva fue la aparición de Samuel Escobar en el Congreso Internacional de Evangelización Mundial, en Lausana, Suiza, convocado por la organización de Billy Graham, en el año 1974. Cerca de una docena de miembros de la FTL criticaron allí la estrecha visión estadounidense del evangelio cen-trada en el “conteo de cabezas” (head count) y su conexión con la cultura estadounidense, criticaron el entusiasmo guerrero de los evan-gelicales, defendieron los derechos de los palestinos frente a Israel y exigieron una evangelización holística (misión integral). Sobre todo, a través de organizar un grupo de presión, consiguieron insertar en la declaración de la conferencia y, por lo tanto, en el programa general del movimiento de Lausana, un largo artículo sobre la responsabili-dad social de la iglesia (World Evangelical Fellowship 1974, sección 5). Wagner y otros combatientes de sus mismas ideas no estuvieron de acuerdo en absoluto, aunque la mayoría de los delegados latinoa-mericanos sí lo estaban. Además esta acción amplió la influencia de la FTL en la izquierda evangelical estadounidense que se estaba for-mando en torno a Jim Wallis y sus Sojourners, Ron Sider con sus Evangelicals for Social Action (Evangelicales para la Acción Social), así como otras organizaciones. Hasta ahora, según Clawson, se ad-vierten estos efectos ulteriores, especialmente, cuando se trata de mo-vimientos para la Integral Mission (Misión Integral), que siguen las ideas de René Padilla.

Gracias a los estrategas de la FTL, América Latina con sus pro-blemas sociales entra con mayor fuerza en el foco de los

evangelica-les de izquierda en EE.UU. Con esto, la dirección objetiva del entre-lazamiento se ha invertido, si puede decirse así. De este modo se ase-meja al protestantismo ecuménico de América Latina, que estaba ali-mentando los discursos y prácticas del protestantismo mainline con ideas teológicas, desde hacía ya bastante tiempo; solo que la FTL sabe hablar a los evangelicales en un lenguaje apropiado para ellos.

Esta inversión del rumbo del entrelazamiento, quizás, podría enten-derse como un panamericanismo desde el sur. Pues, no hay que olvi-dar que Bolívar y San Martín también son responsables del pensa-miento panamericano. En todo caso, la inversión de los efectos del entrelazamiento ocuparía más tarde un papel importante en las con-troversias en torno a las guerras en Centroamérica.

En la década de 1980, durante las guerras centroamericanas, se pro-dujeron intensivos entrelazamientos entre los actores interesados del norte y del sur los cuales, traspasando la práctica religiosa, alcanzaron lo político y lo militar. El apoyo militar y las armas de la guerra espi-ritual fueron suministrados por los EE.UU. Y la chispa de las luchas centroamericanas encendió las disputas políticas en EE.UU.