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T I VI DAD ECONÓM ICA

Im Dokument América del Norte (Seite 24-28)

Desde la aprobación del TLCAN, las inversiones y el comercio interior en América del Norte han experimentado un gran crecimiento. Como consecuencia, el continente está hoy más cerca de convertirse en una plataforma de innovación, diseño, producción y servicios. Juntos, Esta-dos UniEsta-dos, Canadá y México han incrementado notablemente su efi-ciencia y competitividad. Asimismo, se ha producido una mejora del nivel de vida en el continente en su conjunto.

Sin embargo, una combinación de determinadas políticas fron-terizas, lagunas en el ámbito de la infraestructura y resistencia a la competitividad y a las reformas estructurales, sumadas al aumento de oportunidades en otras partes del mundo, han restado impulso al proyecto de un mercado norteamericano verdaderamente competi-tivo. Es necesario actualizar las relaciones económicas trilaterales de

acuerdo con las exigencias del siglo XXI. El Grupo de Trabajo recomienda la adopción de una serie de medidas específicas orientadas a la circulación libre y sin obstáculos de bienes y servicios entre las fronteras interiores de América del Norte.

La mejora de las redes de transporte de América del Norte, la expan-sión de los programas de autorización previa de exportaciones y la aceleración de las cadenas logísticas y de valor podría estimular el creci-miento regional e impulsar a los tres países a competir a escala mundial.

América del Norte no está aprovechando su posición de ventaja tec-nológica para interconectar sus economías nacionales de forma segura y eficiente. El Grupo de Trabajo recomienda dar pasos hacia una gestión fronteriza basada en el principio «despachado una vez, aprobado tres veces».

Las políticas económicas globales y comerciales de Estados Unidos deben tener en cuenta los intereses económicos trilaterales. El continente funciona cada vez más como una unidad económica con intereses inter-conectados. Las negociaciones del Acuerdo Estratégico Transpacífico de Asociación Económica (TPP, por sus siglas en inglés), en las que partici-pan los tres países norteamericanos, podrían aprovecharse para actuali-zar las cláusulas del TLCAN que han quedado desfasadas. El Grupo de Trabajo exige que Canadá y México puedan incorporarse a las negociaciones entre Estados Unidos y la Unión Europea para la creación de una Asociación Transatlántica de Comercio e Inversión (ATCI), para promover la inte-gración y una perspectiva continentales. El TLCAN también abrió la puerta a estrechar los vínculos económicos entre América del Norte y América Latina. El Grupo de Trabajo recomienda que los países de América del Norte exploren formas de trabajar sobre tratados de libre comercio (TLC) solapa-dos —como la Alianza del Pacífico y TLC bilaterales entre Estasolapa-dos Unisolapa-dos y Canadá con países de América Latina— con el objetivo de progresar hacia un comercio más libre en el hemisferio occidental.

SEGUR I DAD

América del Norte ha avanzado mucho desde las guerras del siglo XIX.

Desde luego, sus 12,000 kilómetros de frontera reflejan puntos de ten-sión fruto de las nuevas amenazas, pero la ausencia de disputas territo-riales y el espíritu de cooperación entre los tres países son la envidia de las potencias mundiales.

Para sacar el máximo partido de la integración continental, los socios norteamericanos deben enfrentar juntos las amenazas comunes. Los terroristas, las organizaciones criminales y de tráfico de drogas, los ciberataques y las enfermedades suponen riesgos para los tres países.

El Grupo de Trabajo recomienda adoptar como objetivo a largo plazo la implementación de una estrategia de seguridad unificada para América del Norte. Este proceso podría empezar por la transformación de los pro-gramas de seguridad bilaterales en propro-gramas trilaterales.

Estados Unidos y Canadá tienen también un interés compartido en ayudar a México a reforzar su estado de derecho y combatir el crimen organizado. El Grupo de Trabajo recomienda que Estados Unidos, con la colaboración de Canadá, y sobre la base de la Iniciativa Mérida, preste su apoyo a los mexicanos en sus iniciativas para reforzar el estado de derecho democrático, desmantelar las redes criminales, contribuir al desarrollo de comunidades cohesionadas y fuertes, y reducir el tráfico de armas y el con-sumo de drogas.

Los norteamericanos deben actuar también de forma conjunta ante los retos de seguridad regional de más amplio alcance. El Grupo de Tra-bajo insta a que se plantee una nueva iniciativa regional y norteamericana de apoyo a América Central, en la línea del Plan Colombia; Estados Unidos y Canadá deberían desarrollar también una estrategia común en el Ártico.

COMUN I DAD

Los ciudadanos de América del Norte son clave para el futuro de un conti-nente competitivo y saludable. Ciertamente, los individuos y las familias de América del Norte son su efectivo más indispensable. A diferencia de lo que sucede en gran parte del resto del mundo, la demografía en América del Norte podría convertirse en otra fuente de fortaleza. Pero para capi-talizar ese potencial, los tres países deben fomentar el desarrollo de una población activa capacitada, calificada, flexible, móvil y compartida.

El sector educativo se encuentra ante un momento de transformación;

el uso innovador de tecnologías, nuevos modelos de escolarización y la presión de los costos competitivos en el ámbito de la educación terciaria brindan grandes oportunidades. Los tres países de América del Norte conservarán sus prerrogativas sobre educación, pero eso no significa que no puedan cooperar y aprender unos de otros.

El Grupo de Trabajo recomienda encarecidamente la implementación de una amplia reforma federal de inmigración que proteja las fronteras de Estados Unidos, permita ofrecer visas sobre la base de necesidades económi-cas, invite a personas calificadas y con talento a establecerse en Estados Unidos y ofrezca una vía para la legalización de los inmigrantes indocumen-tados ya residentes en Esindocumen-tados Unidos. El Grupo de Trabajo recomienda también la creación de un Acuerdo para la Movilidad en América del Norte, una expansión y facilitación de las visas del Tratado TLCAN (visas TN, por sus siglas en inglés) para trabajadores calificados, una racionalización del reconocimiento de credenciales profesionales, y el desarrollo de una estrate-gia de innovación educativa regional.

Los ciudadanos de América del Norte están creando una cultura compartida. Cabe destacar que no se trata de una cultura común, ya que los ciudadanos de Estados Unidos, Canadá y México están orgullosos de sus identidades particulares. Sin embargo, y visto desde una per-spectiva global, las similitudes entre sus intereses y perper-spectivas están uniendo a los norteamericanos.

América del Norte cuenta ya con una base a partir de la cual fomen-tar un nuevo modelo de relaciones interestatales entre vecinos, con democracias tanto desarrolladas como en desarrollo. Ha llegado el momento de que Estados Unidos deje a un lado sus viejos prejuicios sobre política exterior y reconozca que una base continental más sólida y dinámica permitirá incrementar el poder global de Estados Unidos.

«Hecho en América del Norte» puede convertirse en la etiqueta del nuevo mercado en expansión. La política exterior de Estados Unidos

—ya se base en poder duro, blando o inteligente— debe empezar por sus propios vecinos.

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América del Norte siempre ha sido un territorio aparte y, al mismo tiempo, un elemento integrado en un sistema global más amplio. Para los europeos, América del Norte era el Nuevo Mundo, una tierra extraña donde los imperios británico, francés, español y ruso toparon entre sí y con los pueblos indígenas, que, a su vez, habían llegado procedentes de Asia mucho tiempo antes. A finales de los siglos XVIII y XIX, los descendientes de esos exploradores, colonizadores y soldados —junto con inmigrantes procedentes de todos los rincones del planeta— cre-aron sus propios Estados nación. Estos Estados se enfrentcre-aron por el territorio y el control de América del Norte, dando así origen a su des-tino político. El legado de esas disputas fue un fuerte sentido de sobe-ranía nacional en los tres países que conforman América del Norte.

Con el tiempo, las tres naciones desarrollaron una actitud de respeto e incluso de afecto hacia sus vecinos, si bien persiste cierto recelo ante la preponderancia de Estados Unidos.

En el siglo XX, América del Norte, el puesto de avanzada continen-tal más allá de la gran masa eurasiática, se convirtió en una potencia tanto en el Atlántico como en el Pacífico. Estados Unidos y Canadá estrecharon sus lazos tras constatar que sus similitudes e intereses glo-bales compartidos superaban con creces sus diferencias. Hacia finales de siglo, México, que históricamente había mantenido una relación funcional pero distante con Estados Unidos, tomó la valiente decisión de mirar hacia el norte y forjar nuevos vínculos económicos con Esta-dos UniEsta-dos y Canadá. Con ello, México fusionó América del Norte con América Latina.

La nueva América del Norte post guerra fría se concibió no como un bloque protegido, sino como una economía integrada dentro de un sistema global. Estados Unidos, Canadá y México —cada uno a su manera— buscó la forma de armonizar el estrechamiento de los víncu-los norteamericanos con sus respectivos encajes internacionales. Los

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