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WOMEN LABORERS IN RURAL AREAS. AN APPROACH TO THE MEXICAN AGRICULTURE

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WOMEN LABORERS IN RURAL AREAS. AN APPROACH TO THE MEXICAN AGRICULTURE

Acosta Reveles, Irma Lorena

Universidad Autónoma de Zacatecas, Posgrado en Ciencia Política

2008

Online at https://mpra.ub.uni-muenchen.de/7366/

MPRA Paper No. 7366, posted 28 Feb 2008 12:00 UTC

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Febrero 2008

M UJERES TRABAJADORAS EN EL MEDI O RURAL. UN A APROXI M ACI ÓN A LA AGRI CULTURA M EXI CAN A

I rm a Lorena Acost a Reveles1

Para citar este artículo puede utilizar el siguiente formato:

Acosta Reveles, I.L.: “Mujeres trabajadoras en el medio rural. Una aproximación a la agricultura mexicana" en Contribuciones a las Ciencias Sociales, febrero 2008 en

http://www.eumed.net/cccss/2008a/ilar.htm

Resum en

El art ículo pret ende una lect ura conj unt a de los cam bios est ruct urales que son com unes en la agricult ura lat inoam ericana, y que operan en cont ra de la inclusión labor al equit at iva de las m uj eres en las zonas

1 Posgrado en Ciencia Polít ica, Universidad Aut ónom a de Zacat ecas, México. Em ail:

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rurales. Para obser varlo m ej or recurrim os a referent es em píricos en el agro m exicano. Del análisis se desprende que hoy en día las m uj eres que residen del m edio rural hacen enorm es esfuerzos por at ender quehaceres que at añen t ant o a la reproducción dom ést ica com o a la repr oducción social —en virt ud de una part icipación m ás act iva al m ercado de t rabaj o—. Pero la ret ribución que obt ienen de sus m últ iples ocupaciones no result a suficient e para que ellas y sus fam ilias puedan m ej orar sust ancialm ent e su nivel de vida.

Palabras claves: Trabaj o, agricult ura, México, género

En est e escrit o reflexionarem os sobre la sit uación de las m uj eres de la clase t rabaj ador a resident e en el m edio rural m exicano. La int ención es hace énfasis en algunos fact ores que im piden a est e sect or laboral su inclusión social plena, no obst ant e que ahora se vive un am bient e de m ayor apert ura para avanzar en la resolución de conflict os añej os de índole social y de género. Una de las expresiones m ás claras de esa problem át ica es que en hoy en día las m uj eres del cam po se ven colm adas de quehaceres t ant o relat ivos a la reproducción dom ést ica com o a la reproducción social. Muchas de esas act ividades no son rem uneradas, ot ra part e de sus labores sí lo son; pero difícilm ent e de esas ocupaciones result a una ret ribución ( llám ese ingreso m onet ario u ot ras percepciones en especie) suficient e para que ellas y sus fam ilias puedan sat isfacer adecuadam ent e sus necesidades vit ales m as aprem iant es.

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Explicar las razones de est a com plej a sit uación que at añe no sólo al desarrollo individual de la m uj er, sino a la superación de la pobreza en el cam po, no puede ser sencillo. Son num erosos los event os que ahí confluyen. Em pero, por la influencia decisiva que ej ercen los fact ores de orden est ruct ural en est a pr oblem át ica, aquí ofrecerem os una explicación desde est a perspect iva. Dar preem inencia a est e t ipo de fact ores no significa perder de vist a que ser m uj er en el agro m exicano t iene t am bién un significado social y cult ural concret o.

En la exposición avanzarem os en t res m om ent os. Prim ero nos rem it im os a las t ransform aciones en el escenario socio- económ ico y polít ico en que queda inscrit o el fenóm eno, subrayando al m ism o t iem po los event os de m ayor influencia para la vida rural en nuest ro país. En una segunda part e regist ram os la form a en que las fam ilias de las com unidades rurales y en part icular las m uj eres van haciendo frent e a que est os cam bios. A m anera de conclusiones nos det enem os en el sent ido de est os procesos en el m arco de la int ernacionalización de la econom ía m exicana y de un m odelo de pr oducción agrícola volcado al m ercado m undial. Ant es de com enzar la exposición es convenient e hacer una precisión m et odológica, pues si bien el t rat am ient o del t em a puede sugerir que las fuerzas del cam bio social pr oceden exclusivam ent e de influencias ext ernas, no es est a la perspect iva de análisis. Est e art ículo se adscribe a una concepción dialéct ica en la evolución de la sociedad.

I

De conform idad a est adíst icas oficiales de México, se caract erizan com o rurales aquellas localidades o cent ros de población cuya población no

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excede los 2,500 habit ant es. Desde est a perspect iva México es un país predom inant em ent e rural, pues 98.4 de las localidades caben en est a cat egoría ( ver t abla 1) . Si por el cont rario, t enem os en cuent a el lugar de residencia encont ram os que el 76.5% de la población nacional habit a zonas urbanas.

Tabla 1

México, localidades urbanas y rurales ( 2 0 0 5 )

Tot al 1 8 7 ,9 3 8 1 0 0 %

Rurales 184,860 98.4%

Urbanas 3,078 1.7%

Fuent e: Elaboración propia en base a I NEGI , I I Cont eo de Población y vivienda 2005 Base de dat os en línea. Disponible en: www.inegi.gob.m x

Un suceso que m arca definit ivam ent e la senda de la sociedad r ural m exicana es la crisis agropecuaria que se est rena en la década de los set ent a. Una crisis que con nuevos m at ices persist e t res décadas después.

Hacia los prim eros ochent as se im puso en las polít icas públicas una nueva concepción sobre el crecim ient o del país, abandonando el prot eccionism o nacionalist a para abrazar ciegam ent e el neoliberalism o.

Desde est a post ur a favorable a la globalización el Est ado Mexicano se reform a, se disciplina y se adelgaza, recort ando drást icam ent e las part idas de inversión pública y gast o social.

Mient ras t ant o, en el cam po se im pone vert icalm ent e y con gran ent usiasm o el m odelo de los agronegocios y las agroexport aciones, con la expect at iva de que el pr oduct or rural reorient e su labor hacia el m ercado m undial de bienes agroalim ent arios: Export ar, export ar m ás y m ej or, export ar para crecer.

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Siguiendo est os post ulados se realizaron los cam bios inst it ucionales necesarios para im pulsar el m ercado de t ierras y de aguas; para m odernizar la agricult ura a t ravés de nuevos m ét odos y sist em as product ivos, y para reorient ar la base agroalim ent aria t radicional hacia cult ivos de m ayor rent abilidad. En ese t rayect o, se m arginaron de las polít icas públicas y del presupuest o a los product ores ineficient es ( Acost a, 2005: 54) .

Al im pulsar est e m odelo agrícola de selección de los m ej or es y m ás com pet it ivos, no se dij o que part icipar en el m ercado ext erior no consist e sólo vender. No se dij o que t am bién significa com prar, im port ar paquet es t ecnológicos, m aquinaria e im plem ent os agrícolas, insum os y alim ent os - granos básicos por ej em plo- . Que conlleva descart ar a las unidades de producción que no est én a la alt ura de los est ándares en product ividad y com pet encia, com o las explot aciones de t ipo cam pesino.

Tam poco se explicit ó que era necesario reducir los salarios reales, cancelar fuent es de em pleo para t ecnificar, y que por consecuencia, habría m ayores m ot ivos para la m igración int erna e int ernacional. Se om it ió difundir que el liberalism o necesit a at raer inversiones, com pet ir arduam ent e por el financiam ient o ext erno y t olerar, si es preciso, la explot ación abusiva de recursos nat urales y fuerza de t rabaj o ( Acost a, 2005: 40) .

I I

Un rasgo t radicional de la est ruct ura product iva en el agro m exicano ha sido su caráct er bipolar. Su expresión m as recient e inst ala en un ext rem o a las em presas eficient es y com pet it ivas, aquellas que est án vinculadas exit osam ent e al m ercado m undial, y que part icipan en la

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t ram as agroalim ent arias t rasnacionales. En el ot ro ext rem o encont ram os la pequeña pr oducción fam iliar o cam pesina, que por efect o de la globalización y el neoliberalism o t iende a ser m arginada del m ercado dom ést ico.

El problem a es que en México, los product ores de granos básicos y m inifundist as son la gran m ayoría. Y lo m ism o en círculos polít icos que académ icos, se conoce sobradam ent e de sus lim it aciones seguir el rit m o a la com pet encia en condiciones de m ercado libre.2 Más aún cuando el sect or público les ha reducido sust ancialm ent e los subsidios y ot ros apoyos. El cam bio ha sido de t al m agnit ud, que la m igración que se origina en el sect or cam pesino puede leer se francam ent e com o desesperanza y escape de la pobreza. Y no podría ser de ot ra m anera, ya que la producción de granos básicos ( cult ivo cam pesino por excelencia) en condiciones de m inifundio y rezagada en product ividad, apenas perm it e generar el ingreso necesario para la sobrevivencia del product or fam iliar por unos cuant os m eses al año ( Bonfil, 2000: 2) .

Con al cam pesinado, ot ro sect or de la sociedad rural que ha sido severam ent e cast igado por las polít icas neoliberales son los t rabaj adores asalariados del cam po, m ej or conocidos en México com o j ornaleros. De est e segm ent o laboral ( que en est e m om ent o se aproxim a a los cuat ro m illones de personas) , aquellos que se ocupan en las em presas product oras de frut as, hort alizas y flores para la export ación confor m an uno de los grupos m ás vulnerables. Lo que result a un cont rasent ido, ya que los j ornaleros cont ribuyen con creces a la expansión del pr oduct o nacional agropecuario y de las divisas. Y no obst ant e, son prot agonist as

2 Pa r a m á s d e t a l l e s s o b r e l o s e f e c t o s d e l a s p o l ít i c a s d e a p e r t u r a c o m e r c i a l e n e l s e c t o r f e m e n i n o d e l a a g r i c u l t u r a , s e p u e d e n s e p u e d e c o n s u l t a r a K u m a r , S o n a . “ El i m p a c t o d e l a a p e r t u r a c o m e r c i a l e n l a s m u j e r e s d e l s e c t o r a g r íc o l a ” e n Cu a d e r n o s Fe m i n i s t a s n ú m e r o 1 4 . 2 0 0 1 .

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de una vida m iserable dado el caráct er t em poral y precario del em pleo en la agricult ura m exicana ( Lara Flores, 2001: 369) .

Aquí creem os convenient e apunt ar que am bos procesos, la descom posición del cam pesinado y el em pobrecim ient o del asalariado rural, no son privat ivos de la agricult ura m exicana, pues con diferent es t onalidades, han pasado a form ar par t e del escenario rural lat inoam ericano ( Dirven, 2006; OI T, 2003) .

Volviendo al punt o. Si t enem os present e la crisis del product or cam pesino y la precariedad de los vínculos salariales en el cam po, result a fácil ent ender por qué es cada vez m ayor el núm ero de m iem bros de los hogares rurales que se ve orillados a incursionar en el m ercado de t rabaj o, a m ult iplicar sus ocupaciones e int ensificar sus esfuerzos en act ividades de las que puedan obt ener algún ingreso adicional. Una búsqueda en la que parece no im port ar dem asiado que sean act ividades de t ipo form al e inform al. Es en est e escenario crít ico donde la m uj er rural j uega un rol pr ot agónico. Aquí parece pert inent e anot ar que en el t errit orio m exicano la población rural se aproxim a a 24.3 m illones de personas, y de ést e universo, 50.8% son del sexo fem enino ( ver t abla 2) .

Tabla 2

México, población por lugar de residencia ( 2 0 0 5 )

Tot al Hom bres Muj eres Proporción

m uj eres N acional 1 0 3 ,2 6 3 ,3 8 8 5 0 ,2 4 9 ,9 5 5 5 3 ,0 1 3 ,4 3 3 5 1 .3 %

Urbana 78,986,852 38,300,417 40,686,435 51.5%

Rural 24,276,536 11,949,538 12,326,998 50.8%

Fuent e: Elaboración propia en base a I NEGI , I I Cont eo de Población y vivienda 2005.

Base de dat os en línea. Disponible en: www.inegi.gob.m x

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Guardando dist ancia con las zonas urbanas de México, en el cam po las m uj eres t am bién han crecido en núm ero com o sect or de la fuerza laboral. Y gradualm ent e conform an una proporción m ayor com o j efes de fam ilia ( t abla 3) , m ás por la fuerza de los acont ecim ient os vit ales que por decisión propia. Pero ya sea com o cabezas de fam ilia o com o part e de un núcleo fam iliar, en est os t iem pos de crisis su cont ribución ha sido clave t rat ándose de:

a) Proveer ingresos principales o com plem ent arios al núcleo fam iliar m ediant e su incorporación al m ercado de t rabaj o;

b) adm inist rar la m erm a de las rest ricciones m onet arias del proveedor principal;

c) at em perar el recort e del gast o social; y

d) subsanar los huecos que dej a la privat ización de servicios básicos –com o educación y salud- , y

d) cont rarrest ar las carencias en los hogares con t rabaj o dom ést ico ext raordinario.

Tabla 3 Hogares en México

Localización, dim ensiones y j efat ura del hogar por sexo ( 2 0 0 4 )

Tot al hogares 2 2 .3 m illones 1 0 0 %

En localidades urbanas 17.1 m illones 76.7 % En localidades rurales 5.2 m illones 23.3 % Tam año m edio del hogar 4 .4 m iem bros

En localidades urbanas 4.2 m iem bros En localidades rurales 4.6 m iem bros

Hogares con j efat ur a fem enina 4.6 m illones 20.6 En zonas urbanas 3.7 m illones 21.8 En zonas rurales 0.885 m illones 16.8

Fuent e: Elaboración propia en base a I NEGI , Est adíst icas a propósit o del día m undial de la m uj er rural. México D.F. 2004.

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Así pues la part icipación de las m uj eres del cam po en la vida económ ica es not able, aunque no sea reconocida ( t abla 4) . Sobran las evidencias em píricas para ilust rar las reacciones y acciones que la m adre de fam ilia, herm ana o hij a em prende para m it igar la pérdida del poder adquisit ivo del salario, y event ualm ent e hast a suplir la ausencia del j efe de fam ilia. A m anera de ej em plos podem os cit ar la rest ricción al consum o de bienes y servicios que se han de adquirir en el m ercado o al ext ender las horas de t rabaj o en casa, con act ividades com o la cost ura, cocina, cuidado de enferm os, elaboración de ut ensilios de uso dom ést ico o para la vent a local, et c.

Tabla 4

México, ocupación de las m uj eres ( 2 0 0 4 ) Trabaj adoras Zonas urbanas Zonas rurales

Asalariadas 66.8% 40%

Por su cuent a 21.7% 33.7%

Sin pago 9.4% 25.4%

Pat ronas 2.1 % 0.8%

Fuent e: Elaboración propia en base a I NEGI , Encuest a Nacional de Em pleo. Segundo Trim est re de 2004. Bases de dat os en línea. Disponible en: www.inegi.gob.m x

Ocurre sin em bargo que la m ayor part e del t rabaj o que realizan las m uj eres en las com unidades rurales pasa desapercibido, es subest im ado o bien, no revist e un valor m onet ario. Es así que en México, com o en el rest o de los países lat inoam ericanos, las est adíst icas no aprecian a cabalidad los aport es de la m uj er en el ciclo económ ico, ya sea com o m ano de obra asalariada o en las faenas que realiza com o part e de las explot aciones de t ipo cam pesino. Aunado a ello, es not able la ausencia de dat os acerca de su cont ribución –com o valor m onet ario- , en el seno de fam iliar.

I I I

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No pr et endem os enunciar en est e breve espacio cada uno de los elem ent os que se conj ugan para inhibir la inclusión social de la m uj er del cam po. En cam bio nos int eresa subrayar el peso que el proyect o neoliberal en general y el m odelo agroexport ador en part icular, ej ercen sobre est a condición. Se t rat a de clarificar en el plano de la est ruct ura socio- económ ica, por qué a un esfuerzo laboral m ayor corresponden m enores ingresos.

Sit uándonos prim ero a nivel de los est udios cam pesinos, se puede corroborar que en México la descom posición de la agricult ura fam iliar se acelera en el cont ext o de las polít icas neoliberales ( Acost a, 2003: 67) . La t ransición se puede observar m ej or si seguim os el desplazam ient o de est e t ipo de product ores del abast o int erno de m aíz para dar cabida a las im port aciones. Est a m arginación es m ás grave en la m edida que avanzan los procesos de int egr ación com ercial. Est a t endencia se acom paña de la caída en los precios de los bienes agroalim ent arios, el aum ent o de los cost os de producción y por consecuencia la pérdida de ingresos. Lo im port ant e del caso es que no se t rat a de una caída en las ganancias, sino de perder el sust ent o cot idiano ( Acost a, 2003: 69) .

La reacción inm ediat a y defensiva de est as explot aciones agrícolas en crisis, ha consist ido en com pensar la pérdida de ingresos que proviene del cult ivo de la parcela con nuevas act ividades laborales, en la expect at iva de com plem ent ar el consum o fam iliar. Diferent es fuent es est adíst icas refieren a la recom posición de los ingresos rurales, donde las act ividades secundarias y t erciaras, las rem esas, e incluso los subsidios públicos y privados pasan a ser part e la m as im port ant e del ingreso rural ( CEPAL, 2004: 12) .

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Por lo generalizado de est e pat rón, es com ún referirse al perfil pluriact ivo o la m ult ifuncionalidad de la población rural. Ent endiendo com o t al a esa habilidad para t ransfigur arse económ icam ent e y desem peñar m últ iples roles en el m ercado de t rabaj o, ya sea que su part icipación sea regular o int erm it ent e ( ver t abla 5) .

Tabla 5

México, fuent es del ingreso cam pesino por dim ensión del predio en hect áreas ( 1 9 9 9 ) Concept o I ngreso

m edio

Menos De 2

De 2 a m enos de 5

De 5 a m enos de

10

De 10 a m enos de

18

18 o m ás I ngreso t ot al 1 0 0 % 1 0 0 % 1 0 0 % 1 0 0 % 1 0 0 % 1 0 0 %

Agricult ura 33 9.0 24.5 33.8 43.6 50.6

Ganadería 11.2 4.5 9.8 11.3 13.0 13.2

I ngresos no agropecuarios

44.1 69.6 508 45.8 39.5 26.2

a) salarios 24.6 36.8 31.9 28.6 18.2 9.2

b) aut oem pleo 12.0 25.9 11.0 9.4 10.1 9.0

c) rem esas 7.5 6.9 7.9 7.8 7.6 7.9

Ot ros ingresos Subsidio a la producción*

7.4 8.2 8.2 7.2 6.6 8.6

Fuent e: Elaboración propia en base a CEPAL. Efect os sociales de la globalización sobre la econom ía cam pesina. Reflexiones a part ir de experiencias en México,

Honduras y Nicaragua, Sant iago de Chile, 1999.

* PROCAMPO

Sost enem os que la pluriact ividad o m ult ifuncionalidad sólo const it uyen form as diferent es de nom brar a las est rat egias de r epr oducción la fam ilia cam pesina; reproducción que por lo regular t ranscurre en condiciones de infrasubsist encia, y que no se resuelve de fondo con su incursión en ot ras act ividades, por ser igualm ent e precarias ( Acost a, 2005: 47) .

Un dat o clarificador al respect o es que a pesar de que el origen de los ingresos rurales se ha diversificado ( t abla 5) , para el año 2006 cerca del 63% de la población rural se ubica por debaj o de la línea de la

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pobreza pat rim onial en los t érm inos est ablecidos por la Secret aría de Desarrollo Social.3

Más de dos décadas de polít icas de cort e liberal en el agro aport an evidencia suficient e para sost ener que la influencia que el m ercado ej erce sobre el cam pesinado es adversa. Pero con m uy buen j uicio, el diseño de los program as sociales de com bat e focalizado a la pobreza, t ienen com o dest inat ario principal al hogar fam iliar. Seguram ent e porque se conoce que es ahí donde t iene lugar la pr oducción social de la fuerza de t rabaj o y su reem plazo generacional.

Es en los hogares rurales, vist os com o ent idades económ icas, que la adm inist ración de los recursos y la m ayor part e de los quehaceres corresponde a personas del sexo fem enino. Por lo t ant o no es exagerado afirm ar que las m uj eres llegan al lím it e de sus fuerzas buscando com binar el t rabaj o reproduct ivo y pr oduct ivo, rest ándole horas al sueño y al descanso para at ender las necesidades de fam ilias norm alm ent e m as num erosas que en las zonas urbanas. En México, las m uj eres que residen en localidades rurales inician m ás t em prano su ciclo repr oduct ivo y t ienen en prom edio 3.3 hij os, m ient ras en que las áreas urbanas el prom edio es 2.3 hij os por m uj er. Tam bién el t am año m edio de los hogares rurales es m ayor que el de los urbanos, 4.6 y 4.2 m iem bros, respect ivam ent e ( ver t abla 3) .

Por lo que se refiere al t rabaj o asalariado en la agricult ura, podem os decir que el proceso de fem inización de la fuerza de t rabaj o rural que acom paña a la int ernacionalización de los m ercados agroalim ent arios, se inscribe en una t endencia m as am plia de de

3 L a S e c r e t a r í a d e D e s a r r o l l o S o c i a l ( S ED ES O L) h a f i j a d o c o m o l ín e a d e l a p o b r e z a u n i n g r e s o d e 1 , 0 6 0 . 0 0 p e s o s p o r m e s . N o t a d e p r e n s a p u b l i c a d a p o r U n i v e r s i a, 2 6 d e f e b r e r o 2 0 0 7 . D i s p o n i b l e e n : w w w . u n i v e r s i a . n e t . m x / i n d e x . p h p / n e w s _ u s e r / c o n t e n t / v i e w / f u l l / 4 5 3 7 9 /

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cont ención salarial en t odos las ram as económ icas. Una t endencia que se profundiza en las dos últ im as décadas por razones de eficiencia product iva ( Acost a, 2006: 21) .

Lo que t iene t odavía m ás sent ido en el m arco de las necesidades específicas de México por at raer inversiones para dinam izar la producción de bienes agrícolas com o los veget ales, las frut as y las flores. Por est e im pulso a la especialización en bienes de m ayor dem anda int ernacional, es previsible que en pocos años el peso del t rabaj o fem enino en est os polos agrícolas aum ent e, t al y com o est a ocurriendo en ot ros países de Am érica Lat ina: Chile, Colom bia y Ecuador son quizá los m ej ores ej em plos. ( Selam é 2003; Vásquez, 2004 y CEDEM, 2005) .

No se t rat a evident em ent e de censur ar el hecho de que aum ent e el em pleo de m uj eres el m ercado de t rabaj o, ni que sea m ayor su part icipación en las labores agrícolas. Lo que querem os dej ar claro es que su incorporación a la ofert a laboral, en t iem pos en que el em pleo asalariado decrece num éricam ent e, la balanza se inclina en favor de los em pleadores al negociar los salarios y prest aciones. Ese poder deriva de un m arcado a desequilibrio ent re la ofert a y la dem anda. Luego, su condición de sect or vulnerable y sin calificación da la paut a para profundizar la explot ación al int erior del proceso product ivo. Tal com o ocurre con los t rabaj adores indígenas, los inm igrant es y, por supuest o, los niños.

Una explicación es que en países com o el nuest ro - abundant es en recursos hum anos, poco pr ot ect oras de los derechos laborales, y con t ant a necesidad de inversiones ext ranj eras- , la reducción de cost os de producción que exige la com pet it ividad en los m ercados m undiales, se

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resuelve evit ando aum ent os de salario, exigiendo m ás a los t rabaj adores cont rat ados, y eludiendo el pago de prest aciones. Ocurre adem ás que las condiciones de t rabaj o en los cam pos agrícolas son de alt o riesgo para la vida y para la salud. La agricult ura es una de las act ividades laborales m ás peligrosas en el m undo por el índice de riesgos laborales. Y para la m uj er en edad fért il, la exposición const ant e a plaguicidas y ot ros agroquím icos t ienen repercusiones graves en su salud repr oduct iva ( OI T, 2005) .

En el cam po com o en la ciudad, la incursión de la m uj er al m ercado de t rabaj o, en ocasiones desde t em prana edad, no es casual.

Form a part e de una inclinación pr opia del orden socioeconóm ico vigent e, a la pérdida del poder adquisit ivo del salario ( Acost a, 2007: 16) . De lo que result a que ahora el ingreso de uno solo de los m iem bros de la fam ilia ya no bast a para hacer frent e a la reproducción fam iliar.

En ese sent ido, cuando de las zonas rurales se t rat a, el ingreso de la m uj er a la población económ icam ent e act iva est á m ás vinculado a una sit uación de carencias m at eriales de los hogares que con una conquist a hist órica de clase. Por ot ro lado, su inserción suele ser desvent aj osa por fact ores com o el aislam ient o, nivel educat ivo, escasa calificación para el t rabaj o y su posición en el hogar. Así podem os observar que la br echa salarial ent re las t rabaj ador as del m edio urbano y el m edio rural es práct icam ent e de 4 a 1 ( t abla 6) .

Tabla 6

México, ingreso prom edio m ensual de la población fem enina ocupada ( 2 0 0 0 )

En zonas urbanas $ 2,861.00 En zonas rurales $ 726.00

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Fuent e: Elaboración propia en base a I NEGI . Las m uj eres en el México Rural. I NEGI , SAGARPA, SRA y PA. México, 2000.

At ender al m ism o t iem po la crianza y educación de los hij os, la lim pieza y preparación de alim ent os, el cuidado de anim ales y labor es ext ra- dom ést icas las lleva a acept ar t rabaj os a t iem po parcial y de baj os salarios. Y por ciert o, su part icipación m as act iva en el m ercado de t rabaj o no garant iza la equidad al int erior del gr upo dom ést ico ni la posibilidad de t om ar decisiones.

I V

A grandes rasgos hem os apunt ado cóm o en la agricult ura fam iliar o cam pesina, y en las explot aciones com prom et idas en la export ación, el t rabaj o fem enino desem peña una función de prim er or den. En am bos casos sin lograr el reconocim ient o social ni las rem uneraciones que legít im am ent e le corresponden, dada la im port ancia est rat égica de sus t areas.

El caráct er invisible de su t rabaj o y la precariedad de sus percepciones m onet arias en relación con ot ros sect ores laborales urbanos y del propio m edio rural no es un hecho hist órico, es una realidad persist ent e. Pero est a inequidad t iene sent ido en el m odelo agrícola neoliberal. En prim er lugar, al sum arse la población fem enina sin calificación a la ofert a de t rabaj o, favorece el ret roceso generalizado de las rem uneraciones. Ello se m at erializa en la reducción del precio de la m ano de obra, est o es, en baj os salarios. Y en segundo lugar, al cat alogar al t rabaj o fem enino dom ést ico com o asunt o privado, la reposición cot idiana de la fuerza de t rabaj o y su reem plazo generacional pasan a ser t em as aj enos al int erés público. Lo que es m uy convenient e,

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en un ent orno polít ico en que el sect or em presarial y el Est ado m ism o se deslindan de esa carga.

Am bos procesos son congruent es con un m odelo agrícola m as eficient e y com pet it ivo, donde se exige m ayor product ividad al t rabaj o y el desarrollo t ecnológico se adm inist ra exclusivam ent e en t orno al crit erio de la rent abilidad.

El que se reconozca el papel de la m uj er com o " colchón de la crisis” ( León, 1994: 6) no es suficient e. Pues no recom pensa sus aport es, la m ult iplicación de sus quehaceres, ni la im port ancia de sus funciones en la fam ilia y en la sociedad. Aún m ás, en esas ocupaciones inm ediat as y cot idianas, la m uj er pospone, cuando no anula definit ivam ent e sus proyect os de realización individual.

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