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de la Fenomenología de 1807 Acerca de la l ógica

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Acerca de la lógica

de la Fenomenología de 1807

Hans Friedrich Fulda (Traducido por José Jara)

Las investigaciones acerca de la Fenomenología hegeliana se han dedicado en las últimas décadas especialmente a sus ideas metafísicas, antropológicas, sociales e históricas. Ese era el contenido más rico y concreto que se le ofrecía a nuestra conciencia para su autocomprensión del presente. En compa­

ración con él, la forma de la Fenomenología, su sistematicidad y método, aparecían desprovistas de interés. Aunque actual­

mente medio mundo filosófico habla de la dialéctica y, por ende, se sabe comprometido con la historia de la influencia de Hegel, escasamente existen trabajos que, teniendo conciencia de esta dialéctica, busquen apreciar la distancia con respecto a Hegel a través de un análisis lo más preciso posible de las formas de su pensamiento. Aun cuando la génesis de la dialéc­

tica hegeliana asombra por el hecho de que Hegel quien entre los idealistas especulativos, fue el que por más tiempo se conformó

* Este artículo fue publicado por primera vez en los Hegel-Studien, editados por F.

Nicolin y O. Poggeler, Beiheft 3, Bonn, 1966, y reimpreso luego en Materialien zu Hegels "Phánomenologie des Geistes", editado por H.F. Fulda y D. Henrich, Ed.

Suhrkamp, Frankfurt am Main 1973. Se agradece al autor sus valiosas sugerencias para precisar algunos términos de esta traducción, que ha sido autorizada por él. (N.

d. Tr.).

Originalveröffentlichung in: Revista venezolana di filosofia. Caracas, 1984, S. 101-135

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con verter los resultados y principios de la filosofía práctica de Kant en una praxis contemporáneamente crítica, fuese preci­

samente quien diseñase de pronto la disciplina más abstracta y aparentemente más alejada de la vida, conocida por la historia de la filosofía: la lógica especulativa; y a pesar de que Hegel partió de motivos de los que la dialéctica practicada hoy no se cree demasiado lejana, cuando se hace referencia a la es­

peculación de Hegel, en la mayoría de los casos se considera como evidente el carácter teórico unilateral de esta especula­

ción. Sin embargo, rara vez se investiga el origen que la dialéc­

tica del concepto tiene en las ideas prácticas. Y aunque, final­

mente, la Fenomenología de Hegel es el intento más prolijo por comprender la cultura de su tiempo con respecto a sus exigen­

cias y, a la vez, por justificar ante ambos el saber especulativo, la Fenomenología, en cuanto tal intento, escasamente ha sido aun seriamente tematizada. El descolorido academicismo que impregnó a la reanimación neohegeliana de la dialéctica y, por otra parte, la fuerza de convencimiento de la lógica moderna y de la teoría de la ciencia, parecen impedir que la dialéctica se transforme en problema a través de un enfrentamiento inme­

diato con Hegel.

Supuesto el caso que tal impedimento tuviese un carácter efectivamente ilimitado, sin embargo la extensión e intensidad de la comprensión histórica de nuestro filosofar harían igual­

mente necesaria una investigación de la Fenomenología diri­

gida hacia su unidad sistemática, complementada con sus planteamientos materiales. Este es el propósito de los siguien­

tes desarrollos. En cuanto ellos muestran según qué figura y de qué modo se incorporó en la Fenomenología la lógica especu­

lativa, cumplen, sin embargo, con sólo una de sus varias con­

diciones necesarias. Ellos no pretenden descubrir los diferen­

tes temas de pensamiento que la Fenomenología tuvo que integrar. Tampoco pretenden interpretar el pensamiento ge­

neral de la Fenomenología o la ciencia de la experiencia de la conciencia: la idea especulativa de una ciencia que se realiza en el elemento de la conciencia y, por ello, es también accesible al saber natural, cuyo fundamento, suelo y " é t e r " , sin embargo,

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forma ya el saber puro. Ellos presuponen el conocimiento previo de la idea de la Fenomenología y de la determinación de su relación con la lógica posterior, e intentan mostrar cómo se manifiesta la concepción no desarrollada de la lógica de 1807

dentro del desarrollo de la Fenomenología y cómo convierte a la exposición del saber que se manifiesta en un todo sistemá­

tico. Este planteamiento se podría formular con una cita de Hegel: ¿cuál es en la Fenomenología " e l contenido, como elen sí, el fin, que todavía es sólo algo interior, no como espíritu,

sino sólo sustancia espirituar', cuyo ser para sí ha de producir la Fenomenología?1

A un intento de interpretación que se dirija en esta dirección se.

le opone la convicción de que no se puede hablar de una

sistematicidad unitaria que atraviese toda la Fenomenología. A partir de los trabajos de Haering sobre la génesis de la Feno­

menología se afirma que a ésta, como obra total, sólo se la puede entender históricamente. El origen de esta interpreta­

ción se encuentra ya, propiamente, en la escuela hegeliana, que siempre se mostró desconcertada ante el libro de 1807. Pero recién el cúmulo de intentos por estructurar la Fenomenología

— de los cuales, entretanto, existen por lo menos siete —2 y la ocupación histórico­filológica con el texto y las fuentes de la obra, han ayudado a esta interpretación a tomar conciencia sobre sí misma. Entretanto Póggeler ha expuesto convincen­

temente que la Fenomenología no puede haberse compuesto en la forma indicada por Haering y Hoffmeister.3 Pero es tan abrumador el peso de los indicios que hablan en contra de una

1. G.W.F. Hegel, Phanomenologie des Geistes. Ed. J. Hoffmeister, Hamburg.

1952, p. 26, (20). [En lo sucesivo citaremos este libro con la abreviaturaFc/Ejunto a la página de la versión original; luego agregaremos entre paréntesis, como en esta nota, la página de la versión española: Fenomenología del Espíritu, Ed.

F.C.E. México. 1973, en traducción de Wenceslao Roces. Sin embargo, los textos de la FdE citados por H.F. Fulda, así como las restantes citas de textos de Hegel, los traduciremos directamente de su versión original. N.d.T.j

2. Ver del autor: Das Problem einer Einleitung in Hegels Wíssenscíiaft der Logik.

Frankfurt Main, 1965, p. 57 ss. p. 124 ss.

3. O. Póggeler, Zur Deutung der Phanomenologie des Geistes. E n : H e g e l - S t u d i e n . 1. 1 9 6 1 , p. 2 55 ss.

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elaboración completamente planificada de la Fenomenología, que él también orienta su interpretación en primera línea, de acuerdo a lo que se ha considerado como la mala fortuna de la

obra. Por lo demás, Hegel mismo admitió4 que Incomposición de la Fenomenología fue afectada por aquella "siniestra con­

fusión' 1 de la que él se queja a propósito del proceso editorial y de impresión. Y si un autor de la categoría de Hegel testimonia contra sí mismo, sería estéril querer hacer creíble la unidad total de su obra. Pero el foro de los análisis filológicos no es la

única instancia a la que se puede apelar a este propósito. La exégesis histórica de una obra debería distinguir entre compo­

sición y concepción, y otorgar la preeminencia a la interpreta­

ción de ésta última, puesto que toda constatación acerca de las desarmonías en la elaboración de una obra supone ya una decisión previa sobre su idea, la cual debe ser determinada adecuadamente. Que nosotros poseamos una tal idea de la Fenomenología es en cierto modo dudoso, en vistas del con­

traste existente entre la segura expresión de Hegel acerca de

" l a bota española del método en que él hace moverse al espí­

ritu"5 y nuestros intentos por probar esta bota. Si la filología hegeliana no quiere extraviarse según el modo conocido entre los intérpretes de la obra kantiana como patch work theories (teorías de remiendos), entonces se ha de descubrir y examinar especialmente el fundamento lógico de la Fenomenología, y ver si, desde allí, la pluralidad de divisiones indicadas por Hegel no resultan ser necesarias y justificadas. Sólo entonces se pueden determinar los límites de la unidad de la obra.

Si con la pregunta por la lógica que contiene la Fenomenología se hace más comprensible su estructuración, entonces deben nombrarse los momentos lógicos que, como tales, fundamen­

tan a la Fenomenología. Se ha de descubrir las causas por las cuales lo fundado de estos momentos fue desfigurado hasta lo irreconocible, y se ha de mostrar que el ocultamiento de sus relaciones no justifica la suposición de que la base conceptual

4. Briefe von andan Hegel. Ed. p o r J . H o f f m e i s t e r . H a m b u r g . 1952, T o m o l , p . 161.

5. Briefe von andan Hegel, T o m o 1, p. 332. (la " b o t a e s p a ñ o l a " era un instrumento de tortura consistente en dos placas de hierro unidas con tornillos, con las que se prensaba las piernas). (N.d.T.).

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d e la F e n o m e n o l o gí a se h a y a r o t o d u r a n t e su e l a b o r a c i ó n . E s t e p r o g r a m a es el q u e t o m a n en c o n s i d e r a c i ó n las tesis q u e a c o n t i n u a c i ó n f o r m u l a m o s r i g u r o s a m e n t e . Se a f i r m a :

1. L a F e n o m e n o l o g í a d e 1807 e s t á c o n s t r u i d a s o b r e u n a s e r i e d e m o m e n t o s l ó g i c o s f u n d a m e n t a l e s , q u e c o r r e s p o n d e n a la c o n c e p c i ó n d e la l ó g i c a d e H e g e l d e a q u e l e n t o n c e s y q u e p o s e e n u n a f u n c i ó n u n i t a r i a d e n t r o d e la F e n o m e n o l o g í a .

2. L a s d i f i c u l t a d e s p a r a v e r c o n c l a r i d a d el c u r s o d e e s t a s d e t e r m i n a c i o n e s f u n d a m e n t a l e s e s t á n b a s a d a s e s p e c i a l ­ m e n t e en la i d e a d e la F e n o m e n o l o g í a . Sin e m b a r g o , se h a l l a n i g u a l m e n t e , e n p a r t e , e n la c o n d i c i ó n q u e s e e n c o n t r a b a la lógica e s p e c u l a t i v a h a c i a 1805 y , tal v e z , en p a r t e t a m b i é n , en las c i r c u n s t a n c i a s b a j o las c u a l e s s e l l e v ó a c a b o la F e n o m e n o l o g í a .

3. L a s m o d i f i c a c i o n e s en la d i s p o s i c i ó n d e la F e n o m e n o l o g í a , en la m e d i d a en q u e H e g e l las i n t r o d u j o a u n d u r a n t e el p r o c e s o d e i m p r e s i ó n , n o llegaron t a n l e j o s c o m o p a r a a f e c t a r el f u n d a m e n t o lógico d e la F e n o m e n o l o g í a , —con e x c e p c i ó n tal v e z d e u n único p u n t o q u e r e q u i e r e ser in­

v e s t i g a d o ­ .

A e f e c t o s del o r d e n d e la a r g u m e n t a c i ó n , c a d a tesis n o s e r á t r a t a d a s e p a r a d a m e n t e sino q u e su f u n d a m e n t a c i ó n s e r á in­

t e r c a l a d a en t r e s p a r t e s , c a d a u n a d e ellas c e n t r a d a en t o r n o a t e m a s p a r t i c u l a r e s . L a p r i m e r a p a r t e h a d e m o s t r a r q u e d e s d e un c o m i e n z o H e g e l p r e t e n d í a a f i r m a r la e s t r i c t a c o r r e s p o n ­ d e n c i a e n t r e los m o d o s d e la c o n c i e n c i a n o real y los m o m e n t o s l ó g i c o s . L a s e g u n d a p a r t e d i s c u t e en q u é f o r m a se i n c o r p o r a n los m o m e n t o s lógicos en la e x p e r i e n c i a d e la c o n c i e n c i a y c ó m o la o r g a n i z a n . L a t e r c e r a p a r t e h a d e i n d i c a r la serie d e los m o m e n t o s lógicos f u n d a m e n t a l e s y su c o r r e s p o n d e n c i a c o n los n i v e l e s d e la c o n c i e n c i a . De e s t e m o d o h a d e ser p o s i b l e d i s c u ­ tir, a d e m á s d e las tesis a c e r c a d e la a r q u i t e c t ó n i c a d e la F e n o ­ m e n o l o g í a , t a m b i é n u n a i n t e r p r e t a c i ó n d e su m é t o d o y del d e s a r r o l l o d e la lógica d e J e n a .

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í

A. Hegel mismo expresó hacia el final de la Fenomenología que a cada momento abstracto de la ciencia le corresponde, en general, una figura del espíritu que se manifiesta. El título de

" c i e n c i a " , al cual se subordina la correspondencia, sin em­

bargo, ha llevado a muchos autores —incluso a Póggeler6 — a opinar, a partir de este pasaje7 y de otros comparables a él,8 que a cada parte del sistema debe corresponderle una figura de la Fenomenología. Pero de ese modo la subordinación aparecía como muy imprecisa e incompleta. Sin embargo, el contexto muestra claramente que Hegel debe haber querido señalar la subordinación de las figuras de la Fenomenología a los mo­

mentos lógicos, puesto que la " c i e n c i a " de la que se habla en la cita indicada aparece allí mismo como eslabón de la sistemati­

cidad filosófica: como aquél en el cual ella misma es contenido, junto a otros eslabones con otros contenidos, es decir, la con­

ciencia, por un lado, y la naturaleza y la historia, por otro. Se trata, por consiguiente, de la misma estructuración del sistema que se dará también al final de la segunda filosofía real de Jena.9 Allí, lo lógico es ello mismo la "ciencia'1, en tanto despliega la existencia y movimiento del espíritu en el1'éter de su v i d a ' Vo De acuerdo con ello, el prólogo de la Fenomenología deja en claro que los momentos del espíritu, que éste desarrolla pri­

meramente en el elemento de la conciencia, al término de la Fenomenología se mueven en el elemento del saber, y que este movimiento suyo " e n la forma de la simplicidad" es "lalógica o filosofía especulativa".11 Finalmente, es én conexión con la afirmación de esta correspondencia que se habla expresamente de los momentos " a b s t r a c t o s " de la ciencia, de su figura

" p u r a " , del concepto puro y del avance de su movimiento. Por ello es que se debe admitir, sin duda, que la correspondencia no

6. Póggeler, ob. cit. p. 287.

7. FdE. p. 562, (472).

8. FdE., p. 33, 74, (26. 60).

9. G . W . F . Hegel, Jenenser Realphilosophie II. Ed. por J. Hoffmeister, Leipzig, 1931. p. 272 s.

10. FdE. p. 562, (471).

11. FdE., p. 32 s. (26 s.).

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h a d e r e l a c i o n a r s e c o n la e s t r u c t u r a c ió n del s i s t e m a t o t a l s i n o c o n los m o m e n t o s p r i n c i p a l e s d e lo l ó g i c o .

L o s t e x t o s t r a í d o s a c o l a c i ó n f u e r o n e s c r i t o s h a c i a el final del p e r í o d o d e r e d a c c i ó n d e la F e n o m e n o l o g í a . P a r a c o n s i d e r a r e s t o s t e x t o s d e n t r o d e la p e r s p e c t i v a d e u n a m o d i f i c a c i ó n d e la c o n c e p ­ c i ó n d e la o b r a , sólo p o d r á n s e r v á l i d a m e n t e u t i l i z a d o s p a r a t o d a ella, si es q u e p u e d e n s e r p u e s t o s en c o n c o r d a n c i a c o n lo q u e s e d i c e al c o m i e n z o d e la F e n o m e n o l o g í a a c e r c a d e la m a r c h a d e l

t o d o . Y ése es precisamente el caso, p u e s t o que al final de la

i n t r o d u c c i ó n1 2 se a s e g u r a q u e la e x p e r i e n c i a d e la c o n c i e n c i a h a d e c o m p r e n d e r en sí " t o d o el r e i n o d e la v e r d a d d e l e s p í r i t u " , d e m a n e r a q u e los m o m e n t o s d e e s t a v e r d a d se e x p o n g a n en la d e t e r m i n a c i ó n p e c u l i a r d e n o ser m o m e n t o s a b s t r a c t o s , p u r o s , sino f i g u r a s d e la c o n c i e n c i a . E s t o s m o m e n t o s s e r á n l l a m a d o s m o m e n t o s del t o d o . T a m b i é n a q u í , en su o r g a n i z a c i ó n f u e r a d e la F e n o m e n o l o g í a , ellos s o n a b s t r a c t o s y p u r o s . B a s t a c o n c e r c i o ­ r a r s e d e q u e b a j o la v e r d a d del e s p í r i t u h a d e e n t e n d e r s e lo lógico.

U n indicio p a r a ello lo e n t r e g a y a el h e c h o d e q u e , d e a c u e r d o a l a s r e f e r e n c i a s del p r ó l o g o1 3 t r a í d a s a c o l a c i ó n , h a n d e s e r los m o ­ m e n t o s del espíritu los q u e en su m o v i m i e n t o o r g a n i c e n la lógica en el e l e m e n t o del s a b e r h a c i a el t o d o ; p e r o t a m b i é n la d i s p o s i c i ó n d e la c i e n c i a , h a c i a el final d e la s e g u n d a f i l o s o f í a r e a l d e J e n a ,1 4

c r o n o l ó g i c a m e n t e a n t e r i o r , h a c e t e r m i n a r a la " f i l o s o f í a e s p e c u ­ l a t i v a " ,15q u e p r e c e d e a la f i l o s o f í a n a t u r a l y, p o r c o n s i g u i e n t e , es e q u i v a l e n t e a la l ó g i c a , c o n el s a b e r d e sí del e s p í r i t u . I g u a l m e n t e en la p r i m e r a m e t a f í s i c a d e J e n a se c i e r r a el m o v i m i e n t o c i r c u l a r del m o v i m i e n t o lógico y m e t a f í s i c o sólo en el " e s p í r i t u a b s o ­ l u t o " .1 6 Si se h a d e s u p o n e r q u e H e g e l , y a a n t e s del inicio d e la r e d a c c i ó n d e la F e n o m e n o l o g í a , q u e r í a v e r c o n v e r t i d o en el t o d o d e u n a lógica u n i t a r i a o f i l o s o f í a e s p e c u l a t i v a a la d i s c i p l i n a del s i s t e m a , o r i g i n a l m e n t e s u b d i v i d i d a en la lógica y la m e t a f í s i c a .

12. FdE., p. 74 s.(60 s.).

13. FdE., p. 33, (26).

14. Jenenser Realphilosophie II, p. 272 s.

15. Cfr. FdE., p. 33, (26).

16. G . W . F . Hegel, Jenenser Logik, Metaphysik und Naturphilosophie E d . por G.

L a s s o n , Leipzig, 1923. p. 172 ss.

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como lo ha expuesto Póggeler convincentemente,17 se ha de su­

poner también, que esta disciplina definía los momentos de su contenido como momentos del espíritu. Hegel, sin embargo, es mucho más explícito'; él no habla del espíritu en general, sino del reino de la verdad del espíritu. ¿A qué ha de indicar esta expre­

sión, sino es a la autoadecuación a la que accede allí el espíritu, en donde él es, él mismo, el " é t e r de su v i d a " ?

Finalmente, el sentido de la afirmación de esta correspondencia no sólo se obtiene a partir de las declaraciones explícitas de Hegel. Su necesidad se puede deducir también a partir del pensa­

miento de la ciencia del saber que se manifiesta. Puesto que el saber que se manifiesta es, a la vez, objeto y medio de esta ciencia, ha de llegar a ser en esta ciencia un medio en el cual su esencia sea para sí, de una manera simple. Ahora bien, este ser para sí simple de su esencia es sólo algo determinado, y lo es, sólo en tanto es igualmente resultado de un movimiento completo de sus determinaciones, que le dan contenido, así como también lo primero de este movimiento y reposo inmóvil. Por consiguiente, en cuanto tal medio, sólo puede tener existencia en tanto en el devenir de esta existencia —en la ciencia del saber que se ma­

n i f i e s t a ­ ya era el movimiento completo de sus momentos. A la inversa, el saber que se manifiesta sólo puede ser también "es­

cepticismo que se lleva a c a b o " cuando se dirige contra toda la extensión de la manifestación de su interior, pues sólo de ese modo el espíritu será capaz de examinar —en el saber puro— lo que es la verdad.1 8 Puesto que el "interior" es el espíritu mismo, tal como él está encerrado en el elemento de la conciencia, en ésta han de aparecer, por consiguiente, íntegramente sus momentos, tanto para que con ello la conciencia se purifique hacia el espíritu, como para que también éste pueda ser su verdad.

B. Que la correspondencia de las figuras de la conciencia y de los momentos lógicos se afirme tanto al comienzo como al final de la Fenomenología, no quiere decir, sin embargo, que esa afirmación

17. O. Póggeler, Hegels Jenaer Systemkonzeption. E n : Philosophisches J a h r b u c h , 71, 1963­64, p. 286­318. Cfr. p. 305 ss.

18. FdE., p. 67 s. (54).

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signifique lo mismo en ambos casos o, por lo menos, algo ligado entre sí. Se podría considerar como una modificación no implícita en el comienzo el que al final aparezca el espíritu como el sujeto de la correspondencia, mientras que al comienzo era efectivamente en la experiencia de la conciencia en donde los momentos lógicos debían corresponder a las figuras.

Precisamente esta metamorfosis, este cambio con respecto a lo que ha de aprehenderse como el sujeto de la experiencia que hace la conciencia, se da a entender ya como insoslayable al final de la introducción. La "experiencia que la conciencia realiza sobre sí, de acuerdo al concepto de su experiencia, no puede menos que comprender en sí todo el sistema de ella misma, o todo el reino de la verdad del espíritu".1 9 Si el " o " decisivo de esta frase2 0 hace referencia al significado del latín sive, como es usual en Hegel, entonces se ha de suponer que él establece como equivalentes todo el sistema del concepto de experiencia, por consiguiente, todo el sistema de su unidad simple qué se desarrolla, con el reino lógico. Con esto se habría retrotraído ya aquí la experiencia de la conciencia sobre su concepto a un sujeto de su movimiento que la

" c o m p r e n d e en s í " , y que es otro que la conciencia. Es difícil decidir si esta interpretación no es demasiado forzada, en vistas de lo escueto del discurso hegeliano. Pero también el modo como se exponen los momentos lógicos será doblemente caracterizado y, ahora, en verdad, explícitamente: se exponen como son para la conciencia, —cuando, a s a b e r ­ se dice que ellos, así como la conciencia, serían a la vez, por lo pronto, cada uno para sí y, además, también para la conciencia. Pero luego, reformulando, se dirá más precisamente que ellos se exponen del modo como la conciencia aparece en su relación con ellos, es decir, en la rela­

ción que la conciencia constituye en cuanto tal y que primera­

mente no se agrega a su concepto. Con ello la conciencia es referida, sin ambigüedades, a su relación con el espíritu y como

19. FdE., p. 74 s., (60).

20. Sin d u d a , gramaticalmente, no se puede d e s c o m p o n e r esta frase de manera unívoca, puesto que bajo " t o d o el sistema de ella m i s m a " se p u e d e c o m p r e n d e r tanto aquel sistema de los conceptos de la experiencia, c o m o también aquél de la conciencia.

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relación del espíritu. La última frase de la introducción entrega lo necesario acerca de la superación de esta relación en el curso de la exposición.

También el contexto de todo el " r e c u e r d o preliminar" acerca del método de la Fenomenología2 1 muestra este estilo. En la intro­

ducción del concepto de la conciencia, que no destaca a la con­

ciencia como relación del espíritu, se menciona explícitamente que: aquí no nos interesa mayormente el sentido que alcancen las determinaciones usadas. Luego se mostrará, con ayuda de las determinaciones dadas de la conciencia, cómo se encuentra para ésta en ellas la diferencia de un en sí en cuanto criterio y del objeto, en tanto él es sólo para el saber, y cómo las determina­

ciones posibilitan un movimiento probatorio que ha de ejercer la conciencia: su experiencia. Sólo después que se ha aceptado que este movimiento, en cuanto de él surgen nuevos objetos, contiene un momento que es un agregado nuestro y que confiere necesidad al proceso de avance, será sobrepasado el concepto de la con­

ciencia mediante la indicación a la verdad del espíritu. A partir de esta diferencia y de su superación se puede luego formular tam­

bién el doble significado de los próximos movimientos de la conciencia y de su fin.

Si aún fuera necesaria una prueba de que la concepción de la experiencia de la conciencia como un movimiento del espíritu no puede haber surgido recién en el curso de la redacción de la Fenomenología, se la podría encontrar ya en la primera filosofía del espíritu de Jena: también allí la conciencia será retrotraída a la totalidad absoluta de lo ético, al espíritu de un pueblo, en el cual las potencias precedentes sólo son ideales;22 allí también el re­

troceso tiene los dos lados: aquél según el cual nosotros conoce­

mos la organización del espíritu,23 y aquél otro de como pone la conciencia en sí misma la reflexión, la que según el otro lado, era la nuestra.2 4

21. FdE., p. 70­75, (56­60).

22. G . W . F . Hegel, Jenenser Realphilosophie I. Ed. por J. Hoffmeister, Leipzig, 1932, p. 235.

23. Ibid , p. 200.

24. Ibid., p. 203.

110

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Ahora bien, ¿qué se concluye de todo esto? Por lo menos lo siguiente, que la reinterpretación emprendida en el curso de la Fenomenología, de sus conceptos fundamentales, no debe con­

siderarse eo ipso como un índice de una modificación de su

concepción, sino como un momento necesario de la concepción, y cuyo alcance debe ser previamente considerado si se quieren plantear conjeturas acerca del destino de la Fenomenología en cuanto obra. En caso contrario, estas conjeturas en lugar de eliminar las confusiones para la comprensión del texto, las au­

mentarán.

II

En la parte anterior sólo se expuso que Hegel afirma que las figuras singulares de la conciencia corresponderían a los mo­

mentos lógicos principales, en una serie continua; pero no se expuso cómo pudo él estar convencido de que esta correspon­

dencia fuese posible y fuese unitariamente realizable en los dife­

rentes niveles de la Fenomenología. Sin la justificación para este convencimiento quedaría sin apoyo la tesis de que en la Feno­

menología los momentos lógicos poseen una función determi­

nada, que ocultan su orden e, incluso, parecen confundirlo. Por esto, ahora se ha de mostrar, cómo aquello que la lógica trata en el pensar puro como " c o n c e p t o determinado'' ,25 organiza también a la Fenomenología en un todo, sin que aquí tenga que ser pensada por " n o s o t r o s " o incluso por la conciencia que nosotros obser­

vamos, la pura determinación en cuanto tal ni tenga que ser agregado a la argumentación.

Si se quiere investigar el procedimiento de la Fenomenología con respecto a la peculiaridad de aquello que constituye su logicidad específica opuesta a la lógica especulativa, tal como en este contexto pareciera ser necesario, entonces surgen preguntas ante las cuales uno puede sentirse incómodo. ¿Tiene, acaso, la dialéc­

tica especulativa, en general —sea ella "fenomenológica, , o pu­

25. FdE., p. 562, (471).

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ramente c o n c e p t u a l - , un sentido claramente asignable? Por cierto, no se puede responder terminantemente a esta pregunta.

Pero incluso si a pesar de la adhesión histórica a un pensamiento de gran influencia a través del tiempo, se da por supuesto el mérito de la discusión de la dialéctica especulativa del concepto, cabe preguntar: ¿tiene sentido extender la discusión de la dialéctica a la Fenomenología del Espíritu, y preguntarse de qué modo participa anticipadamente su método en el conocimiento especulativo del concepto puro, sin ser ya un tal conocimiento? ¿No sería mejor confiarse a la comprensión inmediata del contenido fenomenoló­

gico expuesto en la Fenomenología, no darse por enterado de la mencionada relación que va desde el conocimiento fenomenoló­

gico a los conceptos especulativos, y comprobar la evidencia de fragmentos particulares de la Fenomenología de acuerdo a una

"intuición t e x t u a l " , elaborada del modo que se quiera? La nece­

sidad de complementación de este tipo de interpretación que, por lo demás, en muchos casos ha probado su fecundidad, se muestra, además de en las propias exigencias de lo que se ha de interpretar, en el hecho de que la discusión actual sobre la dialéctica no se dirige tanto hacia un sistema cerrado en sí mismo de conceptos puros, como hacia un medio racional que haga históricamente comprensible un análisis de situación. Mientras esta intención mantenga, en general, una relación con Hegel ­ a quien se le opone el absurdo de la idea de una lógica especulativa universal ubicua—, ella ha de guiar la discusión acerca de la estructura dialéctica de la.Fenomenología', pues éste es para Hegel el lugar en que se encuentran el punto de partida de la situación histórica y el adentrarse en ella la " m í s t i c a " de la dialéctica del concepto puro. Quien se proponga una interpretación fecunda de la Feno­

menología no puede considerar superflua la pregunta acerca de cómo fue hecha la Fenomenología. Pero en vistas de esta fecun­

didad cabe, por cierto, exigir que ella no se entregue a la preten­

sión de Hegel de una dialéctica del concepto puro y aparte al intérprete de un dejarse llevar por el supuesto "movimiento" de los conceptos hegelianos. Así como Hegel mismo buscaba la verdad de aquello que le parecía cierto antes de que hubiese elaborado su " s i s t e m a " de acuerdo al método de una exposición conceptual, también el planteamiento de una pregunta que se

112

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dirige a la estructura del método de la Fenomenología tiene una verdad que buscar en esa estructura, que no es necesaria­

mente aquella del concepto que se piensa a sí mismo y que, sin embargo, tal vez, permite una comprensión racional.

Para satisfacer el objetivo limitado de fundamentar las tesis arriba señaladas, y de no dirigirse hacia una discusión general sobre la dialéctica fenomenológica, tal vez sea suficiente con comparar las observaciones provisorias de Hegel y las que luego añadió acerca del método de la Fenomenología, con el procedimiento que de hecho aplicó en cada uno de los capítu­

los. Sin tener que examinar en particular la rigurosidad de las pruebas fenomenológicas o tener que darlas por supuesto, y sin tener que reproducir la idea altamente diferenciada de la Fe­

nomenología, de este modo se puede, hasta cierto punto, aprehender técnicamente el procedimiento de construcción de la Fenomenología y, hasta cierto grado, juzgarlo. Este juicio encuentra, sin embargo, su límite en el pensamiento general de la conceptualidad especulativa y su coherencia, cuya posibili­

dad se ha de suponer; pero obviamente también en la preten­

sión de Hegel de poder recuperar en conceptos organizados sistemáticamente los pensamientos de la Fenomenología que, en un primer momento, aparecen fácticamente. En compara­

ción con esta pretensión, los siguientes desarrollos son meras

"reflexiones externas" sobre la figura metódica de la Feno­

menología. Pero frente a una construcción hegelianizante tie­

nen la ventaja de no tener que reproducir ni fundamentar los pasos especulativos de la demostración.

A. Si contra la apariencia inmediata ha de ser verdad que a cada momento abstracto de la ciencia le corresponde, en general , una figura del espíritu que se manifiesta, entonces se ha de entregar el sentido de esta correspondencia y se ha de poder verificar la afirmación de la correspondencia. La renuncia a una construcción especulativa de este sentido sólo puede sig­

nificar que los momentos fundamentales conocidos a partir de las lógicas hegelianas, en sus series sucesivas inmodificadas, son reencontrables, en cada caso, en lugares sistemáticos de­

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terminados de la Fenomenología, y que a partir de las observa­

ciones acerca del método de la Fenomenología se pueden ob­

tener criterios para aquello que se ha de considerar como

" l u g a r " . Se ha de mostrar en qué lugar de la exposición del saber que se manifiesta, y de qué modo, ingresan los momentos de la serie lógica en la experiencia de la conciencia y cómo acceden en ella a la continuidad. Para esto se ha de suponer que los momentos, que se presentan como figuras, representan estas figuras en cuanto les corresponden a ellos, no solamente para aquel saber que comprende sobre la base de una exposi­

ción lógico­especulativa. Sin embargo, la validez de esta supo­

sición sólo es probable en tanto la Fenomenología misma es el despliegue de un conocer que precede al aprehender lógico

—para no hablar de las observaciones acerca de este cono­

c e r ­ , en las que se afirma la correspondencia. Si esta suposi­

ción es válida, se sigue entonces que la correspondencia no será sólo aprehensible en latotalidad desarrollada de lo que es la conciencia en cada uno de sus niveles; pues un pensar que no procede especulativamente, de ningún modo aprehende la lo­

gicidad de cada totalidad. Por consiguiente, la correspondencia ha de producirse en los pasos sin guiares de la exposición. A su favor está el hecho de que las observaciones acerca de la experiencia, así como las indicaciones finales sobre la diferen­

cia del método lógico y fenomenológico, concentran la co­

rrespondencia en puntos determinados.

Si se supone que se puede leer la correspondencia en elementos singulares bien determinados de la estructura de la exposición, entonces aparece como posible que ella consista no en una sola sino en varias relaciones de los momentos lógicos con los diferentes lados de cada totalidad. Es incluso probable que así acontezca. Pues, con la exposición de los momentos lógicos, esto es, de su esencia simple: el concepto,26 está ligada —como se ha mostrado—, la ambigüedad de que los momentos, al

exponerse, no sólo son en la conciencia o para ella, sino tam­

bién en cuanto conciencia, como figuras de la conciencia; la

26. FdE., p. 562, (471­2).

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referencia al concepto que se expone da como resultado, ade­ más, que ellos también se exponen en el conocer, en la exposi­

ción del saber que se manifiesta. Por consiguiente, los mo­

mentos se exponen de tres modos: 1. en la conciencia, es decir, como ellos son para ella; 2. en el elemento de cada figura de la conciencia, figuras que son los momentos en cuanto exponién­

dose; 3. en el elemento del conocer, que somos nosotros. ¿A que tipo de exposición ha de referirse la correspondencia?

Sería claramente insuficiente si ella se refiriese solamente a la última, pues el exponerse de los momentos debe posibilitar, por cierto, a la conciencia, examinarse a sí misma. Pero en­

tonces , es también imposible que la correspondencia se refiera, además, sólo a lo que son los momentos en cuanto figuras de la conciencia. En efecto, se ha de suponer que existe una tal correspondencia, pues de acuerdo al texto los momentos deben ser, en verdad, figuras, en las que la conciencia aparece en su relación con ellos. Pero, a la vez, ellos deben ser para la conciencia; y si se debe satisfacer el pensamiento de la con­

ciencia que se examina a sí misma ­ l a idea del escepticismo que se lleva a c a b o ­ , entonces, en todo caso, han de constituir también en su ser para la conciencia una serie continua; in­

cluso, las observaciones preliminares acerca del método per­

miten esperar que esta serie sea la más importante. Pero,

¿cómo se lleva a efecto esta serie? Lo que es en la conciencia se define, efectivamente, para nuestro conocimiento, a partir de lo que es el principio de cada figura de la conciencia. Es algo en ésta, que no es simple, sino una mezcla de determinaciones múltiples, sensibles y conceptuales, generales y concretas, perte­

necientes a la vida histórica del espíritu. La figura de la con­

ciencia, en cuanto tal, no tiene el carácter de un momento en el proceso lógico, y su fundamento conceptual puro, pro­

pio, es una fase tardía de la ciencia pura: el desarrollo del yo teorético —en cuanto de la conciencia— hacia el espíritu abso­

luto.27 Por consiguiente, la pregunta es: cuando el proceso se

27. Así como en la metafísica de Jena, lo cual corresponde aproximadamente al proceso que va desde la idea teorética a la absoluta en la lógica de Nuremberg.

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representa como serie de figuras, ¿cómo se puede integrar en este proceso (o también en el proceso de la conciencia, tal como él se determina en el espíritu en sí y para sí) todo el movimiento de los momentos lógicos y, en verdad, de doble manera: que las figuras en cuanto tales contengan la corres­

pondencia, y que la contengan en lo que en ellas es para la conciencia?

Esta pregunta no es difícil de responder para la serie de las figuras en cuanto tal. La figura ­ un concepto introducido en la filosofía hegeliana de la n a t u r a l e z a ­ es una totalidad de re­

laciones,2 8 en la que ambos lados están en la determinación de independencia (de ser igual consigo mismos),2 9 por consi­

guiente, en todo caso, nada simple. La correspondencia no puede, por tanto, referirse a Irrealidad de la figura. Pero ella tampoco debe referirse sólo a cualquier lado singular de la figura, puesto que los momentos son figuras. Ella sólo puede dirigirse al principio de la figura, el que a la vez es el elemento general de su realización en las determinaciones de lo sabido y del saber. Ahora bien, puesto que en la Fenomenología este principio se gana, en cada caso, como el resultado en el que concluye para nosotros el movimiento dialéctico de las figuras precedentes, está asegurada, a este propósito, la correspon­

dencia con la continuidad lógica.

Pero, ¿qué sucede con lo que es para la conciencia? ¿En dónde tiene la serie lógica su correspondencia en ella? Con esta pre­

gunta se busca una parte o eslabón dentro de la figura; sus condiciones son que posea la simplicidad necesaria para que pueda considerarse como algo correspondiente a la forma ló­

gica. Pero simultáneamente tiene que ser el modo de cómo el principio de la figura es en su conciencia para ella. Efectiva­

mente, para Hegel está garantizado, a través del concepto de la conciencia, que una figura de ella pueda satisfacer estas condi­

ciones; pues a diferencia de la vida, en la que para el ser

28. Jenenser Logik, Metaphysik und Naturphilosophie. p. 265. Cfr. DdE., p. 32, (25­6).

29. Jenenser Realphilosophie I. p. 22.

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v i v i e n t e s i n g u l a r lo q u e le es g e n e r a l s u y o - e l p r o c e s o i n t e r n o d e la v i d a , d e s d e el c u a l él vive— n o llega a serle u n algo e x i s t e n t e p a r a sí,3 0 la c o n c i e n c i a e s , en c u a n t o y o , el g é n e r o s i m p l e q u e e x i s t e para sí, c o m o e s t o s i m p l e .3 1 Si e s t o es v á l i d o , en g e n e r a l , p a r a el y o , e n t o n c e s es v á l i d o p a r a el y o en c u a n t o c o n c i e n c i a , y p a r a la c o n c i e n c i a —tal c o m o la c o n s i d e r a m o s en la F e n o m e n o l o g í a — , es v á l i d o en t o d o c a s o , algo s e m e j a n t e . I n c l u s o sin q u e se r e p r o d u z c a e s p e c u l a t i v a m e n t e el c o n c e p t o d e la F e n o m e n o l o g í a a p a r t i r del d e la c o n c i e n c i a y d e l s a b e r v e r d a d e r o , d e s d e a q u í se p u e d e r e c o n o c e r lo q u e en la c o n ­ c i e n c i a h a d e c o r r e s p o n d e r a la f o r m a lógica; p u e s t o q u e el principio de la figura es a la vez, en cada caso, el m o d o según el cual la conciencia natural i n t e n t a acceder al saber verdadero. A través del desarrollo de lo que en cada caso es o b j e t o y saber, la figura llega a una serie de d e t e r m i n a c i o n e s más concretas q u e las que están planteadas en la esfera de su principio. Pero c o m o e l e m e n t o de estas d e t e r m i n a c i o n e s y c o m o m e d i o de su simul­

taneidad, p e r m a n e c e aquella simple u n i d a d ganada en c u a n t o resultado del m o v i m i e n t o p r e c e d e n t e .3 2D e n t r o de la manera, c o m o se da a conocer la conciencia natural y su objeto, se

e n c u e n t r a n u e v a m e n t e e s t a u n i d a d en c u a n t o d e t e r m i n a c i ó n f u n d a m e n t a l d e su c o n t e n i d o o b j e t i v o y d e su s a b e r : c o m o a q u e l l o q u e le es la v e r d a d a la c o n c i e n c i a en su c o n t e n i d o , y c o m o el m o d o c o r r e s p o n d i e n t e del s a b e r a t r a v é s del c u a l é s t e se tiene que adecuar con su objeto. O bien, visto desde el

espíritu, en relación al cual aparece la conciencia que se exa­

mina: el espíritu en c u a n t o lo m e r a m e n t e interno, c o m o esen­

cia, que en cuanto espíritu que se sabe a sí en su verdad está

o c u l t o a la c o n c i e n c i a , es la s u s t a n c i a . E s t a s e r á c o n s i d e r a d a en la F e n o m e n o l o g í a del m o d o c o m o ella es o b j e t o d e la c o n c i e n ­ cia.3 3 L a f o r m a en la q u e ella e s t á e n la c o n c i e n c i a , es la ' " i n m e d i a t e z del en s f ' .3 4P e r o p u e s t o q u e la c o n c i e n c i a se r e l a c i o n a t a m b i é n c o n a q u e l l o q u e se d i f e r e n c i a d e ella,3 5 y

30. Jenenser Metaphysik. p. 165.

31. FdE. p. 138. (111).

32. Cfr. por ejemplo, FdE., p. 91, (72).

3 3 . FdE., p.32 ( 2 6 ) . 34. FdE., p. 558, (468).

35. FdE., p. 70, (56­7).

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p o r q u e se c o n s i d e r a rá c ó m o se e x a m i n a ella a sí m i s m a en la b ú s q u e d a d e su v e r d a d , e s t e en sí le es a ella a la vez p r e s e n t e c o m o u n m o d o d e l s a b e r q u e ella c o n s i d e r a c o m o el c o r r e c t o . En c u a n t o el espíritu despliega sus m o m e n t o s en el e l e m e n t o de

la c o n c i e n c i a , les c o n c i e r n e e s t a o p o s i c i ó n .3 6El m o m e n t o d e la c o r r e s p o n d e n c i a , en t a n t o a c o n t e c e en la c o n c i e n c i a , e s , d e e s t e m o d o , e n la m ú l t i p l e s y u s u a l m e n t e m á s c o n c r e t a s d e t e r ­ m i n a c i o n e s d e los c o n t e n i d o s d e la c o n c i e n c i a , la c o n s t i t u c i ó n abstracta con respecto a la cual los c o n t e n i d o s son el " e n sí", lo

" v e r d a d e r o1' o la " e s e n c i a " y, a la v e z . la f o r m a de s a b e r p e r t i n e n t e q u e d e b e g a r a n t i z a r al c o n t e n i d o el ser s a b i d o c o m o v e r d a d e r o .

E s t e r e s u l t a d o s e r á c o n f i r m a d o m e d i a n t e las o b s e r v a c i o n e s d e H e g e l a c e r c a del m é t o d o . L u e g o del r e c u e r d o p r e l i m i n a r co­

m i e n z a el m o v i m i e n t o d e la e x p e r i e n c i a , q u e d e b e a p r e h e n d e r en sí t o d o el r e i n o d e la v e r d a d del e s p í r i t u y q u e d e b e t e n e r , p o r c o n s i g u i e n t e , f a s e s s e m e j a n t e s a su m o v i m i e n t o , en c a d a c a s o c o n lo q u e p a r a la c o n c i e n c i a es en sí o lo v e r d a d e r o ; él p r o s i g u e h a c i a un n u e v o en sí, q u e se realizó p a r a la c o n c i e n c i a m e d i a n t e su i n v e r s i ó n d e s d e la r e f l e x i ó n en sí h a c i a un n u e v o o b j e t o , q u e s u r g i ó p a r a n o s o t r o s . L a d i f e r e n c i a c i ó n u l t e r i o r d e la e x p o s i ­ c i ó n lógica y d e la f e n o m e n o l ó g i c a s e ñ a l a h a c i a el h e c h o d e q u e

" e n la F e n o m e n o l o g í a del E s p í r i t u c a d a m o m e n t o es la dife­

r e n c i a del s a b e r y d e la v e r d a d " , y luego d e s c r i b e e s t e m i s m o m o v i m i e n t o , c a r a c t e r i z a d o m á s a r r i b a c o m o e x p e r i e n c i a , c o n los m e d i o s d e los c o n c e p t o s del espíritu q u e , e n t r e t a n t o , h a n h e c h o su a p a r i c i ó n : el m o m e n t o a p a r e c e c o m o el m o v i m i e n t o q u e , d e s d e la c o n c i e n c i a o d e s d e la r e p r e s e n t a c i ó n d e la auto­

c o n c i e n c i a , y a la i n v e r s a , v i e n e h a c i a a c á y va h a c i a allá. Si se p i e n s a q u e la c o n c i e n c i a c o n s i d e r a d a p o r n o s o t r o s e s , en ver­

d a d , la c o n c i e n c i a del e s p í r i t u , el cual d e v e n d r á o b j e t o a sí m i s m o , e n t o n c e s se p u e d e d e s c r i b i r el m o v i m i e n t o ­ q u e di­

s u e l v e la d i f e r e n c i a d e la v e r d a d y del s a b e r p a r a la c o n c i e n c i a en un s a b e r del n o s a b e r e s c é p t i c o y sin o b j e t o , y en el q u e h a c e a p r e h e n s i b l e p a r a n o s o t r o s u n a d e t e r m i n a c i ó n u n i f i c a d o r a en sí

36. FclE., p . 32, ( 2 5 ­ 6 ) .

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de ambos lados diferentes, la que sin embargo, en cuanto tal, no llegará a ser o b j e t i v a ­ como un venir hacia acá desde la con­

ciencia o de la representación de la autoconciencia del espíritu.

A la inversa, el momento alcanzado como resultado va desde la autoconciencia hacia la conciencia, cuando lo ponemos en conexión con las determinaciones más concretas de la con­

ciencia y desarrollamos desde allí un nuevo nivel de la con­

ciencia del espíritu. Para la conciencia considerada en su signi­

ficado natural esto significa que recibe un nuevo objeto, en tanto desde la reflexión escéptica en sí, en la que previamente concluía, la hacemos volver y, por consiguiente, " r e g r e s a r " a un nuevo objeto.

B. Con el pensamiento fundamental de una doble correspon­

dencia: en el elemento y en el en sí de la conciencia, que ala vez exige un modo determinado del procedimiento que sabe, no está, sin embargo, suficientemente asegurada la posibilidad de mostrar las correspondencias singulares, y de ese modo dejar al descubierto el fundamento lógico. La correspondencia no es evidente; para hacerla manifiesta se tienen que verificar las dificultades que inducen a error en su comprensión. Si no se quiere reconstruir el procedimiento por el cual los momentos lógicos se configuran en formas de la conciencia natural, por lo menos se ha de conocer la estructura formal de los conceptos que ocupan los lugares señalados. La designación de estos conceptos indica la mayor parte de las veces formas de re­

presentación y concreciones conceptuales, que la conciencia adjudica a su contenido, aun cuando ella de ninguna manera piensa su verdad en las estructuras de los mencionados con­

ceptos. Sólo aparentemente posee su pensar la concreción de sus conceptos, del mismo modo como ella no se comprende a sí mismas/? cuanto su concepto, el que sin embargo ella es para sí:i7. Pero puesto que ella a la vez aplica los conceptos más abstractos que son adecuados a su estructura, la mayor parte de las veces no es difícil encontrar en el texto de los capítulos

37. FdE.. p. 69. (55­6).

(20)

particulares la correspondencia válida. Así, a pesar de que la conciencia natural en su primera figura pueda presentarse en su verdad mezclada con formas sensibles y reflexivas, de todos modos entrega en ella a la vez su ser. El resultado de su dialéctica será caracterizado como universal. Pero ya la indicación de que sólo se trata de un universal sensible,38 y que muestra más

claramente la estructura de este universal, muestra a la vez de que sólo puede corresponder a la infinitud lógica. De modo similar, en el curso posterior de la Fenomenología, las deter­

minaciones , en las que la conciencia se comprende o en las que nosotros la expresamos, se pueden hacer transparentes con respecto a las formas correspondientes.

Más difícil es impedir que conduzcan a error las desigualdades e interferencias de las fases de los distintos movimientos lle­

v a d o s a c a b o m e d i a n t e el c o n c e p t o . P u e s t o que el re­

presentarse de los momentos lógicos no es simple, tampoco puede serlo el movimiento que se ocasiona a través de estos momentos en la exposición y en el saber que se manifiesta; y qué momento en el movimiento múltiple y cuándo avanza, es algo que no se produce de acuerdo a un esquema exterior, sino a partir de la conexión de los momentos en cada caso. Así es como para nosotros, por consiguiente, en el conocimiento, a menudo " y a h a y " una determinación que ni siquiera define la figura considerada. Pues en la consideración del movimiento precedente ha llegado a ser para nosotros, además del re­

sultado en el cual él concluye, también la unidad de sus dos lados — el del saber y el del objeto— la que en cuanto tal unidad no debe ser atribuida al principio de la nueva figura, si ella no ha llegado a ser en el resultado en cuanto ser­para­sí del en sí precedente. Por ejemplo, para nosotros está presente " y a el concepto del espíritu" en la duplicación de la autoconciencia, cuando se agrega la duplicación a la unidad que se encuentra en la experiencia de la apetencia, aun cuando ella pertenece recién a la figura de la realización de la autoconciencia racional39.

38. FdE., p. 100 (80).

39. FdE.. p. 140; cfr. p., 225, (112; cfr. 208).

120

(21)

T a m p o c o la f i g u r a m i s m a e s tá n e c e s a r i a m e n t e en el m i s m o nivel lógico q u e el e l e m e n t o en el c u a l t i e n e e x i s t e n c i a su c o n t e n i d o . P u e s n o se d e s p r e n d e s o l a m e n t e c u á l s e a la d e t e r ­ m i n a c i ó n d e u n a f i g u r a a p a r t i r del s i m p l e p r i n c i p i o en el q u e r e s u l t a p a r a n o s o t r o s la i n f r u c t u o s a a p l i c a c i ó n p r e c e d e n t e d e o p o s i c i ó n d e c o n c i e n c i a4 0. C u a n d o , p o r e j e m p l o , p r o v o c a q u e lo v e r d a d e r o d e la c o n c i e n c i a d e j e d e ser algo o t r o q u e ella m i s m a , p o r q u e el o b j e t o h a l l e g a d o a s e r v i d a , e n t o n c e s la f i g u r a es a u t o c o n c i e n c i a , p e r o su p r i n c i p i o y e l e m e n t o , n o o b s t a n t e , es r e c i é n e x i s t e n c i a v i v i e n t e4 1.

F i n a l m e n t e , la determinación siguiente de lo que es lo verda­

dero para la conciencia, se q u e d a aun t a n t o más atrás de los otros m o v i m i e n t o s mientras los resultados tengan q u e ser " p u e s ­ tos sólo en significación objetiva".4 2 Si la conciencia debe alcanzar un p u n t o , c o m o se indica al final de la i n t r o d u c ­ ción, en d o n d e la m a n i f e s t a c i ó n —la verdad del espíritu, tal c o m o es p a r a la c o n c i e n c i a , p o r c o n s i g u i e n t e , su en sí en c a d a caso— llegue a ser igual a la esencia —la d e t e r m i n a c i ó n interior de la figura, según la cual aparece cada m o m e n t o de la verdad del espíritu—, entonces, y por cierto d e n t r o de la determina­

ción d e u n a f i g u r a , la c o n c i e n c i a t e n d r á q u e r e c u p e r a r las f a s e s q u e se h a n p e r d i d o p a r a el d e s a r r o l l o d e su en sí. D e s d e a q u í se p' ? d e a c l a r a r la d i v i s i ó n d e la F e n o m e n o l o g í a h a s t a el e s p í r i t u , en d o n d e se a l c a n z a e s t a n i v e l a c i ó n , e i g u a l m e n t e el c a m b i o del p r o c e d i m i e n t o de e x p o s i c i ó n , q u e allí se e n c u e n t r a .

C. La exposición f e n o m e n o l ó g i c a , c o r r e c t a m e n t e analizada, puede probarse, por consiguiente, c o m o u n a trama sistemática y bien pensada de m o v i m i e n t o s de c o n c e p t o s , que organiza las figuras mismas y la experiencia de la conciencia. La variedad y

d e s p l a z a m i e n t o d e f a s e s d e los m o v i m i e n t o s s i n g u l a r e s d e c o n c e p t o s q u e se s u p e r p o n e n u n o en o t r o , y la a m p l i a c i ó n de las d e t e r m i n a c i o n e s iniciales d e u n a f a s e d e r e a l i d a d e s , q u e y a n o p e r t e n e c e n a la e s f e r a lógica d e la d e t e r m i n a c i ó n inicial,

40. FclE., p. 32, (25­6).

41. Cfr. FdE., p. 263, 284, 125, (215, 232, 101).

42. FdE., p. 103, (82).

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